miércoles, 28 de septiembre de 2022

Testimonios Ángel Arrabal (IV)

Embotelladora de Pepsi-Cola en la que trabajó Víctor.


2- LA FÁBRICA

La fábrica de la Pepsi, en realidad era una embotelladora dependiente de la multinacional norteamericana que proporcionaba parte de la materia prima (el concentrado de fórmula secreta  o la pulpa de naranja de origen marroquí) y controlaba la política comercial, la publicidad o los objetivos de producción.

 

Había una gran rivalidad comercial con la Coca-cola y las campañas publicitarias de ambas eran novedosas y agresivas, por eso, se daba una prima muy sustanciosa a los vendedores que lograban captar un cliente quitándoselo a la competencia.

 

Esa misma política de premios y primas por producción eran el estímulo de los distintos cargos directivos, que a su vez trasladaban a los encargados de cada sección para lograr que, durante el verano, los camiones salieran cargados sin demora a un ritmo creciente según la demanda.

 

La fábrica tenía una plantilla fija durante el curso con un horario normal de 8 horas, pero en verano la producción se multiplicaba y se contrataban eventuales para cubrir dos turnos diarios de 12 horas. Los eventuales aceptábamos implícitamente jornadas de 12 horas, 7 días a la semana. Los domingos solo se hacía media jornada y los turnos de día y de noche se alternaban semanalmente.

 

La compensación era el número de horas extraordinarias que se pagaban mejor y que hacía que bastantes de los peones de plantilla se acogiesen también este horario de verano. Ese era el caso de Víctor.



sábado, 24 de septiembre de 2022

Florecillas Pobre vagabundo

Ejemplo de pobre vagabundo.


Mi madre… también fue muy generosa en el número de hijos, como deseaba mi padre, que había dejado a su primera novia porque no deseaba tener más de dos hijos. Lo que no secundó fue el deseo que tenía mi padre de acoger en casa a un vagabundo que dormía en la calle por miedo a que transmitiera piojos a sus hijos. En cierta ocasión me dijo que le hubiera gustado mucho ser un pobre vagabundo e ir pidiendo para poder comer. (Eva).

 

En muchas ocasiones hemos hecho referencia al amor especial que Víctor sintió por los pobres, en los que veía a Cristo pobre y abandonado, por eso, lo que aquí nos dice su hija Eva viene a confirmar lo que ya muy bien conocemos.

 

Lo vio practicar en el hogar paterno donde la casa siempre estaba abierta para acoger a los pobres que pasaban pidiendo de pueblo en pueblo. Las circunstancias de su vivienda en el barrio de Oroquieta de Madrid eran muy distintas y el espacio se quedaba pequeño para la propia familia, lo que hacía más difícil practicar esa obra de caridad. Por eso aceptó la postura de su esposa sin discusiones, pero seguro que ese vagabundo no se quedó sin ayudas.

 

Pero lo que llega al colmo de su amor a los pobres, es la confesión que hizo a su hija de  que, “le hubiera gustado mucho ser un pobre vagabundo e ir pidiendo para poder comer”. Es tanto como querer anonadarse a sí mismo, pasar como un hombre que no sirve para nada, necesitado de vivir el día a día confiando en la providencia de Dios para ser despreciado y compadecido por los demás, que es lo que hizo Cristo al encarnarse y tomar la forma de esclavo.



miércoles, 21 de septiembre de 2022

Habla Don de Temor de Dios (II)

 El Espíritu Santo nos regala su Don de temor y amor a Dios.


El Espíritu Santo, más que temer a Dios, nos hace temernos a nosotros mismos, porque estamos inclinados a amarnos a nosotros mismos. El temor no debe producir inquietud, además de perfección de la esperanza lo hace de la templanza. Esta frena las pasiones y atractivo por los placeres. El Espíritu Santo es poseído por el alma y este nos hace estar en la perfección del espíritu de amor. El alma es movida a la pobreza material, inclinándose a poseer poco, y sobre todo a la pobreza espiritual; sin esta, la material nada vale. El carecer de las cosas no desnuda el alma, si tiene apetito de ellas.

 

Santo Tomás de Aquino se pregunta: ¿Es posible que Dios sea temido? Y él mismo se contesta diciendo que Dios, en sí mismo, como suprema Bondad, no puede ser objeto de temor, sino de amor, pero en cuanto que en castigo de nuestras faltas puede infligirnos un mal, debe ser temido. Y a continuación añade que en Dios hay justicia y misericordia, la primera de las cuales suscita en nosotros el temor, y la segunda la esperanza. Por eso Dios puede ser a la vez objeto de temor y de esperanza.

 

Hay tres clases de temor: mundano, servil y filial. El mundano es aquel que no vacila en ofender y hasta renegar de Dios para evitar un mal temporal, por ejemplo, la muerte. El servil es aquel que sirve a Dios y cumple su voluntad para evitar los males que de no hacerlo caerían sobre él. El filial es el que cumple la voluntad de Dios evitando el pecado sólo por ser ofensa de Dios, no por temor al castigo, sino por el temor a ser separado de Él.

