miércoles, 29 de abril de 2020

Florecillas. Juntos en la oración.

Familia unida orando con devoción en profundo silencio.


Dices que me acuerde de ti en la oración, esta es mi profesión, el orar, si de verdad lo hiciese bien, os haría mucho a todos los que os tengo presentes, ¿cómo no voy a tenerte a ti, si formas parte de las almas que llevamos tantos años orando juntos? Si tengo todos los días presentes a todos los que son y han sido mis enemigos, estate segura que siempre que estamos en oración, juntos participamos de la luz del Espíritu Santo.

Al leer estas palabras en carta dirigida a una religiosa agustina con la que entabló una gran amistad espiritual desde antes que ingresara en un monasterio, cómo no recordar las palabras de Jesús a sus discípulos después de la institución de la Eucaristía y antes de iniciar su pasión en Getsemaní, tan vinculadas con la unidad de los que creerían en Él a través de los siglos.

Allí encontramos con mensajes como estos: “Padre santo, mantenlos unidos a tu persona, que has hecho presente en Mí, para que sean uno como lo somos nosotros” (Jo. 17, 11). “Pero no te ruego solamente por estos, sino también por los que crean en Mí por su mensaje: que sean todos uno, como Tú, Padre, estás identificado conmigo y yo contigo; que también ellos lo estén con nosotros, para que el mundo crea que Tú me enviaste (Jo. 17, 20-21).

Reunión de creyentes orando unidos ante Jesús Sacramentado.

Este deseo de Jesús se cumple siempre que estamos unidos a Él por la gracia santificante, pero de manera especial cuando comulgamos y Jesús esta realmente presente en cada uno de nosotros bajo las especies del pan y del vino. Así nos lo recuerda el apóstol San Pablo: “Como hay un solo pan, aun siendo muchos formamos un solo cuerpo, pues todos y cada uno participamos de ese único pan” (1Cor. 10, 17).

Víctor aprovechaba sus momentos de oración, pero especialmente después de comulgar, para dar gracias a Jesús por ese inmenso don y para pedir por todos sus seres queridos, e incluso, como hizo Jesús, por los que le hicieron algún mal.

sábado, 25 de abril de 2020

Testimonios Araceli Fuerte (II)

Sor Araceli Fuerte con Eusebia, esposa de Enrique sobrino de Araceli


 Carta al P. José Francisco en Navidad de 1916

Estimado P. José Francisco: Jesús Niño nos traiga Paz.
Mucho lo he celebrado ante el Señor y con las hermanas las buenas noticias del gran bien que tu hermano realizó en vida a las familias que él sabía necesitaban y con lo que él les aportaba se iban manteniendo, sin hacer ruido ni publicidad, el bien lo realizaba con sólo la mirada en Dios que es quien nos guía en nuestro caminar.

Me admiraba la fe con la que actuaba, en todo su hacer era tal esa confianza, que Dios no podía negarle cuanto él le pedía. Era totalmente un alma de oración al pasarse la noche ante el Señor sin cansarse. También impacta el bien que llegaba allá donde se encontrara: trabajo, con los compañeros, hospital, parroquia, barrio, pueblo, etc. Lo de él era hacer el bien.

Quintanadiez de la Vega donde nació y vivió muchos años Araceli.

El libro, una vez leído lo llevé al pueblo, donde con su lectura han disfrutado por hacer bastante referencia al lugar donde él pasó una parte de su vida, conociendo su actuar en el día a día con los del pueblo, aunque ya todos son recuerdos.

Qué alegría para toda la familia más allegada tener un miembro que destaque en santidad y siga haciendo el bien a cuantos se lo pidan.
Mis mejores deseos de que pronto sea beatificado.

Araceli Fuerte.

miércoles, 22 de abril de 2020

Habla Víctor. Resucitar con Cristo.

Momento del descendimiento de la cruz y entierro de Cristo.


¡Oh muerte deseada que te haces esperar! Con mi cuerpo prestado te quedarás, hasta que Cristo te rescate para resucitar. Al alma Cristo la lleva para presentarla al Padre, lavada en su sangre, limpia y resplandeciente como el crisol que Él con su sangre la quedó.

Con estas palabras alusivas a su muerte tan deseada y esperada, concluye sus breves escritos autobiográficos, tan importantes para conocer su extraordinaria experiencia cristiana. A través de estos escritos, Víctor nos ha abierto su corazón de par en par y por ellos podemos vislumbrar las maravillas que el Señor hizo en él.

