miércoles, 12 de diciembre de 2018

Testimonios. P. Juan Jesús Sánchez (I)


P. Juan Jesús, sacerdote Carmelita Descalzo

 Primeros recuerdos

Conocí al Señor Víctor en 1956 en Medina del Campo. Era un hombre en plena juventud y madurez humana, pues aunque sólo tenía 33 años, llevaba ya varios años casado, y era padre de familia numerosa. Parecía una persona rebosante de personalidad y muy seguro de sí mismo, apoyado en su familia y en sus prósperos negocios. Era dueño de una buena granja avícola en las afueras de Medina del Campo y era dueño también de una tienda de comestibles en la calle Maldonado, situada en la zona céntrica de la ciudad, teniendo vivienda en ambos lugares.

El Sr. Víctor era un buen amigo de la comunidad y del seminario menor carmelitano de Medina del Campo, pues además de tener dos hermanos religiosos carmelitas, él mismo era terciario carmelita y colaborador del centro. A los seminaristas nos resultaba una persona familiar.

Seminario carmelitano de Medina del Campo
donde se conocieron el P. Juan Jesús y Víctor.

 Siendo seminarista tuve la oportunidad de tratar directamente con el Sr. Víctor en una campaña de vacunación del gallinero carmelitano enclavado en una finca cercana a la ciudad. Me tocó ser uno de sus ayudantes o colaboradores en la provisión de las aves. Me quedó muy buena impresión humana de las horas que pasé a su lado: sociable, alegre, optimista e interesado por nuestros estudios y vocación religiosa.

Es cierto que se le notaba también que llevaba un estilo de vida un tanto aburguesado. Centrado, como era normal, en el mundo material. Pienso que le gustaba vivir bien y disfrutar de la vida sin demasiadas preocupaciones ni compromisos cristianos. Le recuerdo fumando siempre puros de marca.

Desde 1959 perdí prácticamente, durante mucho tiempo, toda clase de relación, debido a mi trayectoria vocacional y sacerdotal de carmelita descalzo, aunque supe posteriormente que fracasaron espectacularmente todos sus negocios medinenses, afectados por la crisis nacional e internacional del sector.

Víctor y Asunción con sus tres hijos mayores en la granja de Medina del Campo

Sabía también que la quiebra económica del Sr. Víctor le había impactado profundamente, replanteándose completamente toda su vida, hasta producir en él una auténtica conversión espiritual.

Vivía plenamente centrado en su familia y en su nuevo trabajo, dedicando el mayor tiempo posible a su vida cristiana: sacramentos, especialmente la eucaristía diaria, los ejercicios espirituales, la oración y el cumplimiento fiel de su ideal de terciario carmelita y adorador nocturno, procurando cumplir al mismo tiempo sus compromisos cristianos a favor de la justicia, el bien común y los más pobres y necesitados.


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