miércoles, 31 de enero de 2018

Florecillas “Díselo tú”

 
Vista exterior del monasterio de Carmelitas en Sabarís
Sucedió en Sabarís. Víctor y Asunción solían pasar unos días de vacaciones en esa localidad gallega en una casa que alquilaban durante el mes de septiembre, cercana al monasterio de las Carmelitas Descalzas, a las que visitaban con frecuencia con sus hijos. Por eso Eva, cuando sintió la llamada del Señor a la vida religiosa, no dudó en elegir ese monasterio.

Si las visitas eran frecuentes antes de tener a su hija en el monasterio, ya pueden imaginarse lo que sería de ahí en adelante. Aprovechaban sus vacaciones para asistir diariamente a la celebración de la misa conventual de las carmelitas y de vez en cuando pasaban a saludar a su hija y a la comunidad.
 
Víctor y Asunción con unos sobrinos a la entrada del monasterio
Uno de esos años, coincidió con ellos un caballero muy devoto y agradable que también asistía todos los días a la misa conventual de las carmelitas, con el que entablaron cierta amistad. Al salir se saludaban y charlaban amigablemente durante un rato.

Víctor siempre se distinguió por su agradable trato. Puso en práctica el consejo de San Pablo: “Vuestra conversación sea siempre agradable, con un poquito de sal, sabiendo cómo tratar con cada uno” (Col. 4, 6).  Algo tuvo que ver en este modo de proceder el consejo de Santa Teresa a sus hijas, que conocía perfectamente por ser carmelita descalzo seglar y haber leído sus obras en las que dice: “Todo lo que pudiereis sin ofensa de Dios, procurad ser afables y entender de manera que todas las personas que os trataren, que amen vuestra conversación y deseen vuestra manera de vivir y tratar, y no se atemoricen y amedrenten de la virtud. Mientras más santas, más conversables, y que, aunque sintáis mucha pena si no van sus pláticas todas como vosotras desearíais, nunca os extrañéis de ellas, si queréis aprovechar, Que esto es lo que mucho hemos de procurar: ser afables y agradar y contentar a las personas que tratamos” (C. 41, 7).
 
Víctor y Asunción en la iglesia del monasterio de Sabarís
Al salir de misa, tanto al saludarse como al despedirse después de una breve pero agradable charla, este caballero, al que no conocían anteriormente de nada y con el que no volvieron a encontrarse, siempre estrechaba sus manos con las de Víctor y a Asunción la daba un par de besos.

Cuando Asunción vio que esto se repetía día tras día, sintiéndose incómoda ante semejante situación, creyendo que le podía molestar a Víctor, se dirigió a él para pedirle: “Dile que no me bese”. A lo que él, riéndose y con mucha ironía la contestó: “Díselo tú, a mí no me molesta”.  
  

El caso resultaba de lo más simpático e inocente. Cuando lo recordaban, no podían menos de celebrarlo y reírse. Al contárselo a sus hijos y a sus nietos, Víctor se gloriaba de que su esposa siguiera siendo tan atractiva.

sábado, 27 de enero de 2018

Gracias y Favores Raúl Porras (II)

Raúl Porras, su esposa Patricia, sus tres hijos y Begoña, hija de Víctor

El P. José Francisco le respondió agradeciendo su testimonio y animándole a que, además suplicara la curación en estos términos:

“Me dice mi sobrina Begoña que su esposa anda en silla de ruedas. ¿No se les ha ocurrido encomendarse a Víctor para que él les obtenga del Señor el milagro de poder andar sin necesidad de silla de ruedas? No dejen de hacerlo y pídanselo con mucha fe y no dejar de pedírselo hasta conseguirlo, pues si se lo piden con mucha fe y se lo piden hasta conseguirlo, el milagro está asegurado…Yo me uno desde ya a su petición en la seguridad de ser escuchados”.
 
Nuestra Señora de Guadalupe
La respuesta de Raúl Porras no se hizo esperar y en unos términos que nos pueden dejar desconcertados y desde luego maravillados, pues no se inclina a pedir ese favor por considerar que el Señor ya le ha otorgado un milagro mucho mayor por intercesión de Víctor: El don de la conversión.

