miércoles, 30 de octubre de 2019

Habla Víctor. Gracia de orar en todo momento.

Víctor comiendo y dando gracias a Dios por los alimentos.


Varios años tuve y tengo de poseer la gracia de estar orando, ya fuese comiendo, trabajando, viajando, e incluso cuando estaba dialogando con personas. Siempre rogando y rogando por todos mis compañeros que tanto me hacían sufrir.

¿Cómo ha podido conseguir Víctor esa gracia casi exclusiva de algunos santos, de orar en todo momento, cuando muchos monjes apartados del mundo no lo consiguieron?

Víctor trabajando en el patio de su casa con la mente puesta en Dios.

No creo que Víctor se plantease, como se plantearon los monjes de los primeros siglos el cumplir con el precepto del Señor de orar siempre, sin interrupción, día y noche, pero si descubrió, como ellos, que era posible hacerlo impregnando de espíritu de oración todas las obras, dirigiendo a Dios el pensamiento mientras trabajaba, e incluso durante el sueño. Víctor se había enamorado de tal manera del Señor, que en su vida lo único importante era Dios, convencido como su santa madre Teresa de Jesús, de que “Sólo Dios basta”.

Pudo conocer y que influyera en él, un libro titulado El Peregrino Ruso, que habla de un laico que recorre distintos lugares y países en busca de un método de oración continua, como la que practicaban los monjes. Su director espiritual o staretz le explica en ese libro qué es la oración continua y lo que debe hacer para conseguirla. Dice así:

 “La continua oración interior a Jesús es una llamada continua e ininterrumpida a su nombre divino, con los labios, en el espíritu y en el corazón; consiste en representarlo siempre presente en nosotros e implorar su gracia en todas las ocasiones, en todo tiempo y lugar, hasta durante el sueño. Esta llamada se compone de las siguientes palabras: “Jesús mío, ten misericordia de mí”…. Dilo moviendo dulcemente los labios y dilo en el fondo de tu alma. Procura alejar todo otro pensamiento. Permanece tranquilo, ten paciencia y repítelo con la mayor frecuencia que te sea posible”.

Víctor dialogando, consciente de que Dios está presente con ellos.

Es probable que Víctor conociera y pronunciase esas palabras durante la dura noche oscura que pasaba durante sus estancias en el desierto de las Batuecas y en los momentos de reflexión sobre sus pecados. Lo cierto es que constantemente repetía el Ave María mientras pasaban por sus manos las botellas de Pepsi-Cola, y que el Rosario era su compañero de viaje. ¡Cuántos miles de veces saldrían de sus labios y de su corazón las palabras, Ave María!

Si a San Simón de Rojas, religioso trinitario, por pronunciar con frecuencia el Ave María se le llamaba “padre Ave María”, a Víctor, por el rezo constante del rosario, se le podría llamar “Hermano Rosario”.

sábado, 26 de octubre de 2019

Florecillas. La abuela me roba la intimidad.

Iglesia de la residencia de ancianos
en Medina del Campo.

Aquí en Medina me siento mucho mejor que en el pueblo, no tengo problemas ni con la misa ni con la oración. Únicamente es la abuela la que me roba la intimidad, porque sigue dándole a la lengua. (Carta de 28 de enero de 2003 a Eva María y Raquel)

Comparando a Medina del Campo con Velillas del Duque, reconoce que, dada su edad y sus limitaciones, en Medina del Campo tenía muchas más facilidades para ser atendido en sus enfermedades y, sobre todo, para asistir diariamente a la Eucaristía, dada la abundancia de iglesias, y de que, al menos tres de ellas estaban a menos de cuatrocientos metros de su domicilio: La Colegiata, la de los PP. Carmelitas y la del Asilo, que era la que más frecuentaba por celebrarse misa a primera hora del día.

 Víctor y Asunción dialogando amigablemente.