Para Víctor, la muerte no era el enemigo temido por tantos, sino el único medio para poder encontrarse definitivamente con Cristo. Tampoco le preocupaba que su cuerpo tuviera que volver a convertirse en el polvo de que fuimos hechos por tiempo indefinido, seguro como estaba por su inquebrantable fe de que un día resucitaría y se convertiría en cuerpo glorioso como el de Jesús resucitado.

Lo más positivo de la muerte para él, y por eso la deseaba, era porque sentía que su alma, purificada de las imperfecciones contraídas a lo largo de su vida, estaba ya limpia y resplandeciente como el crisol, gracias a que había sido purificada por la sangre de Cristo, y que Cristo mismo se encargaría de presentarla ante el Padre para ser glorificada.

Cristo ha resucitado y nosotros resucitaremos con Él

En otra parte de estos escritos autobiográficos encontramos unas palabras casi idénticas, pero allí si se hacía una alusión a que, a pesar de desear la muerte, el momento en que sucediera sería dolorosa: “Cuando esa hora llegue, tú me maltratarás hasta cuerpo y alma separar, la carne te rechazará, el alma ansiosa de tu llegada está. Cuando ese momento llegue, el infierno contra mí luchará, allí en mi defensa la Sagrada Familia estará y de su mano a la eternidad pasará”.

La muerte de Víctor fue pacífica. Al padecer de alzheimer profundo los últimos años de su vida, las fuerzas del infierno ya no tenían poder para inquietarle, y menos los últimos días que los pasó en estado de coma. De repente, al despertar a la nueva vida, seguro que se encontró con la Sagrada Familia dándole la bienvenida a la casa del Padre con alegría por lo mucho que había amado a Jesús, María y José.



sábado, 18 de abril de 2020

Florecillas. El cristianismo, ¿camino de rosas?

Santa Teresa dialogando con Cristo atado a la columna.


Tengo pruebas interiores que penetran en lo profundo del alma, mostrándome las miserias de que estoy lleno. Sólo la infinita misericordia de Dios puede aniquilar tanta maldad. Por eso tengo que pasar por angustias y tristezas: me río yo de los que piensan que el ser cristiano es un camino de rosas; en verdad que es alegría, pero no gustada, sólo la fe, esperanza y caridad son capaces de hacerte fuerte para seguir estos pasos.

Se cuenta de Santa Teresa que, pocos meses antes de morir, yendo a la última de sus fundaciones en Burgos, ya anciana y llena de achaques, fueron tantos los sufrimientos en el viaje y tantos los contratiempos con el obispo, que en un momento determinado se quejó a Jesús diciendo: Todo esto lo hago únicamente por ti y para tu gloria. ¿Cómo permites tantos sufrimientos en quienes todo lo hacemos por ti? Y Jesús la contestó diciendo: “Así trato yo a mis amigos”. La respuesta de Teresa fue rápida y espontánea: “Por eso tienes tan pocos”.

Cuadro de Cristo camino del calvario que habló a San Juan de la Cruz.

En Segovia, donde está sepultado San Juan de la Cruz, se conserva un cuadro que representa a Jesús camino del calvario con la cruz a cuestas, una soga al cuello, ensangrentado y lleno de llagas al que tenía especial devoción. Orando y meditando un día ante ese cuadro en su dolorosa pasión, Cristo le habló diciendo: “Juan, ¿que quieres por lo mucho que me has hecho por mí?” Su respuesta fue contundente: Padecer y ser despreciado por Ti. No le pide padecer por padecer, o ser despreciado por ser despreciado, sino padecer y ser despreciado por Cristo.

También Víctor, buen amigo de Jesús, sufrió mucho por Él, por eso sintió también la alegría y la felicidad que solamente Jesús nos puede conceder, como hizo con Santa Teresa y San Juan de la Cruz.


miércoles, 15 de abril de 2020

Testimonios. Araceli Fuerte (I)

Sor Araceli Fuerte con Eusebia Arranz esposa de su sobrino Enrique.


Carta al P. José Francisco de 1 de julio de 1915 desde Utrera (Sevilla)

Estimado en el Señor, José Francisco:

Gracias por el gran regalo de enviarme los libros con tan sencilla y agradable lectura como es la vida de tu querido hermano Víctor, y por las sencillas líneas que escribí ensalzando sus virtudes que has tenido a bien plasmarlas en el libro. El otro (libro) está en el pueblo, que han leído todos con mucho agrado y ensalzado la vida tan impactante que llevó cuando Dios tocó su corazón para cambiar de rumbo, entregándose totalmente a Él y a los demás; a veces con no menos sacrificio, por tener que mantener una familia.
 
