Jesús orando, modelo de todos los orantes. |
Tenemos
que demostrar confianza; todo cuanto se pide se alcanza. El Señor sabe el
momento más propicio para conceder la petición, si esta es para bien de quien
la solicita. Por esto, nunca debemos cesar de pedir. Cultivemos al mismo tiempo
la fe, esta nos ayudará a mantenernos en constante petición.
Víctor
comenzó destacando la “humildad” como primera condición para ser
escuchados en nuestra oración. En estas palabras resalta las otras dos
condiciones para el éxito de nuestra oración sea completo: La confianza
(tenemos que demostrar confianza) y la perseverancia (nunca
debemos cesar de pedir). Señala también que “todo cuanto se pide se
alcanza”, “si es para bien de quien la solicita” y que “el Señor sabe el
momento más propicio para conceder la petición”.
No creo que
Víctor conociera lo que dice San Agustín acerca de las condiciones de la
oración para que sea infaliblemente escuchada, y sin embargo, como podrán
comprobar, coincide plenamente con él.
Dice San
Agustín: “Para que la oración sea infaliblemente escuchada, no es
suficiente que se haga con humildad, confianza y perseverancia. Es
preciso, además, que lo que se pide sea conveniente para la salvación.
Pero nuestras peticiones son contrarias a la salvación cuando tienen por objeto
cosas malas o buenas en sí, pero inoportunas. Los bienes que hay que pedir a
Dios son la gracia y la vida eterna, en comparación de las cuales las demás
cosas son como si no fueran. Peticiones de este género serán siempre
escuchadas, con tal que las pidamos para nosotros mismos. La oración por
el prójimo es muy buena y recomendable, pero no siempre es escuchada, porque
puede haber en él malas disposiciones para recibir la gracia que para él
pedimos.
La
oración humilde, confiada, perseverante, hecha en nombre de nuestro Salvador
Jesucristo y pidiendo para nosotros mismos gracias de santificación y salvación
es, pues, siempre e infaliblemente escuchada, en virtud de las promesas
explícitas del Señor: “Pedid y recibiréis” (Mt 7, 7) y “Todo lo que pidiereis al
Padre en mi nombre os lo concederá” (Jn 16, 23). Si ocurre que no
obtenemos en seguida lo que pedimos con estas condiciones, se trata de un
retraso, pero no de una negativa. Dios, por razones conocidas por Él, espera el
momento oportuno para escucharnos, pero nos escuchará sin duda alguna”
(Comentarios al Evangelio de San Juan. Tratado. 102, 1).
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