 

Sólo el temor filial entra en el Don de Temor, porque se funda en la caridad y reverencia a Dios como Padre y teme separarse de Él por la culpa. Por eso Víctor nos dice: “El Espíritu Santo, más que temer a Dios, nos hace temernos a nosotros mismos”. Y añade: “El Espíritu Santo es poseído por el alma y Este nos hace estar en la perfección del espíritu de amor”.



sábado, 17 de septiembre de 2022

Testimonios Ángel Arrabal (III)

 Foto muy antigua del barrio Las Carolinas de Madrid.

 

A partir del segundo año me ofrecieron la sustitución de algunos oficinistas que cogían las vacaciones y esto me permitió conocer directamente varios departamentos (oficina de producción, administración, etc.) y tener una idea global del funcionamiento de la empresa y de los variados personajes con cargos directivos.

 

La fábrica estaba en el barrio  Las Carolinas, al final de la C/ Antonio López. Era una zona, pasado el mercado de Legatpi, entre el río y la Carretera de Andalucía donde sin ser un polígono industrial se acumulaban muchas fábricas y talleres. Entre otras, recuerdo La Suewpps o la Perkins donde trabajaba Marcelino Camacho.

 

Las Carolinas era un barrio obrero de casas bajas levantadas por los propios vecinos en la posguerra, con algunos núcleos de chabolas y muy cercano al barrio de S. Fermín, donde estaba la Colonia de Oroquieta, que es donde vivía Víctor. También estaba muy cerca el barrio de Usera donde Víctor había tenido una tienda de venta de huevos y el barrio de Orcasitas que ya empezaba a ser, con los cientos de infraviviendas, uno de los núcleos del futuro Movimiento Vecinal. A pocos metros de la fábrica estaba también la Obra Social del capuchino P. Laureano de las Muñecas, con una escuela de formación y un internado para niños sin familia, atendido por la Congregación de Misioneras Franciscanas del Suburbio.



miércoles, 14 de septiembre de 2022

Florecillas Espíritu de Ermitaño

 

 Monasterio de San José en Las Batuecas
(Salamanca)

Aunque se trataba de un seglar, no permanecía esos días en la hospedería (de Batuecas), sino dentro del monasterio participando en los actos de comunidad, incluso vestía el hábito de carmelita, con su capa blanca incluida. Ayunaba como los religiosos y se encargaba de los trabajos que le encomendaban (Eva).

 

El desierto de Las Batuecas desapareció con la desamortización de Mendizábal como los demás conventos de las órdenes religiosas. Santa Maravillas lo compró a sus nuevos propietarios y allí construyó un pequeño monasterio de carmelitas descalzas, pues el antiguo monasterio no estaba habitable. Como el P. Valentín de San José era el confesor de la madre Maravillas, consiguió que lo devolviera a los padres carmelitas. Para ello construyó otro monasterio junto al santuario del Cristo de Cabrera al que trasladó las religiosas.

 

Al regresar los monjes, se instalaron en la nueva construcción, pero poco a poco fueron habilitando el antiguo monasterio y cuando ya lo consiguieron, el edificio de Madre Maravillas pasó a convertirse en hospedería, para que, personas interesadas en tener una experiencia de desierto, pudieran pasar algunos días en silencio y asistir a algunos actos con los monjes.

 

Pero a Víctor pronto se le consideró como a un religioso más y por eso vivía en una celda del monasterio y hacía vida de comunidad con los monjes los días que sus vacaciones se lo permitían, es decir: participaba en todas las celebraciones, asistía a sus rezos y a las horas de oración en silencio, incluso se levantaba a media noche para el rezo de maitines, comía con ellos y también trabajaba como ellos en las tareas diarias que el superior le asignaba como a un monje más.   

 

Allí le hizo el Señor pasar las noches oscuras de que habla San Juan de la Cruz, que le purificaron de todas las imperfecciones. Así lo reconoce al confesar: “Año tras año al desierto en mis vacaciones me llegaba, ansioso de llegar estaba, aunque bien me sabía que a sufrir iba. Allí, nada más llegar, todo cambiaba. El Espíritu Santo de la mano me tomaba y todas mis miserias me mostraba”.    



sábado, 10 de septiembre de 2022

Habla Víctor Don de Temor de Dios (I)

Don de Temor de Dios.


Desde los salmos ya se nos invita al temor de Dios, pero este ha de ser filial y no de miedo, antes al contrario, de amor. El temor ha de ser la inclinación que tenemos al pecado. Amor y temor de Dios son dos castillos fuertes, dice Santa Teresa. El Don de temor perfecciona la esperanza, cuyo objeto de esta es la posesión de la bienaventuranza eterna. A su vez nos hace huir de las más pequeñas ofensa hechas a Dios, nos hace crecer en la virtud de la templanza, y frena todas nuestras pasiones, disponiéndonos a renunciar, invitándonos a agradar a Dios.

 

Estas son las palabras de Santa Teresa de Jesús, en el capítulo 40 del libro Camino de Perfección, comentando las palabras del Padrenuestro “No nos dejes caer en la tentación” a las que aquí alude Víctor:

 

Pues, buen Maestro nuestro, dadnos remedio cómo vivir sin mucho sobresalto en guerra tan peligrosa. El que podemos tener, hijas, y nos dio su Majestad, es amor y temor; que el amor nos hará apresurar los pasos; el temor nos hará ir mirando adónde ponemos los pies para no caer por camino adonde hay tanto en que tropezar, como caminamos todos los que vivimos; y con esto, a buen seguro que no seamos engañadas.

Diréisme en qué veréis que tenéis estas dos virtudes tan grandes, y tenéis razón, porque cosa muy cierta y determinada no la puede haber; porque siéndolo de que tenemos amor, lo estaremos de que estamos en gracia. Mas, mirad hermanas, hay unas señales que parece los ciegos las ven, no están secretas: aunque no queráis entenderlas, ellas dan voces que hacen mucho ruido, porque no son muchos los que con perfección las tienen, y así se señalan más. ¡Cómo quien no dice nada: amor y temor de Dios! Son dos castillos fuertes, desde donde se da guerra al mundo y a los demonios” (C. 40, 1-2)




miércoles, 7 de septiembre de 2022

Testimonios Ángel Arrabal (II)

Vista parcial del Barrio de Las Carolinas hacia 1979


 

1- LA ÉPOCA Y EL BARRIO

En el verano de 1967 los jóvenes universitarios leíamos a Marcuse, escuchábamos a los Beatles, y en París se fraguaba el mayo del 68. Los jóvenes de E.E.U.U se hacían hippies y protestaban contra la guerra de Vietnam, mientras se ultimaba el vuelo del Apolo XI a la luna.

 

En la revolución eclesial del postconcilio, Pablo VI publicaba la “Populorum progressio” y hablaba en la Asamblea General de la O.N.U.

En Israel estallaba la guerra de los seis días.

En España, un avión norteamericano con bombas nucleares había caído en Palomares, se aprobaba el trasvase Tajo-Segura y el Tribunal Supremo acababa de declarar ilegal a C.C.O.O.

 

No existían los móviles, estaba a punto de inventarse Internet y Bob Dylan había proclamado que “los tiempos estaban cambiando” y que “la respuesta flotaba en el viento”.

 

Eran los años del desarrollismo, de la llegada masiva del turismo, del vaciamiento del campo hacia las ciudades y de la remesa de divisas de cuatro millones de emigrantes.

Los estudiantes de familias pobres cada vez éramos más numerosos en la Universidad y, muchos, aprovechábamos los tres meses de verano para ayudar a la familia y ahorrar para los gastos del curso. Las embotelladoras multiplicaban su producción en verano y era fácil entrar de peón y acumular muchas horas extraordinarias. Después de pasar por Trinaranjus y La Revoltosa, en junio de 1967, con 19 años, entré como peón en la fábrica que embotelladora Pepsicola y Mirinda. Trabajé allí los veranos de 1967-68 y 69.



sábado, 3 de septiembre de 2022

Florecillas El mejor regalo

Eva, hija de Víctor, con tres de sus sobrinos.

 

Queriéndole hacer algún obsequio en el día del padre, le pregunté que desearía que le regalase. La respuesta no se hizo esperar, y la petición fue la propia de un hombre de fe profunda que tiene claro cuales son los verdaderos valores: “El mejor regalo que me puedes hacer es que vayas a confesarte”. En aquel día, su deseo era muy costoso para mí, porque solo se encontraba disponible para confesar el párroco, con el cual no iba nunca, por tener mucho trato con él. No obstante, como no quería defraudarle, así lo hice. Al salir del confesionario fui a manifestarle que ya había recibido el sacramento. En agradecimiento a mi regalo, me dio un beso con tanta ternura, que aún hoy lo recuerdo. Parecía como si le hubiera hecho el mejor regalo del mundo. (Eva).

 

Algo semejante le sucedió a su hermana Begoña, a quien había pedido el mismo regalo, porque efectivamente, el mejor regalo que le podían ofrecer sus hijas, era comportarse como buenas cristianas limpias de todo pecado.

 

A Eva la costó cumplir con su deseo, no por confesarse, sino por tener que hacerlo con el párroco D. Paco Teresa que tanto la quería que iba a enterarse de sus pequeñas faltas. Pero el deseo de dar una alegría a su padre la dio valentía para hacerlo y la faltó tiempo para acercarse a su padre para comunicarle que ya se había confesado.

 

¡Qué cara de alegría pondría Víctor, qué sonrisa, con qué ternura le daría un abrazo y un beso para no poder olvidarlo jamás! Ella, que como benjamina de la familia fue la más mimada y la que más besos y abrazos recibió de sus padres, sigue recordando de manera especial ese beso tan tierno. El amor es siempre el mejor regalo.