Interior de la Parroquia de Quintanadiez donde nació Araceli
Yo he seguido la lectura con no menos disfrute, al ver tantos testimonios de compañeros, amigos de trabajo y de cuantos tienen la suerte de leer el libro, o caer en sus manos alguna estampa.

Una hermana lo lee y me dice que está encantada de su agradable y sencilla vida. Me llama la atención cómo toda la familia se implica dando su testimonio: sobrinos y sobre todo los nietos relatando santísimas vivencias con el abuelo, buen recuerdo para toda la vida.
Al parecer, Víctor hasta en el cielo está activo, primero favoreciendo a su esposa con tal gracia y luego, de distintas maneras a todos los que lo invocan con la fe puesta en Dios nuestro Hacedor.

Mi cariñoso abrazo.
Araceli Fuerte.
          

sábado, 11 de abril de 2020

Habla Víctor. Resurrección del Señor.




¡Cristo ha resucitado!

¡Resucitemos con Él!

¡Aleluya, aleluya! Amén.


¡FELICES  PASCUAS DE RESURRECCIÓN!


“Ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo, sentado a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios” (Col 3, 1-4).

Víctor nos felicita estas fiestas de Pascua de Resurrección, nos invita a morir a las cosas de este mundo para vivir escondidos en Cristo e identificados con Él por el amor y nos recuerda la importancia de esta unión por amor:

“La fuerza unitiva del amor es la perfecta unión de voluntades. Al desarrollarse ha vaciado el alma de todo querer contrario al divino y es movida para amar solamente a Dios; de ambas voluntades se hace una sola. En este estado, el alma goza de una paz inquebrantable aun en medio de dolores y preocupaciones de la vida, sobre todo cuando se ve humillada y se da cuenta que eso la une a Jesús, que no quería otra comida que hacer la voluntad del Padre” (Jn 4, 34), y ese debe ser nuestro camino”.





miércoles, 8 de abril de 2020

Habla Víctor. Cena del Señor y Oración en Getsemaní.

 Institución de la Eucaristía en la Última Cena de Jesús con sus apóstoles



El Triduo Pascual comienza con la misa de la Cena del Señor en la que el Señor Jesús, dio a comer su cuerpo y su sangre a los apóstoles bajo las especies del pan y del vino instituyendo la Eucaristía, e instituyendo el Sacerdocio al dar a sus apóstoles y a sus sucesores poder para que lo hicieran en su nombre.

Víctor celebraba con amor entrañable el don de la Eucaristía y se pasaba la noche entera del Jueves Santo en su presencia. Un testimonio de su hija Eva es bien significativo y simpático: “Lo que más me atraía era permanecer a su lado velando al Santísimo algunas horas durante la noche del Jueves Santo. Me llamaba mucho la atención verle en silencio, tan recogido en oración, que llegué en una ocasión a interrumpirle con una curiosidad por mi parte: “¿A ti te dice algo Jesús, papá? ¿A ti te habla? Él, saliendo de su recogimiento y sonriendo me contestó: “Tú escúchalo, ya veras lo que te dice”.
Permanecía así durante toda la noche del Jueves Santo. En la mañana del Viernes Santo se acostaba un poco y luego volvía a la iglesia, regresando a la hora de comer, que consistía en su caso en ayunar a pan y agua, no volviendo a tomar ningún otro alimento hasta el día siguiente”.

Agonía de Jesús en la oración del Huerto de los olivos.

Pero nada más terminar la Cena, Jesús partió con sus discípulos hacia el Huerto de los olivos donde inició su dolorosa Pasión. ¡Cuántas veces quiso Víctor acompañar a Jesús en este doloroso trance! ¡Cómo sintió en carne propia la tristeza y angustia de Jesús al enfrentarse a los inminentes sufrimientos de su pasión! En sus escritos encontramos palabras como estas:

 “Angustiada y triste mi alma está. Camino del Huerto de los Olivos va, para gustar la sangre allí sudada por el infinito amor de quien sudó. Fortalecido quedé. El camino del Monte empecé. A mi Dios mis pecados cargué y aun así me pesaron. No sabía por donde empezar. Juan Y Teresa vinieron y la senda de la nada me enseñaron, que recta a la cima llegaba. Sin mirar a derecha ni izquierda, recto caminaba. Cuando a la cima llegué, allí solo a Dios encontré. Mi alma a la cruz se subió. Allí se fusionó abrazada al Cordero degollado”.


sábado, 4 de abril de 2020

Habla Víctor. Semana Santa.