“Ciertamente que el mal que aqueja a mi mujer es lamentable y verla nuevamente de pie sería digno de una ministración (sic) milagrosa. Su condición obedece a un padecimiento degenerativo y progresivo por momentos muy agresivo. El diagnóstico más socorrido fue fibrosis quística en la zona lumbar de la médula ósea, aunque fue muy debatido y los médicos no estuvieron de acuerdo, de hecho hubo otros tres diagnósticos más. Recorrimos decenas de clínicas para obtener mejoría sin éxito, incluso fue sometida a una cirugía y a diversidad de tratamientos y terapias dolorosas prolongadas y costosas. En 2003 fue desahuciada. Para los médicos no había más que hacer y ella dejó de andar, comenzó a morir.

En la actualidad el mal está muy avanzado, las condiciones materiales son realmente difíciles, involucra deterioro en huesos y tejidos musculares, venosos, neuronales, incluso hormonales, no obstante ello, sabiendo la seriedad de la causa y dado el profundo amor que sentimos hacia Dios y hacia nuestra querida hermana Bego, ahora hacemos oración a Víctor Rodríguez como intercesor de su salud.
 
Catedral de México

Desconozco en que medida la Iglesia puede considerar milagrosa una curación de esta naturaleza; de manera simplista me quiero imaginar hasta que camine nuevamente, como Lázaro, pero a fe mía que la intercesión de Víctor es mucho más que eso, es más misteriosa, se dirige hacia dentro del ser, opera cambios en el ánimo, en la forma de ver la vida y de enfrentarse a los problemas, es la fe en la fe misma, como un analgésico al dolor; el bienestar que conlleva es espiritual y no siempre material y ya se ha dado en ella también, es como recibir primero la gracia de una aceptación de las cosas que son implacables, brutales, que somos vulnerables al dolor, al daño que provoca una enfermedad, pero que a pesar de ello se puede vivir, sonreír a la vida. Se asume la esperanza de que mañana será distinto porque estamos cerca de Dios y todo es con Él. Entonces uno se hace más fuerte…Este es el testimonio que poseo.



miércoles, 24 de enero de 2018

Gracias y favores Raúl Porras (I)

Raúl Porras con su esposa Patricia, sus hijos y Begoña
  

Begoña, hija de Víctor, durante los años que vivió en México como misionera, entabló amistad con Raúl y su esposa Patricia que caminaba en silla de ruedas, situación que no aceptaban con resignación cristiana. Cuando Begoña les comunicó que su padre estaba enfermo de gravedad, se pusieron a orar por su salud, y como respuesta, Víctor les consiguió del Señor la gracia de aceptar que Patricia estuviera en silla de ruedas. Veamos como lo describe Raúl en su correspondencia con el P. José Francisco.

P. José Francisco Rodríguez:

Motivado por la causa para beatificar a D. Víctor Rodríguez Martínez, padre de nuestra querida hermana Begoña, me dirijo a usted para compartir mi experiencia. En casa sabíamos de su vejez y su enfermedad, luego hace más de un año nos enteramos que su situación había empeorado, estando tan lejos de él y su familia utilizamos este gran recurso que tenemos las familias católicas de la oración, pedir por su salud y su bienestar formó así parte de nuestra plegarias cotidianas, como si le conociéramos de facto y continuamos así hasta enterarnos de su deceso.

Respetuosamente le comparto que soy jefe de hogar, de mí dependen esposa y tres hijos. Dada la cantidad de problemas y limitaciones que hemos afrontado, lo mío ha sido una especie de apostolado nada voluntario, había padecido una vivencia para alguno comparable a la de Job, sin trabajo justo y estable desde hace mucho tiempo, he tenido que compartir mi fe, salud y energía con ellos, carencias, enfermedad y discapacidad han sido lugar común entre nosotros, difícil describirlos en una sola carta. A veces me tenía a disgusto, alejado del Señor, estando inconforme, enojado, siempre triste y por momentos incapaz.

