sábado, 30 de diciembre de 2017

¡FELIZ AÑO NUEVO!

Raquel y Carlos con sus abuelos el día de su Primera Comunión

Ese es el deseo de Víctor desde la casa del Padre para todos los que aún permanecemos de paso en este mundo. Lo que deseaba para sus hijos, nietos, hermanos, familiares y conocidos y para la humanidad entera, mientras vivió en este mundo, lo sigue deseando y pidiendo desde el cielo.


Como muestra de ese sincero deseo, les damos a conocer una de las pocas cartas que se conservan, dirigida a sus dos primeros nietos cuando el contaba con 62 años y ya había comenzado a sentir los achaques de corazón. Comienza felicitándoles las Fiestas de Navidad y concluye deseándoles un ¡Feliz Año Nuevo!


Queridos nietos Raquel y Carlos.
Gracias por vuestra felicitación, con los dibujos tan bonitos que habéis hecho. Que paséis felizmente las Navidades y vayáis a la Iglesia a misa para adorar al Niño Jesús, como lo hacen tantos niños, sobre todo los que os estáis preparando para hacer la primera comunión.


Como ya estaréis de vacaciones, si queréis venir con los abuelos, cuando lo deseéis voy por vosotros, siempre que esté como hoy de salud. Pedidle al Niño Jesús, primero por vuestros padres, abuelos y tíos, también por vuestros primos.
Un abrazo y Feliz Año 1987 os deseamos vuestros abuelos, al igual que a vuestros padres.
Víctor y Asunción.

Como abuelo cariñoso y orgulloso de sus nietos, comienza valorando sus “dibujos tan bonitos”. Suponemos que serían dibujos sencillos, como suelen ser los de los niños en esas edades llevados por su imaginación y que para padres y abuelos se trata de algo precioso y así se lo hacen sentir. ¿Por qué le felicitan con sus dibujos? Porque saben que el abuelo valora y siempre les muestra su admiración por lo que hacen. Le encantaba hacer felices y estimular a sus nietos.

Raquel con los abuelos el día de su ingreso en las Carmelitas


Pero habrán observado cómo aprovechaba las oportunidades para invitarles a asistir y participar a los actos de la Iglesia y, tratándose de la Navidad, les animaba a adorar al Niño Jesús, especialmente porque se estaban preparando para la primera comunión. Quería que sus nietos comprendieran quien es realmente Jesús y que se hizo niño, siendo Dios, por el amor que nos tiene.

Carlos con su hijito Víctor y con los abuelos


Como a los niños les suele gustar pasar unos días con los abuelos, mucho más consentidores que los padres, aprovechando que no tienen que ir al colegio, les invita a pasar unos días con ellos, y para evitar las disculpas de los padres para llevarlos, se ofrece para ir a buscarlos a pesar de sus achaques. Y si les invitaba era para jugar con ellos y salir a pasear mientas la abuela les preparaba la comida que más les gustaba. Lo importante era hacerles sentirse valorados y amados y por amor acercarles a Jesús.

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Florecillas La última hija

Víctor y Asunción con su nieta Laura

Cuando Víctor, al fracasar su negocio de avicultura en Medina del Campo tuvo que trasladarse con toda su familia a Madrid, que es donde encontró un puesto de trabajo en la fábrica Embotelladora de Pepsi Cola, se instaló en una casa muy pequeña en el barrio Oroquieta, como eran generalmente todas las casas de ese barrio de trabajadores venidos en su mayoría de otras poblaciones en busca de trabajo en la Capital.

Desde el primer momento les resultó difícil la adaptación, especialmente a sus seis hijos, acostumbrados a vivir bien, a disponer de amplios espacios y comodidades y ahora tener que adaptarse a un espacio tan reducido, con sólo tres pequeñas habitaciones y un cuarto de baño para toda la familia.

En esas circunstancias llegó Eva, la última de las hijas, la única madrileña de la familia. Cuando Asunción se dio cuenta del embarazo sintió alegría sí, pero a la vez una profunda preocupación, que nos parece muy normal: ¿Dónde encontrar espacio para una nueva criatura en una casa tan pequeña? Con esa preocupación se acercó a Víctor para decirle: “¡Otro hijo más! ¿Dónde le vamos a meter?”.
 