 
Entrada triunfal de Cristo en Jerusalén.

Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación realizados por Cristo durante la última semana de su vida, comenzando por su entrada triunfal en Jerusalén el Domingo de Ramos, continuando con su dolorosa Pasión y Muerte para concluir con su gloriosa Resurrección. Por eso, en la misa del Domingo, después de la procesión con los ramos, se lee la Pasión de Cristo, tema central de toda la Semana.

Víctor nos brinda unas palabras de reflexión sobre el sentido y el valor del sufrimiento.

“Cristo introduce al hombre que sufre en el reino del amor, transformado por una gracia interior. El Redentor prueba en los pacientes, a través del corazón de María, como continuación de la maternidad que por obra del Espíritu Santo le había dado la vida. Cristo moribundo confió a su madre una nueva maternidad espiritual y universal hacia todos los hombres. La fe en la participación de los sufrimientos de Cristo, tiene la dimensión espiritual de servir para la salvación de sus hermanos. No sólo es útil a los demás, realiza un servicio insustituible y unido al sacrificio de Cristo, abre el camino a la gracia que transforma a las almas, hace presente en su humanidad la fuerza de la redención y constituye particular apoyo a las fuerzas del bien.

 Ecce homo: Jesús humillado y condenado a muerte.

El hombre debe sentirse llamado a testimoniar el amor en el sufrimiento. Las instituciones no pueden sustituir al corazón humano ante el que sufre físicamente, pero más si es moral y cuando la que sufre es ante todo el alma.

El sufrimiento de Cristo no se identifica con la pasividad, pues pasó la vida haciendo el bien: “Venid benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber” (Mt 25, 34). Por Cristo y en Cristo se ilumina el enigma del dolor y de la muerte. Es menester acudir  a la Cruz del Calvario. En todos los creyentes que sufren en la cruz, está el Redentor del hombre. Todos los que sufren en comunión con la Iglesia y que son débiles, pero son fuente de fuerza para esta y para toda la humanidad”.



miércoles, 1 de abril de 2020

Testimonios. Germán García Ferreras. (Día 1 de abril de 2020)

D Germán García Ferreras, ilustre sacerdote palentino


Carta a Juan Luis Rodríguez de 11 de febrero de 2020.

Me voy acercando al aniversario de mi “accidente sacerdotal-pastoral” (mes de marzo de 2019), predicando en una parroquia de León con motivo del Cantamisa de Jeremías García de la Iglesia.

Terminado el sermón me dio un ICTUS y caí en el mismo púlpito. El dolor era terrible y sin poder moverme, por lo que me sacaron de la iglesia a hombros de tres sacerdotes. Total, regresando a Palencia, que era mi domicilio, ingresé en el Hospital Río Carrión. Estuve varios días sin conseguir recuperar el conocimiento.

Me ingresaron en el Hospital Psiquiátrico de San Luis, de las Hermanas Hospitalarias. A los ocho días fui recuperando el conocimiento y…lo primero que me ocurrió, fue rezar a Víctor Rodríguez, vida muy santa que conocía perfectamente y cuyo proceso de beatificación se trata de iniciar.

Confiando en Víctor, le recé, y sigo respondiendo a lo que decía Santa Teresita, que desde el cielo mandaría a la tierra lluvia de rosas, y poniendo yo en Víctor el mismo espíritu de Santa Teresita. Total, amigo Juan Luis, estoy totalmente curado en la mente. Celebro la misa diariamente y predico los domingos.

Residencia de San Bartolomé en Palencia.

Ahora estoy ingresado en la Residencia de ancianos de San Bernabé de Palencia y trato de hacer apostolado entre los residentes, somos más de trescientos. Pido al Señor, por medio de la Virgen del Carmen, que se logre pronto, muy pronto el Proceso de Beatificación de Víctor.

Tengo ya 92 años, pero tengo la seguridad  que conoceré ese día solemne y santo de la Beatificación. Invito al pueblo que me rodea que sean muy devotos de Víctor y que acudan a él en las enfermedades y en los problemas.

Amigo Juan Luis. Un fuerte abrazo.
Germán García Ferreras.