Pero entrándome yo en oración por nuestro hermano Víctor, sentí su santidad, me di cuenta de ello, así lo comenté a su hija Begoña por correo. Orando entendí que mi pesar e incertidumbre no eran únicos, sino compartidos por otros que como él mismo llevamos una carga pesada. Somos especiales, porque tal condición obliga a tener cerca a Dios, a través del dolor de los nuestros y de nosotros mismos. ¿Por qué mediante dolor y pobreza? No lo sé y no lo entiendo, pero comprendí que personas como Víctor son el medio que tiene el Señor para aliviar un poco estas condiciones, porque nos enseñan la fortaleza de la fe de nuestro Señor Jesucristo y de su divino sacrificio.

Teniéndolo como testimonio de santidad encontré una paz que jamás había tenido, es una tranquilidad con la que aprendí de pronto a abandonarme realmente a Dios. ¿Me hice irresponsable? No dudo, y esté seguro, padre, que Dios a quien no se le va una, habría sido el primero en recriminar mi incuria; aun desconociendo la intención de beneficiarlo yo me había dado cuenta de la mejoría espiritual de toda mi familia y desde luego de mí mismo, así que lo sigo teniendo presente como si viviese aún.

Tal es el motivo que me acerca ahora a usted, le solicito informarme si esta experiencia en la que hay mayores elementos, puede testimoniar para su beatificación y de que manera debo presentarla, también la forma de hacer aportación económica a su causa.


Raúl Porras

sábado, 20 de enero de 2018

Testimonios Asunción (VI)

Ejemplo de taquillas. Víctor nunca cerraba la suya con llave.

Pregunta: ¿Qué más recuerda sobre la santa vida de su santo esposo?
Respuesta: Recuerdo que en la fábrica donde trabajaba, nunca dejaba la taquilla cerrada y en varias ocasiones se dejó el sueldo en ella. Cuando yo se lo pedía, decía que se le había olvidado y al día siguiente siempre lo encontraba intacto. Así eran de respetuosos con él, por entonces, sus compañeros, pues luego le hicieron mucho sufrir, como él mismo lo da a entender en sus Hechos de Vida.

Siempre se apartaba de las conversaciones vanas. En el trabajo, en la hora del bocadillo, al principio lo comía con los demás, pero más tarde dejó de llevar el bocadillo y mientras sus compañeros lo comían, él se dedicaba a rezar el rosario, debido a que las conversaciones de sus compañeros no eran nada edificantes.
 
Rezaba el rosario durante el descanso en el trabajo
Además de visitar a los enfermos en el hospital estando en Madrid, como ya queda dicho, en Velillas del Duque a donde nos trasladamos a vivir desde Madrid, iba a visitar a los enfermos a las casas. Había un enfermo llamado Eulogio, que estuvo 20 años en cama, sólo cuidado por su mujer, pues no tenían hijos. Víctor iba a charlar con él y a hacerle compañía. También en Sabarís (Pontevedra), aun estando de vacaciones, visitaba a los enfermos y hasta llegó a curar a algunos de ellos usando reliquias de Santa Teresa y Santa María Maravillas.

Visitaba y compartía con los enfermos
Viviendo en Velillas del Duque fuimos un día al pueblo donde él había nacido y al llegar a su pueblo, se enteró que había en el pueblo un vecino que se estaba muriendo. Se llamaba (X) y había sido amigo suyo durante los años que vivió en su pueblo.

Después de saludar al enfermo y charlar un rato con él y con las personas que estaban acompañándole, dijo a los que le estaban acompañando que por favor le dejaran un rato solo con el enfermo, como así lo hicieron. Y no sé lo que le diría, lo cierto es que, a pesar de que su vida no había sido nada religiosa, al terminar de hablar con Víctor, pidió confesión y comunión y murió después de confesarse y de recibir la comunión y la unción de enfermos.

Para terminar diré que dejó huella en muchas personas, pues lo suyo era ayudar a todos, con todo amor, por amor a Dios y por amor a cada uno de ellos y que no pasa ni un día que no me acuerde de él y que pida a él por mí y por todos.