Ya no tenía que desplazarse a los pueblos cercanos caminando, ni dependía de que otros le pudieran llevar. Es más, ni siquiera tenía que abrigarse tanto en invierno para no congelarse, pues el clima de Medina es más benigno y todas las iglesias disponían de buena calefacción. Más facilidades, imposible.

Contaba también con la Iglesia de los Carmelitas Descalzos, a la que acudía al menos a las reuniones del Carmelo Seglar y la de las madres Carmelitas Descalzas, nada menos que la segunda fundación de Santa Teresa a la que asistía todos los domingos. No es extraño que en ese sentido se encontrase feliz y contento.

 Víctor y Asunción cuando Víctor ya padecía de alzheimer.

De lo único que se lamenta, y lo hace más en plan de guasa y con buen humor para que su hija Eva María y su nieta Raquel se rieran un poco, es de que Asunción, que siempre fue su cómplice, tanto de sus prácticas de oración como de sus sacrificios, siguiese “dándole a la lengua”, pues seguía siendo la misma de siempre y preocupándose de él más cada día, a medida que sus facultades iban disminuyendo.

Toda esa bonanza solamente se vino abajo cuando el alzheimer fue tan avanzado, que le imposibilitó el poder comunicarse y hasta tuvieron que llevarle unas horas a DIA para poder descansar y organizarse en el hogar. Pero en esas fechas ya no era consciente de lo que le estaba sucediendo, aunque no dejara de sentir cuando tenía que separarse de su esposa con la que se sentía más seguro.




miércoles, 23 de octubre de 2019

Testimonios. Daniel Colorado (III)

Embotelladora de Pepsi-Cola como en la que trabajan Víctor y Daniel Colorado


En la fábrica, como él estaba al frente del comité de la empresa y no le pillaban en nada, la empresa ofreció dos pisos a los trabajadores más necesitados, uno debía ser asignado por Víctor como representante que era del comité de empresa de la fábrica. Esto lo hacían porque sabían que Víctor vivía en un piso alquilado y que estando más necesitado que nadie, fuera a él a quien se asignara el piso, con lo cual, el Comité de los obreros de la empresa, que era el que representaba Víctor, quedaba vendido a la empresa, pues entonces Víctor se vería obligado a defender los intereses de la empresa en lugar de defender los intereses de los trabajadores a los que él representaba y por los que él trabajaba.

Pero Víctor no cayó en la trampa, sino que me preguntó a mí quien me parecía a mí que debía ser la persona a la que se le podía designar el piso ofrecido por la empresa, y al que yo le dije, a ese fue al que se le asignó.

Víctor en el hospital asistido por sus nietos Carlos y Rebeca.

En la fábrica hizo mucho bien a los obreros y encima se reían de él. Le llamaban Padre Víctor. La gente se mofaba de él. Él tenía mucha paciencia y no se enfadaba por nada. Asumía las cosas por adversas que fueran con conformidad asombrosa.

A causa de los grandes esfuerzos físicos en el trabajo, Víctor contrajo una enfermedad grave en el corazón. Entonces fue al médico del corazón y éste, después de reconocerle, le dijo que tenía que operarse, pues todos los que estaban como él, según las estadísticas, no solían vivir más de un año. Él dijo que él no se operaba. Que fuera lo que Dio quisiera. Por aquel entonces tendría 62 años y murió a los 87 años. Es decir, que el médico le dio vida para un año y Dios se la dio 25 años más.

Hospital 12 de Octubre en Madrid.

Los últimos años de su vida, Víctor los pasó, primero en un pueblo de Palencia llamado Velillas del Duque, y finalmente en Medina del Campo donde murió. Tanto desde Velillas del Duque, como desde Medina del Campo, venía periódicamente a Madrid a consulta médica al Hospital 12 de Octubre y acostumbrábamos a vernos cada vez que venía. La última vez que vino a revisión médica, al despedirnos me dijo: “Hasta que nos veamos allá arriba”. Él ya está allá arriba. Quiera Dios que se cumpla su profecía y que, cuando Dios quiera, allí nos veamos.

sábado, 19 de octubre de 2019

Habla Víctor. De madrugada me iba al Santísimo.