Niño recién nacido
Asunción fue siempre muy generosa y nunca se quejó de tener tantos hijos, al contrario, más de una vez manifestó que le hubiera gustado llegar a la docena, aunque en alguno de los partos lo pasó francamente mal, especialmente en el último, en que estuvo a punto de morir y tuvieron que trasladarla urgentemente de Medina del Campo a Segovia, donde se encontraba el ginecólogo de su confianza que la atendía en estos casos. Pero una cosa era el deseo de tener una docena de hijos y otra muy distinta la posibilidad de poder brindarles unas condiciones de vida digna, debido a las circunstancias en que vivían.

La respuesta de Víctor, acompañada de su habitual sonrisa, no solamente la tranquilizó, sino que la llenó de paz y esperanza: “No te preocupes, seguro que tendremos más sitio donde ponerla que lo que tuvo el Niño Jesús”.
 
Nacimiento de Jesús en la cueva de Belén
Así respondía este hombre de fe. Si Jesús, Dios creador de todo cuanto existe, quiso no solamente humillarse, sino, como dice San Pablo, “anonadarse” hasta el punto de asumir nuestra naturaleza y nacer, no en una casa tan sencilla como la suya, sino una cueva convertida en establo, ¿por qué preocuparse? ¿Por qué no asemejarse a Él? A esto se llama tener fe y confiar en el Señor.

El nacimiento de la última hija se convertía de ese modo, no en una carga que habría que aceptar con resignación, sino en la mayor bendición que podía recibir el hogar. Y así fue. Su nacimiento les llenó a todos de alegría y no cesaban de dar Gracias a Dios por esa nueva bendición. ¡Y vaya si hubo sitio para ella!



sábado, 23 de diciembre de 2017

¡FELIZ NAVIDAD!



Víctor les felicita estas Fiestas de Navidad con unas  palabras que pronunció en una conferencia a los Miembros de la Congregación de San Felipe Neri en Zaragoza animándoles a tener la fe de María y José.

“En el misterio de la Encarnación del Verbo es donde la FE fue la base de todos los acontecimientos que se sucedieron. Los dos actores sujetos a la prueba fueron la Virgen y San José. Ella que se encontraba orando, recibe la visita de un Arcángel que le anuncia su concepción. Hasta ahí, la FE no necesita manifestar, pero en el Nacimiento que ve cómo nadie los da sitio para su alumbramiento. ¿Cómo siendo Dios el que ella lleva, no hace porque le den posada?


Pero ni una duda le pasa por su pensamiento, ni siquiera cuando tiene que refugiarse en un establo para que nazca el Redentor. ¡Qué contraste a como pensamos los hombres! Pronto se ve apremiada con la presencia de su Hijo divino, luego con el cántico de los ángeles, la adoración de los pastores y después la de los Magos.

El reverso llegó pronto. Cuando tienen que huir para no ser el Niño degollado  por Herodes, y la pobreza en que vivió, al igual que cuando el Niño en el templo se quedó. Aún queda lo más inaudito, el prendimiento y pasión y muerte de su Hijo. Nunca dudó, y de FE siempre vivió, hasta que llegó la resurrección.


Pasamos a San José, varón justo, según las Escrituras. Él, sin saber cómo ni cuando, comprueba que la Virgen está encinta: su humildad y FE le lleva a repudiar a su esposa en secreto, esto es, sin manifestar el caso a ninguna persona. Entonces es cuando recibe en sueños la forma en que se ha llevado la concepción de su esposa. Por un sueño se da por satisfecho y contento, cualquier hombre pediría comprobaciones, a San José le bastó y sobró con esto. Luego cuando en Belén llamaba de casa en casa con respuestas negativas, su FE en aumento fue”.

¿Y qué hacemos nosotros que hemos sido regalados con todos los acontecimientos del nacimiento del Niño Jesús, de los hechos de su infancia, pero sobre todo de su vida pública, en la que nos enseña toda su doctrina probada con milagros, obedeciendo a sus padres durante tantos años con una vida oscura y de trabajos?


Que guiados por la FE como MARÍA y JOSÉ y acompañados por tan excelentes compañeros de viaje, encuentren a JESÚS y disfruten de su PAZ.


miércoles, 20 de diciembre de 2017

Gracias y favores. Mari Luz Abeal

Vista de la ciudad de Vigo

De entre las primeras gracias atribuidas a Víctor, figura la concedida a Mari Luz Abeal, vecina de Vigo (Pontevedra) que padecía de cáncer. Al tener que ser operada y haberla dicho los doctores los inconvenientes y sufrimientos que tendría que soportar, se encomendó a Víctor, del que había recibido una estampa que relata su santidad de vida y poder de intercesión.