Así concluye el testimonio de la persona que más años compartió con Víctor y que fue el mejor testigo de su evolución espiritual. Destaca que siempre fue caritativo, aún antes de su conversión, como se comprueba en la cesión de su casa familiar a su amigo Nozal mientras reparara la suya que había sufrido un incendio, o cuando la cedió para que en ella se celebrara el velatorio del que había sido su socio.


miércoles, 17 de enero de 2018

Testimonios. Asunción (V)

Relojería del Sr. Nozal en Medina del Campo al lado de la Parroquia San Miguel


Pregunta: Aparte de su caridad con los pobres, ¿recuerda algún otro acto significativo suyo de caridad?
Respuesta: Víctor era amigo de un señor llamado Mariano Nozal. El tal señor Nozal no iba nunca a misa. Víctor comenzó a tratar con él y llegaron a hacerse muy amigos y como fruto de su amistad con él, comenzó a ir a misa y no volvió a dejarla. A este amigo de Víctor se le quemó la casa. ¿Y qué hizo Víctor con este su amigo cuando se le quemó la casa? Que le prestó la casa que teníamos nosotros en el centro de Medina del Campo, para que viviera en ella hasta que arreglara la suya que se le había quemado. Mientras tanto nosotros nos fuimos a vivir a las afueras de Medina, en la casa que teníamos en la granja. Nos trasladamos nosotros de una casa céntrica y mejor acomodada, a otra a las afueras y peor acomodada, para que él se alojara con su familia en la que nosotros vivíamos. Así era Víctor de caritativo.

También recuerdo que cuando murió el señor que nos había comprado el comercio de alimentación que teníamos en Medina del Campo, como su casa la tenía detrás del establecimiento y era muy pequeña, viendo que no reunía condiciones para el velatorio, sin que ni siquiera se lo pidieran, ofreció a la familia su propia casa para que hicieran en ella el velatorio, e incluso él mismo llevó a hombros al difunto de su casa a la nuestra, para que allí le velaran.
 
Víctor fue donante de sangre

Era también donante de sangre y sintió mucho cuando se la desecharon por razón de su enfermedad, pues no había oportunidad que se le presentara para hacer acciones de caridad que no las aprovechara como en estos casos que ahora recuerdo.

Pregunta: Su hija Eva habla de los trabajos de Víctor en la parroquia a la que  ustedes pertenecían cuando vivían en Madrid. Dígame algo sobre el particular.
Respuesta: Cuando nos trasladamos a Madrid para poder sacar los hijos adelante, pues nos habíamos arruinado y perdido la granja que teníamos, una vez conseguido trabajo e instalarnos, Víctor no dudó en ofrecerse al párroco para lo que necesitase. En Villaverde Bajo donde vivíamos, se estaba iniciando la parroquia de San Clemente Romano y allí Víctor ayudó en todo lo que pudo, pues de momento la Iglesia eran los bajos de un local vacío y había que acondicionarlo. Él no dudó en ir por las casas y conventos pidiendo donativos, sillas, bancos, alfombras, cualquier cosa que sirviera para acondicionar la parroquia y los salones parroquiales.
 
Exterior de la Parroquia San Clemente Romano en Madrid

Además recuerdo que implicó a algunos de sus compañeros de trabajo para que les ayudasen a hacer los servicios que no había. Estos compañeros, siempre comían en nuestra casa. Ellos ponían el trabajo y nosotros les dábamos de comer.
Pasaba muchas horas en la parroquia, no sólo haciendo oración, sino ayudando en el despacho parroquial, pasando en los libros el registro de todos los bautizos, matrimonios, etc.





sábado, 13 de enero de 2018

Testimonios Asunción (IV)


Parroquia de San Clemente Romano a la que Víctor acudía a orar

Pregunta: Dice Víctor en los escritos suyos que dejó al morir, que muy de madrugada se iba a la iglesia a orar y que allí se pasaba el resto de la noche. ¿Estaba usted enterada de ello?
Respuesta: Me consta que iba todas las noches a hacer oración a la iglesia hasta que su director espiritual le aconsejó que no lo hiciera por lo peligroso que era caminar de noche por Madrid. A partir de entonces, seguía pasando las noches en oración, sólo que, en lugar de hacerlo en la iglesia, lo hacía en casa. En cuanto al tiempo que pasaba en oración en la Iglesia, lo mismo durante el día que durante la noche, ordinariamente lo pasaba de rodillas. Tal es así, que llegaron a salirle callos en las rodillas.