Interior de la parroquia de San Clemente Romano en la que oraba por la noche


Como tenía la llave de la parroquia, hacia las dos de la madrugada me iba al Santísimo a pedir y a rogar solamente en silencio, ya que por entonces nada de mis labios brotaba. Pronto esto me prohibió mi director espiritual. El motivo fue que por las noches se producían atracos y navajazos. Esto no fue ningún obstáculo para continuar las velas de oración. Cuando se acostaban todos los de la casa, de repente me despertaba y sentía la llamada y en vela ya me estaba hasta las 7 de la mañana que entraba a trabajar. En invierno me envolvía en una manta por el frío que hacía. Mi director (espiritual) me obligó a recuperarme con una siesta de dos horas.

Su amor a la Eucaristía era tan fuerte, que trataba de pasar todos los días varias horas ante el Santísimo y, a ser posible, cuando nadie pudiera verle ni interrumpirle, como eran las horas de la madrugada, cuando todos descansaban. Pero el principal mérito no era tanto el sacrificar parte de su descanso para estar con Jesús, cuánto hacerlo a pesar de no sentir nada. No iba, por tanto, a pasar horas con el Santísimo, porque el Señor le colmara de consolaciones espirituales, sino en pura fe, a pedir y rogar por todos.
 
Víctor orando en silencio en el salón de la casa de su hija Teresa.
Y cuando el confesor le prohibió hacerlo, ¿cómo reaccionó? Pues obedeciendo. Sabía que a través del confesor el Señor le manifestaba cual era su voluntad. No iba a estar con el Señor por capricho sino para cumplir su voluntad y a través del confesor, el Señor le pidió otra cosa.

Como el motivo de la prohibición no era el que se pasase la mayor parte de la noche en oración ante el Santísimo, sino el peligro a que se exponía por la inseguridad que había surgido en el barrio, se inventó el modo de estar con el Señor sin tener que ir a la Iglesia: orar en el propio hogar como antes lo hacía en la parroquia. Este fue el método que empleó en adelante, y lo hizo con tal discreción, que solamente lo sabía su esposa, cómplice y encubridora de sus prácticas.
 
San Juan de la Cruz, su maestro y guía en la vida espiritual.
Su director espiritual, que parece que era entendido y prudente, se lo permitió, pero dándole un sabio consejo para que compensase esas horas que dedicaba al Señor por la noche: que después de la comida tomara dos horas de siesta. Y también en esto le obedeció.

Seguro que Víctor recordó y puso en práctica el sabio consejo de su maestro San Juan de la Cruz que muchos que se consideran espirituales olvidan: “Más quiere Dios de ti el menor grado de obediencia y sujeción, que todos esos servicios que le piensas hacer” (Dichos de luz y amor, nº. 13).



miércoles, 16 de octubre de 2019

Florecillas. Profesión de la Pastora.

Raquel y Carlos con sus abuelos el día de su primera comunión.


Ya estamos contando los días que quedan para la profesión de la Pastora, que esperamos que ese día sea divino para crecer en silencio. Además que tendremos la gracia de estar todos juntos un año más. Por mi parte he recuperado bastante la memoria. (Carta a Eva María y Raquel).

Raquel, en el breve testimonio que dio de su abuelo para compartirlo con los demás hijos y nietos de Víctor en el homenaje que hicieron a la abuela Asunción dice: “Él siempre preguntaba por “la pastora” si no bajaba yo, pues Raquel, en la Biblia, era pastora de ovejas”.

Raquel con sus padres, hermanos y abuelos en Sabarís.

