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P. Juan Jesús, sacerdote Carmelita Descalzo |
Conocí
al Señor Víctor en 1956 en Medina del Campo. Era un hombre en plena juventud y
madurez humana, pues aunque sólo tenía 33 años, llevaba ya varios años casado,
y era padre de familia numerosa. Parecía una persona rebosante de personalidad
y muy seguro de sí mismo, apoyado en su familia y en sus prósperos negocios.
Era dueño de una buena granja avícola en las afueras de Medina del Campo y era
dueño también de una tienda de comestibles en la calle Maldonado, situada en la
zona céntrica de la ciudad, teniendo vivienda en ambos lugares.
El
Sr. Víctor era un buen amigo de la comunidad y del seminario menor carmelitano
de Medina del Campo, pues además de tener dos hermanos religiosos carmelitas,
él mismo era terciario carmelita y colaborador del centro. A los seminaristas
nos resultaba una persona familiar.
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Seminario carmelitano de Medina del Campo donde se conocieron el P. Juan Jesús y Víctor. |
Es
cierto que se le notaba también que llevaba un estilo de vida un tanto
aburguesado. Centrado, como era normal, en el mundo material. Pienso que le
gustaba vivir bien y disfrutar de la vida sin demasiadas preocupaciones ni
compromisos cristianos. Le recuerdo fumando siempre puros de marca.
Desde
1959 perdí prácticamente, durante mucho tiempo, toda clase de relación, debido
a mi trayectoria vocacional y sacerdotal de carmelita descalzo, aunque supe posteriormente
que fracasaron espectacularmente todos sus negocios medinenses, afectados por
la crisis nacional e internacional del sector.
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Víctor y Asunción con sus tres hijos mayores en la granja de Medina del Campo |
Sabía
también que la quiebra económica del Sr. Víctor le había impactado
profundamente, replanteándose completamente toda su vida, hasta producir en él
una auténtica conversión espiritual.
Vivía
plenamente centrado en su familia y en su nuevo trabajo, dedicando el mayor
tiempo posible a su vida cristiana: sacramentos, especialmente la eucaristía
diaria, los ejercicios espirituales, la oración y el cumplimiento fiel de su
ideal de terciario carmelita y adorador nocturno, procurando cumplir al mismo
tiempo sus compromisos cristianos a favor de la justicia, el bien común y los
más pobres y necesitados.
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