¿Cómo le llegó a Marí Luz tan pronto esa estampa a una región tan apartada del centro del país? La explicación podemos encontrarla debido a que en Sabarís, localidad muy cercana a Vigo, hay una comunidad de madres carmelitas descalzas que cuenta entre sus miembros con una hija y una nieta de Víctor que se encargaron de difundirla entre sus amistades y entre los que le conocían personalmente a Víctor por las veces que había pasado sus vacaciones en esa localidad.
Hospital Meixoeiro de Vigo

Pues Mari Luz, con la confianza que esa estampa la infundió en el poder de intercesión de Víctor, a él se encomendó con los resultados que nos narra a continuación:

“Me hicieron una biopsia en la zona retroauricular izquierda. Tardó en curar y al sacar los puntos tuve mucho dolor. El resultado fue un carcinoma basocelular que era necesario operar.

Me llamaron para el día de la operación. Le pedí a Víctor su intercesión en la operación y recuperación.

En la operación fue necesario hacer un injerto de piel para la cobertura de la parte dañada. El injerto fue tomado de la región supraclavicular, cosido en la parte retro-auricular izquierda y cabeza. También me hicieron un cosido en la zona donde fue tomada la piel del injerto.

Al sacar los puntos de la parte retro-auricular y cabeza, me decían: es doloroso, quéjate, es bueno desahogarse. Tres días más tarde, me sacaron los puntos de donde fue tomada la piel del injerto, este cosido tenía un hilo interior que fue necesario extraer. No tuve dolor, ni antes ni después de sacar los puntos, ni tampoco durante el tiempo de la recuperación.

Yo sé que ha sido la intervención de Víctor Rodríguez. Que sirva para su causa. Muchas gracias”.
Iglesia del Carmen en Vigo frecuentada por Mar Luz

Mari Luz encomendó a Víctor el éxito de la operación, ya que esta era peligrosísima por la zona tan delicada de la cabeza en que era intervenida, por lo que, el más mínimo fallo del cirujano, hubiera sido mortal. También le pidió que no le dolieran los puntos durante su recuperación para poder coger en brazos a un nieto de dos años que tenía a su cuidado mientras la madre estaba en el trabajo, y desde el primer momento pudo sostener a su nieto en los brazos sin sentir el más mínimo dolor ni antes ni después de que le sacaran los puntos.





sábado, 16 de diciembre de 2017

Habla Víctor, Agradecido a sus padres

Quintanadiez de la Vega, pueblo en que nació Víctor.

Aunque Víctor falleció el 21 de febrero de 2012, nos sigue hablando a través de sus escritos espirituales en los que, de manera directa o indirecta, ha volcado su experiencia cristiana. Comenzamos con sus escritos más íntimos, es decir, los autobiográficos. Pudiéramos darlos a conocer en su totalidad y luego comentarlos, pero como ya están publicados en “Vida impactante de un cristiano de a pie” y en el folleto “Víctor. Sonrisa de paz”, consideramos más práctico poner alguna o algunas frases, dependiendo de la densidad de su contenido, destacándolas en letra cursiva y negrita y comentar o explicar todo lo que nos puede decir en tan pocas palabras.


Tengan en cuenta que estos escritos autógrafos los escribió cuando su experiencia espiritual había llegado a su plenitud y que, por lo tanto, le sucede como a Teresa de Jesús, que mira su pasado con ojos y criterios distintos a los nuestros. Se ha dado cuenta de que todo lo que le ha acontecido en su vida, incluidas las pruebas y sufrimientos, ha sido pura gracia de Dios, que en su providencia lo ha permitido y ordenado para llevarle poco a poco hacia la santidad. Y por todo le da gracias.
 
Fachada de la casa paterna
“El tener padres virtuosos y temerosos de Dios me bastara, si yo no fuera ruin, con lo que el Señor me favorecía, para ser buena” (V. 1, 1). Así comienza Santa Teresa su famosa autobiografía, dando gracias a Dios por haberla dado unos padres creyentes y virtuosos que la encaminaron desde su infancia hacia la virtud.