Víctor, durante los días que pasaba de vacaciones de verano en Sabarís, aprovechaba todas las oportunidades que se le ofrecían para pasar al locutorio y charlar con la comunidad, pero especialmente para compartir con su hija Eva y su nieta Raquel. Cuando Raquel no se presentaba con todos los miembros de la comunidad por estar ocupada en algún oficio, inmediatamente preguntaba por “la pastora” en lugar de decir su nombre.

A su nieta le agradó tanto que la llamara “la pastora”, que al elegir su nombre como religiosa, eligió el de “Raquel del Buen Pastor”.

La ilusión de que su nieta hiciera su profesión religiosa con la que se comprometía a seguir a Jesús en cuerpo y alma para toda la vida dentro del claustro del Carmelo, no lo pudo disimular: “Ya estamos contando los días que quedan para la profesión de la Pastora, que esperamos que ese día sea divino para crecer en el silencio”.

Raquel con sus abuelos
en día de su entrada en el convento.

Ese era el motivo especial de su alegría, el que su nieta, en un clima de silencio, creciera en el amor a Dios. En carta de 22 de noviembre de 2001 la explica lo que quiere decir  con las palabras “que ese día sea divino para crecer en el silencio”: “En la soledad del Carmelo, día a día irás creciendo en el amor. El Espíritu Santo te guiará en el silencio divino, que es como se manifiesta y en silencio tienes que poner el alma para escuchar el susurro divino. Así le escuchó el profeta Elías, cuando no le encontró en el viento huracanado y en los grandes truenos”.

A esa alegría por la consagración de su nieta al Señor para toda la vida, se unía la de poder compartir la alegría con el mayor número posible de hijos, nietos y familiares. De hecho, por Sabarís pasaban la mayoría de sus hijos y algunos familiares cuando Víctor y Asunción alquilaban una casa para pasar las vacaciones.


sábado, 12 de octubre de 2019

Testimonios. Daniel Colorado (II)

Parroquia de San Clemente Romano en el barrio Oroquieta de Madrid

Cuando hicieron la Parroquia de San Clemente Romano en el barrio de Oroquieta, donde vivíamos Víctor y yo, ésta no tenía iglesia ni dinero para construirla. Funcionaba en un salón. Entonces, Víctor y yo salíamos de puerta en puerta para conseguir el dinero que se necesitaba para hacer la Iglesia. Unos nos cerraban la puerta. Otros no nos la abrían. Fueron muchas las humillaciones por las que tuvimos que pasar y que Víctor llevaba con la mayor humildad y la más santa conformidad. Para él, no contaban los agravios. Él estaba trabajando por levantar una casa al Señor y eso era lo que contaba para él. Lo cierto es que, poco a poco, conseguimos el dinero para construir la Iglesia.

Víctor hacía oración, asistía a misas y rezaba rosarios.

Víctor no era persona de ir a manifestaciones para apoyar lo que él entendía que iba mal según Dios, sino que lo que hacía era hacer oración, asistir a misa y rezar rosarios pidiendo al Señor para que fuera Él el que resolviera el problema según sus designios.
 
Defendió a los obreros en pleito con la empresa.

En la fábrica había dos clases de categorías de trabajadores: de primera y de segunda. Al llegar un Director nuevo, quiso suprimir la clase primera y dejar sólo la segunda categoría. Hubo un juicio, y fue precisamente Víctor el que llevó el asunto al tribunal, como representante que era del comité de empresa de la fábrica, a pesar de que él no se beneficiaba en nada en el asunto, pues él no pertenecía ni a la clase primera ni a la segunda, ya que trabajaba como peón.

Víctor sabía que el Director de la empresa tenía comprados a los jueces, y se pasó orando durante todo el tiempo que duró el juicio. Y que pasara lo que Dios quisiera. Y lo que Dios quiso, fue que siguieran en la empresa las clases de primera y de segunda, que era lo que él defendía, tal como él se lo había pedido al Señor durante todo el tiempo que duró el juicio.

miércoles, 9 de octubre de 2019

Habla Víctor. Errores por todas partes.

