D. José Mariscal párroco en Carrión de los Condes durante 30 años. |
Víctor Rodríguez. Yo no le conocí
personalmente, pero con lo que he oído y leído de él en esta biografía, me deja
un impacto suficientemente transparente para que pueda manifestarlo y en lo que
cabe implante su huella en cualquier lector.
Me llama la atención el sentido
cristiano tan profundo que empapa su vida. Él lo supo heredar de sus padres y
transmitirlo a todos aquellos con quienes se relacionó en su vida. Tiene ideas
muy claras desde niño de la trascendencia que lleva consigo estar simplemente
bautizado. Que no es sólo una asignatura de Religión para aprenderla en el
Catecismo, sino para vivirla y practicarla en cualquier momento de nuestra
existencia.
La espiritualidad que vibraba en
los pueblos campesinos, ayudaba sin duda a mantener la fe de nuestros mayores,
pero hubo momentos en que hubo que dar la cara y ser audaces como nuestro
Víctor. Él supo bandeárselas bien. Podríamos decir que la fe cristiana tiene
buenos rodrigones para encaminarnos creciendo al compás de los años y de las
vicisitudes de los tiempos.
A nuestro Víctor se le ve
interesado en trazar su plan de vida en las normas que le inculcaron desde niño
en la familia y en la parroquia. Después de mayor, sobre todo a partir de la
crisis económica que le dejó económicamente a la intemperie, se refugió
fuertemente en Dios al que trató de buscar por todos los medios, y así en esa
búsqueda afanosa de Dios es que no se contentó con pertenecer a una institución
religiosa sino que fue a la vez terciario carmelita seglar y como tal gran
orante y fiel seguidor de Santa Teresa y sobre todo de San Juan de la Cruz, fue
ferviente adorador nocturno que no se conformaba con hacer las dos horas de
vela ante el Santísimo cuando le tocaba hacer la vela, tal como estaba
reglamentado, sino que se pasaba toda la noche en adoración, y estaba siempre
ansioso de que llegara de nuevo el turno para pasar de nuevo la noche entera en
adoración al Señor Sacramentado, fue cursillista de Cristiandad que no se
contentó con ser cursillista de cristiandad, sino que se ocupaba también con
mucho empeño en reclutar personas para que hicieran los cursillos y se hicieran
también cursillistas de cristiandad, y perteneció finalmente a la Congregación
de San Felipe Neri, a través de la cual ejerció su ardiente caridad con los
necesitados dándoles cariño y atendiéndoles amorosamente en sus necesidades.
Allí donde veía Víctor que podía encontrar un medio de ser más de Dios allí se
metía pues todas sus ansias las tenía puestas en ser cada vez más de Dios.
Y así fue como consiguió las cimas
de la santidad que ahora podemos admirar en él, al tiempo que le vemos como
modelo.
José
Mariscal
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