miércoles, 30 de septiembre de 2020

Testimonios. Carmelitas Descalzas de Beas (II)


Beas de Segura (Jaén). Vista parcial.

Qué caridad tan exquisita con los pobres, los enfermos y los necesitados. Con qué amor les servía y hasta se desprendía de los necesario por aliviarles –pongamos por ejemplo cuando le regaló su abrigo recién estrenado a un pobre que fue a su casa- trasluciendo así el Amor Misericordioso que había asimilado en sus encuentros con el Amor de los Amores. ¡Qué fecunda la oración verdadera cuando después da frutos de Vida eterna! No, no es pérdida de tiempo, es la mejor manera de sacarle provecho. Este adorador nocturno nos grita con su ejemplo. Qué celo por la salvación de las almas que le rodeaban, en especial por sus compañeros que no le comprendían e incluso se burlaban de él ridiculizándolo. Cómo oraba y se sacrificaba por ellos. Caridad y humildad heroicas.

Cuán rendida era la obediencia a sus directores espirituales, nos impresionó mucho cuando dejó de pasar sus noches en oración en la Iglesia para hacerlo en la casa por indicación de su padre espiritual. Esta obediencia tuvo que costarle mucho pues la Eucaristía era su vida. Qué salto de pértiga daría en su vida espiritual con este acto este santo varón casado y con sus hijos, pues como dice nuestra Madre Teresa en el libro de sus Fundaciones: “No hay camino que más presto lleve a la suma perfección que el de la obediencia”.
 
Carmelitas de Beas. Silla que usaba San Juan de la Cruz.
Qué desprendimiento de los bienes de la tierra cuando rechazó un ascenso en el trabajo porque esto le hubiera impedido su ritmo de oración. Valoraba más su trato de amistad con el Señor que el dinero que es el dios de la mayoría de las personas, desgraciadamente. Qué amor a la Iglesia demostraba al dedicar cada día una hora entera de oración por el Santo Padre, “el dulce Cristo en la tierra” como le llamaba Santa Catalina de Siena. Y no digamos de su tierna devoción a nuestra Santísima Madre del Cielo, Reina y Hermosura del Carmelo. ¡Cuántos millones de Ave Marías salieron de aquel pecho enamorado con cada frasco que embotellaba! Sólo en el cielo conoceremos lo que nuestra dulcísimo Madre realizó con aquellas coronas de rosas del más fragante olor.

Además de compartir con usted, Padre, nuestras impresiones sobre nuestro hermano Víctor, queríamos aprovechar la ocasión de felicitar a todos nuestros hermanos carmelitas el Año Jubilar Teresiano que acabamos de estrenar. Encomendamos, especialmente a la poderosa intercesión de nuestra santa Madre Teresa de Jesús en el Vº Centenario de su Nacimiento la Causa de beatificación de su querido hijo Víctor para que la lleve felizmente a término si es para gloria de Dios y provecho de su santa Iglesia.
Muy unidos el los Sagrados Corazones de Jesús y María.
Sus hermanas Carmelitas de Beas.

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