Había errores por todas partes.


Como los acontecimientos se precipitaban e iban inundando nuestra sociedad de errores por todas partes, que afectaban incluso a los seres más queridos, no encontré otro remedio mejor que incrementar la oración, ya que sólo Dios esos males puede remediar. Entonces ya tenía experiencia de la eficacia de la oración, ya me había pasado muchas horas enteras adorando al Santísimo en la custodia. Allí las noches parecían eternas, me hacían reflexionar en la oración del Huerto de los Olivos y toda esa noche amarga que pasó el Señor, quien fuerte me hacía en el sufrimiento.

Sin duda que el cambio radical en la sociedad española al implantarse la democracia le afectó de lleno a Víctor, no tanto por los cambios sociales, cuanto por los cambios religiosos. Muchos adoptaron una postura de indiferencia y hasta abandonaron las prácticas religiosas, como lo pudo comprobar, no sólo entre compañeros de la fábrica, sino también entre familiares, algunos muy cercanos.

Santa: Teresa: Determiné hacer eso poquito que era en mí.

¿Qué hacer en esas circunstancias? ¿Lamentarse? ¿Criticar la situación con los amigos? ¿Servirían de algo las críticas y los lamentos? Seguro que no, sino más bien para amargarse y pasar malos ratos. Víctor recordó lo que Santa Teresa había hecho ante la crisis que pasó la Iglesia en sus días a causa de los protestantes y optó por seguir su ejemplo. ¿Y qué es lo que hizo Teresa? Nos lo dice en pocas palabras: “Parecíame que mil vidas pusiera yo para remedio de un alma de las muchas que allí se perdían. Y como me vi mujer y ruin e imposibilitada de aprovechar en lo que yo quisiera en el servicio del Señor, y toda mi ansia era, y aún es, que pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que esos fuesen buenos, determiné hacer eso poquito que era en mí, que es seguir los consejos evangélicos con toda la perfección que yo pudiese”. (Camino 1, 2).
 
Víctor: Incrementé la oración ya que sólo Dios los puede remediar.

A eso se llama ser realista: “Hacer eso poquito que era en mí”, y hacerlo con la mayor perfección posible y con el deseo de servir al Señor para conseguir la salvación de los demás. Eso mismo es lo que hizo Víctor: “No encontré otro remedio mejor que incrementar la oración, ya que sólo Dios esos males puede remediar”. Eso sí lo podía hacer y lo hizo.

Suele decirse que la historia se repite. En el fondo vivimos situaciones semejantes. Hay mucha indiferencia religiosa, algunos creyentes no dan valor a las prácticas religiosas, escasean las vocaciones sacerdotales, etc. ¿Qué hacer ante esas situaciones? Santa Teresa de Jesús y Víctor nos indican que cada creyente debe hacer “eso poquito que depende de él, y hacerlo con amor”.



sábado, 5 de octubre de 2019

Florecillas. Halagado por sus nietas.

Las pequeñas Rebeca y Sara con los abuelos Víctor y Asunción.

“Mañana domingo, Dios mediante, me voy a Móstoles, tengo consulta con el cardiólogo. Como voy a Móstoles, pues espero que Rebeca y Sara me reciban bien. Cuando fui a las pruebas, nada más que me vieron se pegaron a mí para enseñarme todas sus cosas, también del colegio. Me sentí muy halagado de mis nietas; así que si así me siento de las pequeñas, cuánto no será de la nieta que está en el camino del Carmelo” (Carta a Eva María y a Raquel).

Víctor, una vez jubilado, dejó Madrid para ir a vivir primero a Velillas del Duque y después, cuando le enfermedad avanzaba, a Medina del Campo. Cuando periódicamente tenía que ir a Madrid para consultas con el cardiólogo, se hospedaba en casa de su hija Teresa, que vivía en Móstoles, al lado de Madrid, y aprovechaba esos días para compartir con sus nietas Rebeca y Sara, las dos hijas más pequeñas de Teresa.
 
