miércoles, 2 de septiembre de 2020

Florecillas. Ermitaño transeúnte.

Monasterio de San José de las Batuecas (Salamanca)



Se encuentra aquí absolutamente en su centro… por eso le consideramos ermitaño transeúnte y en espíritu de Batuecas; y le llamamos el Hermano Víctor” (P. Matías del Niño Jesús).

A Batuecas son bastantes los que se acercan para pasar unos días de retiro o para unos ejercicios espirituales. El ambiente de soledad es muy apropiado para la reflexión y para un encuentro con el Señor. Para esa finalidad se ha habilitado una hospedería en la que pueden hacer sus ejercicios espirituales sin interrumpir para nada la vida de los monjes.

El caso de Víctor es totalmente distinto. Al ser carmelita descalzo seglar y comprobar sus cualidades para la oración contemplativa en un clima de silencio, no dudaron en admitirle en las celdas del monasterio e invitarle a que compartiera con ellos su misma vida y horarios, tanto de oración como de trabajo realizado siempre en silencio. Efectivamente, vivía como un monje más y con una devoción y sencillez que no podían pasar inadvertidas.
 
Víctor en una celda de dicho monasterio.

La soledad y el alejamiento del mundo, aunque no fuera más que unos días al año, le ayudaban a Víctor a encontrarse cara a cara con el Señor. La soledad se convirtió para él en el mejor aliado para conocerse en profundidad, para descubrir el misterio de iniquidad que llevamos dentro, pero sobre todo, fue el lugar donde, en palabras de Oseas : “Le llevó al desierto para hablarle al corazón” (Os 2, 16). Y Jesús le habló al corazón y le transformó radicalmente.

Es precioso el título de ermitaño transeúnte. Con ese título se quiere resaltar que era ermitaño de corazón, que buscaba la soledad para descubrir en profundidad sus faltas e infidelidades de las que estaba arrepentido y pedía perdón, suplicando a la vez al Señor que cambiara su corazón por uno “manso y humilde” como el suyo. Su estado de casado y padre de familia le impedía ser ermitaño permanente como los carmelitas, pero por su espíritu de oración, sus virtudes y su comportamiento ejemplar, mereció que se le diera ese título, único en la historia del monasterio de San José de las Batuecas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario