sábado, 19 de septiembre de 2020

Testimonios. Carmelitas Descalzas de Beas (I)

Vista panorámica de Beas de Segura (Jaén)


Que la paz de Jesús esté siempre en nuestros corazones, estimado Padre José Francisco y todos aquellos hermanos que lean este eco.

Con una gran alegría nuestro palomarcito de Beas, ha acogido la feliz noticia de que la Provincia de Castilla de nuestra Orden se haga cargo de la Causa de beatificación de nuestro querido hermano en el Señor Víctor Rodríguez. Nosotras hace muchos años que lo conocemos de oídas, pues el Padre Jacinto, que venía mucho por aquí, nos hablaba de él con gran edificación y lo citaba como ejemplo de virtudes en algunas de sus pláticas sin citar nunca su nombre. Usted conoce a este Padre y sabe de su talante reflexivo, nada dado a las exageraciones; pues nosotras le hemos oído decir cuando ya se empezó a hacer propaganda: “Víctor era un santo de verdad” y ya sabe usted lo fino que hila en las virtudes el Padre Jacinto. No hay más que leer el bonito estudio que hace sobre la santidad en la vida de su hermano.
 
Fachada del monasterio de las Carmelitas en Beas de Segura.
Luego tenemos la preciosa biografía del Padre José Vicente en la que encontramos, desde su conversión, una continua ascensión hacia la santidad jalonada de virtudes vividas en grado heroico. La vida de oración de este carmelita seglar es admirable. Buen hijo de nuestros Santos Padres, con buenos zapatos escaló la cima del Monte Carmelo para entrar en la séptima morada del Castillo interior pasando por las noches del sentido y espíritu. En sus escritos y testimonios de las personas que convivieron con él, se trasluce todo esto. ¡Hasta qué punto caló la doctrina de nuestros Fundadores! Más quisiéramos muchas monjas y frailes llegarle a la suela de los zapatos, aunque algunas calcemos alpargatas.

Víctor es el fiel ejemplo de lo que puede la Gracia del Espíritu Santo en quien se entrega sin reservas. Qué amor de Dios tan abrasado ardía en su pecho que le llevaba a  pasar las noches enteras adorando a Jesús Sacramentado cual otro serafín. Qué hambre de intimidad divina le llevaba a dedicar sus vacaciones al retiro del Desierto de las Batuecas. Gran heroísmo también para su esposa.



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