Rebeca el día de su primera Comunión con Sara y los abuelos

Sus nietas, que le tenían un cariño especial por lo bien que las trataba cuando en verano se pasaban con los abuelos unos días en Velillas, en cuanto le veían, llenas de ilusión le comenzaban a enseñar sus juguetes, sus dibujos, sus tareas en el colegio, le explicaban lo bien que las iba en el colegio y en la catequesis, etc., y como el abuelo de todo se hacía eco, de todo se admiraba y las manifestaba que se sentía orgulloso de tener unas nietas tan buenas y tan inteligentes, no es extraño que las encantara estar con él.
 
 Raquel en Sabarís con Rebeca y Sara una a cada lado.

Como el comportamiento de las pequeñas Rebeca y Sara lo conocemos por la carta que escribió a Raquel, la hermana mayor de ambas, que para esas fechas ya se encontraba en las Carmelitas Descalzas de Sabarís, al manifestarla su alegría por la conducta de las pequeñas, termina diciéndola: “Si así me siento de las pequeñas, cuánto no será de la nieta que está en el camino del Carmelo”. Es decir: si me siento halagado por las cualidades, espontaneidad y cariño de las nietas pequeñas, ¡qué no sentiré por la nieta que además ya elegido consagrarse a Cristo de por vida!

miércoles, 2 de octubre de 2019

Testimonios. Daniel Colorado (I)


Embotelladora de Pepsi-Cola


Lo primero que diré es que Víctor era un santo. Nos conocimos en el trabajo como obreros que éramos ambos en la fábrica Embotelladora de Pepsi-Cola. Lo primero que recuerdo es que Víctor estaba buscando gente por la fábrica para ir a los Cursillos de Cristiandad. Se lo dijo por allí a algunos compañeros y a mí no me dijo nada. Entonces, como a mí no me dijo nada y yo tenía conocimiento de los Cursillos de Cristiandad y deseaba hacerlos, le pregunté si yo podía ir, y Víctor me dijo que sí.

Logo de Cursillos de Cristiandad.

Hicimos los Cursillos de Cristiandad y empecé a tener contactos con él. Luego fui con él a algunas manifestaciones religiosas, como cuando vino el Papa Juan Pablo II a Madrid.

Por entonces comencé a ir con él a la Adoración Nocturna. Era costumbre pasar dos horas, y el resto de la noche, los adoradores nos acostábamos en unas camas que había en el lugar para tales efectos. Pronto me di cuenta de que Víctor no se iba a acostar, sino que se pasaba la noche entera adorando al Santísimo. Yo, aunque me iba a acostar, no lograba conciliar el sueño, y a la hora de la salida al trabajo, iba como molesto, mientras que él, que había pasado la noche entera en adoración al Santísimo, iba al trabajo todo alegre y contento. Yo le manifesté que a mí me costaba mucho ir a hacer la vela al Santísimo. Él, en cambio, me dijo que estaba deseando que llegara esa noche para ir.

Víctor, en su turno de adorador,
se pasaba la noche adorando

Además de adoradores nocturnos, éramos también los dos de San Felipe Neri. Nos poníamos el hábito e íbamos por el hospital visitando a los enfermos. Se les llevaba cosas y se les escuchaba. Víctor tenía una gran capacidad para escuchar a los enfermos.

Él iba también a “Mi casa” que era un centro dirigido por las Hermanitas de los Pobres y que está cerca del hospital de Francisco Franco, como le llamaban entonces, o Gregorio Marañón, como se le llama ahora, que era el hospital que visitamos. En “Mi Casa” cortaba las uñas a los ancianos y charlaba amorosamente con todos los ancianos.