Los padres que Dios me dio, tanto me quisieron, que hijo de la Iglesia me hicieron. Esta me recibió. El bautismo me otorgó. Aún no sabía andar y a misa en brazos me llevaban. En familia el rosario todos los días se rezaba. Estas son las palabras con las que inicia Víctor sus escritos autobiográficos. No hay que hacer muchos esfuerzos para descubrir su coincidencia con Santa Teresa. ¡Qué bello detalle comenzar por reconocer que, gracias a la fe y al cariño de los padres que Dios le dio, debe todas sus bendiciones!
 
Quintanadiez de la Vega. Iglesia del Salvador
De sus padres podía haber resaltado sus dotes naturales, pues a pesar de ser agricultores, fueron muy honestos, caritativos, colaboradores con los demás vecinos, queridos y respetados por todos, etc. Pero es el momento de dar gracias a Dios por haberle concedido, sobre todo, unos padres virtuosos y creyentes que con su ejemplo le acercaron a la Iglesia y le hicieron ver que Dios es Todo, que “sólo Dios basta”.

¡Qué bien entendió y cumplió los consejos del Eclesiástico!: “Dios hace al padre más respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre la prole. El que honra a su padre expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que honra a su padre se alegrará de sus hijos, y cuando rece, será escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida; al que honra a su madre, el Señor le escucha” (Eclo. 3, 3-7).


miércoles, 13 de diciembre de 2017

Gracias y favores

Casa de Asunción en la Plaza del Mercado en Medina del Campo

Ya en el mes de septiembre abrimos esta sección para darles a conocer un hecho, al parecer milagroso, obrado por Víctor en la ciudad de Palencia al devolver el habla a una hermana carmelita misionera teresiana que se había quedado muda tras sufrir un derrame cerebral. Una compañera suya hizo una novena a Víctor para que el Señor por su intercesión la devolviera el habla y el mismo día que concluyó la novena, comenzó a hablar.

Retomamos el tema de “gracias y favores” recordando el primer caso que conocemos de los atribuidos a Víctor después de su muerte, que por cierto está relacionado con la salud de su esposa Asunción Merino.

La noche del 5 de noviembre de 2012, el año en que había fallecido su esposo, sintiéndose muy mal, intentó levantarse e ir al baño en busca de alivio, pero cayó al suelo fulminada por un ictus sin poder moverse ni gritar. Así pasó varias horas, tirada en el suelo sin recibir ningún auxilio, pues el único que hubiera podido ayudarla era su hijo Luis Fernando que vivía con ella, pero estaba profundamente dormido. Cuando de madrugada despertó y encontró a su madre en ese lamentable estado, llamó a una ambulancia que se hizo enseguida presente y la llevó al hospital de Medina del Campo.
 
Hospital Comarcal de Medina del Campo.
Ya en el hospital, los doctores que la atendieron y prestaron los primeros auxilios, vieron que la situación era tan grave y delicada, que optaron por enviarla al Clínico de Valladolid. Allí, en el Clínico Universitario, la hicieron todo tipo de pruebas para ver las secuelas que podían haber quedado especialmente en el cerebro y al no encontrar ninguna, sin intervenirla, la dieron de alta.

Asunción atribuyó desde el primer momento su curación a una gracia especial del Señor por mediación de Víctor su esposo y le dio gracias al Señor por no haber quedado inválida de por vida, como suele suceder en casos semejantes, ni dejar secuelas en el cerebro, algo que, según los especialistas, es muy extraño, ya que desde que cayó fulminada por el ictus hasta que pudo recibir los primeros auxilios habían pasado muchas horas.
 
Hospital Clínico Universitario de Valladolid
Han pasado ya varios años y Asunción sigue con la mente lúcida y camina con normalidad, con las limitaciones propias de su edad, pues ya ha cumplido los noventa y uno. Se cansa bastante, como es normal, pero casi todos los días se da un paseo con su hija Begoña, algo que no pueden hacer la mayoría de los que han llegado a esa edad.


