sábado, 13 de julio de 2019

Florecillas. Mujer enferma, mujer eterna.

Los abuelos Víctor y Asunción con su nieta Sara en brazos.


Una de mis tías, hermana de mi padre, había ido al médico y parecía que su estado de salud era muy precario por lo que su esposo le comentó a mi padre: “Pronto me quedo viudo”. Salida de mi padre: “No lo esperes. Mujer enferma, mujer eterna”. (Vida impactante…P. 78).

“Mujer enferma mujer eterna”, es un refrán popular que, como todos los refranes o dichos populares son como sentencias breves que con pocas palabras compendian una experiencia constatada por los hechos. No hay más que consultar las estadísticas para comprobar que el número de viudos es casi insignificante frente al número de viudas.

Asunción y Victor el día de la primera comunión de su nieta Rebeca

El caso de Víctor tampoco es excepción, pues mientras él falleció el 21 de febrero de 2012, su esposa Asunción, solamente un año más joven que él, sigue viva siete años después. El caso a que alude el comentario de su cuñado tampoco fue excepción, aunque siguen vivos los dos aludidos, pues su esposa, a pesar de achaques constantes y sin casi poder salir de casa, sigue viva y a sus 92 años y además sigue haciendo las labores de la casa. Así es que el vaticinio del cuñado sigue sin cumplirse.

Ni en el caso de la Virgen María se dio la excepción, pues debió quedarse viuda poco antes de que Jesús comenzara su vida pública, pues su esposo San José ya que no vuelve a aparecer en el evangelio. Se cree que José murió asistido por Jesús y María y por eso la iglesia le ha declarado patrono de la buena muerte. ¡Quién no desearía una muerte como la de San José, asistido por Jesús y María!

En  Velillas con algunos nietos

Algo tendrá que ver con el tema de la longevidad de las mujeres lo que San Pablo refiere de las viudas y de los cuidados y atenciones que deben recibir de la comunidad creyente, sin que en ningún momento se aluda a los viudos.  Los consejos que da a su discípulo San Timoteo acerca de las viudas merecen una especial atención. Hablando en concreto de los subsidios o ayudas que las comunidades cristianas prestaban a las viudas le pide que se lo dé a las viudas de avanzada edad, no a las viudas jóvenes, a las que las aconseja que se vuelvan a casar, y añade: “No inscribas en la lista a una viuda de menos de sesenta años; tiene que haber sido fiel a su marido y estar recomendada por sus buenas obras” (1Tim. 5, 9-10).

A los sesenta años, en tiempo de San Pablo, no se era viejo, sino viejísimo, y muy pocos llegaban a esa edad. Por eso, de los que llegaban a los sesenta, la mayoría debían ser mujeres. Y parece que eran bastantes las que llegaban, pues de no ser así, San Pablo no hubiera dicho que no inscribieran en la lista “a una viuda de menos de sesenta años”

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