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Los abuelos Víctor y Asunción con su nieta Sara en brazos. |
Una
de mis tías, hermana de mi padre, había ido al médico y parecía que su estado
de salud era muy precario por lo que su esposo le comentó a mi padre: “Pronto
me quedo viudo”. Salida de mi padre: “No lo esperes. Mujer enferma, mujer
eterna”. (Vida impactante…P. 78).
“Mujer
enferma mujer eterna”, es un refrán popular que, como todos los refranes o
dichos populares son como sentencias breves que con pocas palabras compendian
una experiencia constatada por los hechos. No hay más que consultar las
estadísticas para comprobar que el número de viudos es casi insignificante
frente al número de viudas.
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Asunción y Victor el día de la primera comunión de su nieta Rebeca |
El
caso de Víctor tampoco es excepción, pues mientras él falleció el 21 de febrero
de 2012, su esposa Asunción, solamente un año más joven que él, sigue viva
siete años después. El caso a que alude el comentario de su cuñado tampoco fue
excepción, aunque siguen vivos los dos aludidos, pues su esposa, a pesar de
achaques constantes y sin casi poder salir de casa, sigue viva y a sus 92 años
y además sigue haciendo las labores de la casa. Así es que el vaticinio del
cuñado sigue sin cumplirse.
Ni
en el caso de la Virgen María se dio la excepción, pues debió quedarse viuda
poco antes de que Jesús comenzara su vida pública, pues su esposo San José ya
que no vuelve a aparecer en el evangelio. Se cree que José murió
asistido por Jesús y María y por eso la iglesia le ha declarado patrono de la
buena muerte. ¡Quién no desearía una muerte como la de San José, asistido por
Jesús y María!
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En Velillas con algunos nietos |
Algo
tendrá que ver con el tema de la longevidad de las mujeres lo que San Pablo
refiere de las viudas y de los cuidados y atenciones que deben recibir de la
comunidad creyente, sin que en ningún momento se aluda a los viudos. Los consejos que da a su discípulo San Timoteo
acerca de las viudas merecen una especial atención. Hablando en concreto de los
subsidios o ayudas que las comunidades cristianas prestaban a las viudas le
pide que se lo dé a las viudas de avanzada edad, no a las viudas jóvenes, a las
que las aconseja que se vuelvan a casar, y añade: “No inscribas en la
lista a una viuda de menos de sesenta años; tiene que haber sido fiel a su
marido y estar recomendada por sus buenas obras” (1Tim. 5, 9-10).
A
los sesenta años, en tiempo de San Pablo, no se era viejo, sino viejísimo, y
muy pocos llegaban a esa edad. Por eso, de los que llegaban a los sesenta, la
mayoría debían ser mujeres. Y parece que eran bastantes las que llegaban, pues de
no ser así, San Pablo no hubiera dicho que no inscribieran en la lista “a una
viuda de menos de sesenta años”
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