Asunción considera milagroso no solamente que por intercesión de Víctor se haya liberado de las terribles secuelas que suele dejar el ictus, sino también el haber llevado con tanta paz como llevó todas las intervenciones médicas a las que fue sometida, algo muy extraño en ella, pues –como reconoce- siempre se ponía muy nerviosa en estas situaciones.

sábado, 9 de diciembre de 2017

Gracias y favores


A los pocos meses del fallecimiento de Víctor el 21 de febrero del 2012, de forma espontánea se fue difundiendo la fama de las cualidades humanas y espirituales de este laico tan caritativo y entregado a Dios, pero que, dada su humildad, había pasado totalmente desapercibido. Pudo contribuir a ello la noticia de que había dejado unos papeles manuscritos de contenido muy espiritual. A partir de ese momento, ante la figura del humilde Víctor se fueron concretando diversas posturas.

Unos comenzaron a admirar su austeridad de vida, su capacidad para superar la adversidad ante la ruina económica, su amor al prójimo de manera especial a los pobres y enfermos, también su capacidad para perdonar a quienes le hicieron injusticias y sobre todo su vida de oración que le llevó a una experiencia de Dios más propia de los monjes que de un laico. Pero se quedaron en una simple admiración que muy poco influyó en sus vidas.


Santos laicos Luis Martín y Celia, padres de Santa Teresita

Otros han encontrado en él un buen intercesor en el cielo y le encomiendan muchos de los problemas por los que atraviesan ellos o sus seres queridos, especialmente cuando se trata de enfermedades o de problemas familiares. Se habla ya de su poderoso poder de intercesión comprobado por hechos, al parecer milagrosos, atribuidos a Víctor, pues para ser milagrosos tienen que ser reconocidos por la Santa Madre Iglesia. Personas que han comprobado su intercesión, han iniciado un rosario de loores en su honor, a cual más entusiastas, al tiempo que piden muy encarecidamente su beatificación.

Pero el grupo más importante es el de aquellos que, encandilados por los ejemplos de Víctor, han sentido el deseo de mejorar su vida cristiana. Los que al conocer su conducta cristiana, se han dado cuenta de que se santificó en medio del mundo poniendo en práctica lo que el Concilio Vaticano II pide a los fieles laicos: “Llamados por Dios para contribuir desde dentro a modo de fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados por el espíritu evangélico que así manifiestan a Cristo ante los demás, principalmente con  el testimonio de su vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad” (LG 31).

Orante pidiendo la santidad

Son los que, al comprobar que la espiritualidad de Víctor está hecha a base de sencillez, de la sencillez de quien sabe apreciar la vida que Dios nos ofrece a través de los sacramentos, esos medios de santificación que ha puesto a nuestro alcance para conseguirla: bautismo, confirmación, penitencia, comunión, matrimonio, y a través de la oración que tanto nos recomienda, se preguntan: Si Víctor pudo santificarse en medio del mundo, como la Iglesia desea para todos sus hijos, con una familia numerosa, ¿por qué yo no.


Es de lo que trataremos en la sección de “gracias y favores”.

martes, 5 de diciembre de 2017

Florecillas. ¡Qué tortilla!

Tortilla de patata

A Víctor le gustaba cocinar. No sabemos de dónde la vino esa afición, pero más de una vez aludiremos en esta sección a sus peculiares cualidades culinarias, aunque no siempre resultaran exitosas debido a sus frecuentes despistes, como sucedió en el caso que ahora les contamos.

No era frecuente que su esposa Asunción Merino se ausentase de casa a no ser para visitar a algún familiar enfermo o para atender a sus hijos o nietos, pero efectivamente ocurrió más de una vez. En el caso a que nos referimos se quedó solo con la hija más pequeña, Eva, que aún estaba en edad escolar.

Cuando se quedaban solos, se repartían las tareas del hogar. Eva se encargaba de ventilar la casa a primera hora de la mañana, de hacer las camas, barrer la casa, fregar los utensilios de la cocina y colocar cada cosa en su sitio, y Víctor, más experimentado en cuestiones culinarias, hacía de cocinero, utilizando los alimentos que su previsora esposa había dejado a mano en la despensa.
Botella de vinagre

Un día en que Víctor tenía el turno de trabajo por la tarde y tuvo que salir de casa nada más hacer la comida para llegar a tiempo a la fábrica, ya de camino hacia la embotelladora de Pepsi Cola se cruzó con su hija que regresaba del colegio. Nada más verla, con una sonrisa llena de picardía la dijo: “Te hice una tortilla de patata. Le eché mucha sal. Espero que te guste”.

Efectivamente, la había echado mucha sal. ¿Pero por qué había echado tanta sal? Porque al estar juntas las botellas del aceite y del vinagre, en uno de sus frecuentes despistes por tener la mente puesta en Dios, se confundió, cogió la del vinagre y es lo que echó a la sartén. Ya se pueden imaginar el resultado. ¿No les recuerda algo a Fr. Junípero de las Florecillas de San Francisco?
 
Botellas de aceite y vinagre juntas
Seguro que ese día Víctor, en su trayecto hasta llegar a la embotelladora de Pepsi Cola se lo pasó riéndose, imaginándose la reacción de Eva al comer semejante tortilla. Pero miren por cuanto, al probarla, no solamente no la rechazó ni la tiró a la basura, sino que la supo buenísima, hasta el punto de afirmar: “No sé si sería mano de santo o mi gran apetito, porque, la verdad, la tortilla me supo muy rica”.


Al regresar y preguntarla, con la misma sonrisa picaresca en su rostro, si se había comido la tortilla, ante su inesperada respuesta de que no solamente se la había comido sino que la había gustado mucho, extrañado de lo sucedido, por todo comentario se limitó a decir: “No sé cómo se os ocurre poner el vinagre al lado del aceite”.

sábado, 2 de diciembre de 2017

Florecillas

San Francisco con el hermano lobo

Al hablar de florecillas, lo primero que nos viene a la mente son las “florecillas de San Francisco”. El encanto de sus narraciones, su espontánea comunicación con todos los elementos de la creación, incluido el hermano lobo, nos llevan sin sentirlo a pensar en la belleza de la creación tantas veces oscurecida por la actuación del hombre. San Francisco y sus primeros compañeros vivieron y transmitieron ese amor, armonía y comunión del hombre con la creación, conforme a los designios de Dios al poner a Adán y Eva al frente de la creación.    

San Juan de la Cruz, en el “Cántico Espiritual”, tiene una bella estrofa en que el alma, en su ansiosa búsqueda de Dios, se dirige a la creación en busca de noticias de su autor: “¡Oh bosques y espesuras, /plantadas por la mano del Amado! /¡Oh prado de verduras /de flores esmaltado!, /decid si por vosotros ha pasado”.

Y añade un comentario para resaltar que tanta belleza y tanta variedad de criaturas, “sola la mano del Amado Dios pudo hacerlas y criarlas, porque, aunque otras muchas cosas hace Dios por mano ajena, como de los ángeles y de los hombres, ésta, que es criar, nunca la hizo ni hace por otra que la suya propia”, para que el alma se mueva al amor de su Amado Dios.
 
Prado de verduras

Y al referirse al prado de verduras de flores esmaltado, recuerda que en la liturgia de difuntos se pide a Dios ponga sus almas “entre las verduras deleitables”, o prado de verduras del Reino del cielo, y compara a “las flores con los ángeles y almas santas con las cuales está ordenado aquel lugar y hermoseado como un gracioso y subido esmalte de un vaso de oro excelente”.

Hermosa la comparación que hace de las flores con los ángeles y las almas santas, porque embellecen el cielo. Pues esa misma misión podemos decir que cumplen las flores en la tierra. Gracias a ellas el mundo es más bello. La extensa gama de olores y colores que las flores poseen, estimulan nuestros sentidos y nos invitan a contemplarlas siempre con admiración y nos elevan a soñar con un mundo nuevo en que todo sea embellecido.

En la vida de cada uno de nosotros hay mucho esfuerzo, mucho sacrificio, momentos tensos, dificultades a cada paso, pero aún en la vida del más desgraciado, surgen cosas bellas y agradables que contribuyen a hacer más grata la vida propia y la de los demás. Se trata de pequeños detalles, como una palabra de aliento, un abrazo, una sonrisa, un acertado consejo, el encuentro con una persona cercana que nos alienta y da esperanza, etc. Son como pequeñas flores que embellecen nuestra vida.
 
Prado de flores esmaltado.

En la vida de Víctor, hubo “un prado de verduras”, es decir, una vida de entrega total e incondicional al Señor y a la práctica de las virtudes desde el momento de su conversión, auténticos frutos de santidad; pero de “flores esmaltado”, es decir, una vida llena también de pequeños detalles, anécdotas y hasta despistes, que contribuyen a hacer aún más bella y grata su figura.

De esos pequeños detalles, anécdotas y despistes, es de lo que trataremos en “las florecillas”.