Pregunta: ¿Le vio llorando alguna vez a Víctor, y cuál era la causa?
Respuesta: Le vi llorando muchas veces, pues lloraba muchas veces los últimos años de su vida. Yo le preguntaba por qué lloraba y me respondía: No lo sé. Otras veces, al preguntarle por qué lloraba, cambiaba las lágrimas por una sonrisa. Lloraba sobre todo después de comulgar. Cuando volvía de comulgar volvía frecuentemente llorando, pero su llanto no era un llanto doloroso, sino un llanto lleno de paz.
 
Víctor y Asunción con la familia de su hija Tere

Pregunta: ¿Cuál fue la causa de trasladarse a vivir de Madrid a Velillas del Duque?
Respuesta: El dejar Madrid para ir a vivir a Velillas, fue debido a que, nuestro hijo, que hacía de portero en la casa en que vivíamos, dejó de trabajar como portero y antes de alquilar casa en Madrid, decidimos ir a Velillas del Duque, donde teníamos casa propia que yo había heredado de mis padres. Por supuesto que buscábamos también llevar una vida más tranquila y un ambiente menos contaminado, física y espiritualmente, como el de Madrid.
 
Mendigo solitario

Pregunta: Begoña dice de su padre Víctor que veía a Jesús en los pobres y que su gran deseo era que comieran en su casa y sentarlos con él a su mesa. ¿Recuerda algún hecho de su vida especialmente significativo sobre cómo trataba a los pobres?
Respuesta: Aparte de que no podía ver ningún pobre que no le socorriera, recuerdo que en una ocasión llegó a casa un pobre y hablando con él le dijo: ¿Pasará usted mucho frío? El pobre le dijo: “Mucho, mucho frío pasamos pidiendo por las calles”. Entonces él, sin mediar más palabras, fue al armario, cogió el abrigo que tenía casi recién estrenado, y se lo dio. Él, que era muy friolero, se desprendió sin más del abrigo para dárselo al pobre. En otra ocasión fue a pedir a su casa una mujer y le preguntó si tenía comida para comer aquel día. Ella le dijo que no. Entonces me dijo a mí: “Anda, prepárala comida y se la das”, como así lo hice con todo gusto. Esto por poner algunos ejemplos. Lo cierto es que no podía ver a un pobre que le pidiera o que viera pidiendo limosna que dejara de socorrerles con todo amor, por amor a los pobres y por amor a Jesús, a quien veía en los pobres.



miércoles, 10 de enero de 2018

Testimonios Asunción (III)


Víctor en la Congregación de San Felipe Neri

Pregunta: ¿Qué recuerda de Víctor como miembro de la Congregación de San Felipe Neri?
Respuesta: Que visitaba un hospital y hacía allí lo que dice mi hija Begoña. A todo lo que ella dice, yo añado que le eligieron Hermano Mayor de la Congregación y aunque él les pedía que no le eligieran, le eligieron año tras año durante seis años consecutivos. Recuerdo también la siguiente anécdota. Como le veían tan recogido en el Oratorio de San Felipe Neri, algunas mujeres se acercaron a él para pedirle que las confesara. Él las señalaba dónde estaba el sacerdote y las decía: Ahí está el sacerdote. Yo soy un padre de familia.

Pregunta: Víctor era también adorador nocturno. ¿Qué me dice sobre esa faceta de su vida?
Respuesta: Doy fe de que era efectivamente adorador nocturno y que no sólo no faltó nunca el día que le correspondía, sino que en lugar de pasar el tiempo de adoración establecido para los adoradores, él se pasaba la noche entera adorando al Santísimo. Le tocaba adorar el Santísimo los días 21 de cada mes. Fue una coincidencia que su muerte ocurriera precisamente el 21 del mes de febrero, como lo hace resaltar mi hija Begoña.
 
Monasterio de San José de Las Batuecas

Pregunta: Dígame algo sobre su vida en Batuecas.
Respuesta: Como dice mi hija Eva sobre este particular, la temporada que pasaba todos los años en el Desierto de Las Batuecas, la pasaba entregado a la oración y haciendo vida de carmelita descalzo con los carmelitas descalzos. También se ocupaba en trabajar algo en la huerta.
Al anunciarme que iba a pasar sus vacaciones en Batuecas, me dijo que era para hacer oración todo el tiempo y desde el primer año ya me indicó que su intención era seguir haciéndolo en años sucesivos. Al principio pasaba todas las vacaciones en el Desierto de Las Batuecas mientras que yo iba con los hijos a veranear a Sabarís (Pontevedra), pues a mí, el baño en el mar me hacía mucho bien para la salud y no lo perdía ningún año. Después que el P. Valentín le aconsejó que dividiera el tiempo de vacaciones, pasaba la mitad de las vacaciones en el Desierto y la otra mitad con la familia.
 
Víctor y Asunción, modelo de esposos
Pregunta: ¿Qué dice de Víctor como marido?
Respuesta: Que aprendí de él muchas cosas buenas. La primera de ellas, rezar el rosario que yo no sabía rezar, pues en casa de mis padres no se rezaba el rosario. Nunca impedimos tener hijos, pues todo nuestro amor iba dirigido hacia Dios y hacia ellos. En los 65 años que hemos vivido juntos, hemos estado siempre muy unidos el uno al otro y los dos en el Señor. Ha sido un marido maravilloso. Mejor, imposible. No pasa ni un día que no me acuerde de él y que no le pida por mí y por todos.





sábado, 6 de enero de 2018

Florecillas Víctor el despertador

     
Joven durmiendo

De nuevo, al hablar de las florecillas,  nuestra protagonista es Eva, la más pequeña de sus hijos. Se encontraba en la víspera de un examen, y no es que se distinguiera por preocuparse o angustiase excesivamente  por los estudios, pero cuando había exámenes de por medio, sí se lo tomaba en serio y se aplicaba a fondo, para recuperar el tiempo perdido y obtener al menos el aprobado.

Pues uno de esos días que tocaba examen al día siguiente y quería madrugar para tener recientes los conceptos, se encontró con que el reloj despertador, para un día que lo necesitaba con urgencia, estaba algo averiado y no se podía fiar de él. Lamentándose en voz alta de ese percance, llegó a escucharlo Víctor que, para tranquilizarla le dijo: No te preocupes. ¿A qué hora necesitas levantarte? Yo te llamo a la hora que quieras.

Reloj despertador

Muy bien pudo decirla: trae el despertador para ver si te lo puedo arreglar para que puedas dormir tranquila y segura de que no te fallará, pues tenía algunos conocimientos de relojería, ya que Víctor, que era lo que llamamos “un manitas”, en Medina del Campo, su mejor amigo, Mariano Nozal, era relojero y con él pasaba muchos ratos charlando y ayudándole en su relojería adosada a la Iglesia de San Miguel, propietaria del local.

Como Eva aún no se había enterado de que su padre se pasaba la mayor parte de la noche en oración y que se levantaba al poco tiempo de ir sus hijas a dormir, no se fió mucho de su ofrecimiento y le dijo: “¿Si te pido que me despiertes a las dos o a las tres de la madrugada me vas a despertar?”.

Y Víctor, con su característica sonrisa que infundía paz y confianza, se limitó a decirla: Sí. Te llamo a la hora que quieras”.

Orante nocturno.

Y Víctor no falló. A la hora concertada, con la misma exactitud que un reloj, la despertó para que pudiera preparar el examen. Seguro que esa noche no se limitó a estar pendiente de despertarla, sino más bien de orar y pedir al Señor que ayudara a su hija, iluminara su memoria, fuera tranquila al examen y aprobara.

Su hija, al comprobar que su padre había cumplido fielmente con su palabra, no pudo menos de reconocer “que el reloj fue exacto y muy barato porque no gastaba pilas. Las pilas las recargaba él continuamente en la oración”, dando a entender con estas palabras, que no solamente la despertó a la hora concertada, sino también, que con sus oraciones, contribuyó a que aprobara su examen. 


miércoles, 3 de enero de 2018

Testimonios. Asunción (II)

Foto de Asunción su esposa

Pregunta: Su hija Begoña dice lo austero que era su padre en la comida y cómo no cenaba más que una manzana y por tiempos nada. ¿Qué dice usted sobre ese particular?

RespuestaAsí es claramente y tanto es así, que un amigo suyo del pueblo, llamado Fortunato, le decía que cómo podía mantenerse así. El se sonreía y le decía que no lo necesitaba.

Pregunta: También dice su hija Begoña que el día de Viernes Santo ayunaba a pan y agua a pesar de que usted le porfiaba que tomara algo caliente. ¿Da usted fe de ello?

RespuestaNo sólo ayunaba a pan y agua el día de Viernes Santo, sino que ayunaba también a pan y agua el día de Jueves Santo y nunca dejaba de hacerlo por más que yo le porfiaba, Su respuesta era siempre esta: A mí dejadme que coma esto.

Su cena consistía en una manzana

Pregunta: Aparte de su ayuno a pan y agua, ¿cómo celebraba él, el Jueves y el Viernes Santo?

RespuestaÉl, después de asistir el Jueves Santo al acto litúrgico con toda la familia, se quedaba velando al Santísimo el resto del día y la noche entera. Sólo en la mañana del Viernes Santo descansaba unas horas y volvía a velar al Santísimo, empalmando con la celebración del acto litúrgico del Viernes Santo. El Viernes Santo, aparte del ayuno a pan y agua, asistía al acto litúrgico y luego de terminado este, se pasaba largas horas adorando la Santa Cruz.
Estando en el pueblo de Velillas del Duque, el párroco, que tenía que atender a tres pueblos, le dejaba las llaves de la Iglesia para que la tuviera abierta en las horas que él le indicaba, para que los fieles pudieran adorar al Santísimo el día de Jueves Santo y a la Santa Cruz el día de Viernes Santo, durante ese tiempo y para que él pudiera hacerlo durante el tiempo que deseara, lo mismo durante el día que durante la noche.

Ayunaba a pan y agua.
Pregunta: Su hija Begoña dice que en las temporadas que pasaba de vacaciones en Sabarís (Pontevedra) con la familia, visitaba enfermos y que sólo con tocar con las reliquias de los santos a los enfermos, unos mejoraban y otros curaban. ¿Da fe de ello y qué reliquias eran las que llevaba?

RespuestaDoy fe de que era así y que entre las personas que curaron, una de ellas fue un familiar de la familia en cuya casa pasábamos nosotros las vacaciones. Las reliquias que llevaba eran de Santa Teresa de Jesús y de Santa María Maravillas.

Pregunta: ¿Cómo llevaba su vida de Carmelita Descalzo Seglar?


RespuestaEstando en Medina del Campo, donde ingresó de joven como carmelita descalzo seglar, asistía a todos los actos de los carmelitas descalzos seglares, cosa que dejó de hacer cuando se ausentó de Medina del Campo, pues viviendo lejos de Medina del Campo, a cuya comunidad no dejó nunca de pertenecer, no podía asistir a ellos, al vivir fuera de Medina del Campo. Lo que nunca dejó es de hacer los rezos propios de los carmelitas descalzos seglares y de leer a Santa Teresa, a Santa Teresita y sobre todo a San Juan de la Cruz, cuyas Obras no se le caían de las manos, llegando a aprendérselas casi de memoria y cuyas enseñanzas hizo vida de su vida.