sábado, 29 de septiembre de 2018

Testimonios. José Francisco (IV)

José Francisco con sus padres y su hermano Marcos
el día de su profesión religiosa.

Después pasamos al locutorio del convento, donde nos recibió la comunidad en pleno. Él estaba emocionadísimo y en cierto momento se agarró a las rejas del locutorio y se puso a dirigir a las monjas fogosamente unas palabras del todo incoherentes, pero que sólo con la expresión, nos estaba diciendo que estaba intentando hablarlas encendidamente de Dios.

Esta fue la última vez que nos vimos en la tierra, pues al poco tiempo de regresar de Sabarís a Medina del Campo, me llamaron para comunicarme que había fallecido. Yo tomé el primer tren y cuando llegué a Medina del Campo encontré a toda la familia velándole en el tanatorio. Yo, al verle muerto, no le sentí muerto, sino más vivo que cuando estaba vivo y sentí su presencia viva y gloriosa.

José Francisco el día de su primera misa
abrazando a su padre en presencia de Víctor.

Estando en el velatorio, me entregó una de sus hijas unos escritos suyos que yo desconocía, en los que refleja la santidad de su santa vida que fueron el tema de mis meditaciones en los ejercicios espirituales que comencé en Segovia al día siguiente de su entierro. Los ejercicios espirituales eran para carmelitas descalzos de España y Portugal y los daba el cardenal Carlos Amigo. A todos nos gustaron muchísimo, pero a pesar de ser tan buenos, a mí, quien me dio los ejercicios espirituales, no fue el cardenal Carlos Amigo, sino mi hermano Víctor, pues los pasé meditando en los hechos de su vida tal como él los había dejado escritos. Tanto me impactaron, que nunca he hecho ejercicios espirituales con tanto provecho. Lo del cardenal Carlos  Amigo eran consideraciones espirituales muy bellas, lo de Víctor era vida y sólo la vida contagia vida.

Víctor con todos sus hermanos.

Al volver a mi convento después de los ejercicios espirituales llevaba tal alegría, que mis compañeros me preguntaban a qué se debía la alegría tan desbordante que tenía. Y se debía y se sigue debiendo, pues sigo con la misma alegría, a mi hermano Víctor, por el impacto tan grande que había ocasionado en mi vida la lectura y meditación de sus Hechos de vida o Autorretrato que ha dejado escritos y por sentirle como le siento, glorioso y más cerca que nunca.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

Florecillas. Mujer muy apañadita.

Víctor y Asunción con sus nietas Rebeca y Sara

Varias veces hemos aludido al testimonio de Carmen Arias relacionado con el amor de Víctor a los pobres, que no se limitaba a buenos sentimientos hacia ellos, sino que les hacía partícipes de su pobreza, e incluso ese amor le llevó a hacer horas extras en la fábrica de Pepsi-Cola para, con esas ganancias, ayudar a los pobres. En esta obra siempre contó con el beneplácito y la colaboración de su esposa Asunción.

El testimonio de Carmen Arias, por el que conocemos esta faceta de Víctor, termina con las palabras con que respondió a las objeciones que ella le ponía por tener tantos hijos a los que atender, diciéndola que “sus hijos comían todos los días mientras había gente que no comía,  y concluyó: Además mi mujer es muy apañadita y se arregla con el jornal”.

Sin duda que a su esposa Asunción se le pueden aplicar estas palabras del Eclesiástico: “Dichoso el marido de una mujer buena: se doblarán los años de su vida. La mujer hacendosa hace prosperar al marido, él cumplirá sus días en paz. Mujer buena es buen partido que recibe el que teme al Señor: sea rico o pobre, estará contento y tendrá cara alegre en toda sazón.
Mujer hermosa deleita al marido; mujer prudente lo robustece; mujer discreta es don del Señor: no se paga un ánimo instruido; mujer modesta duplica su encanto: no hay belleza que pague un ánimo casto. El sol brilla en el cielo del Señor, la mujer bell, en su casa bien arreglada” (Eclo  26, 1-4, 13.16).

Víctor y familiares en Velillas degustando comida preparada por Asunción

Efectivamente, Asunción fue esa mujer buena, hacendosa, hermosa, prudente, modesta, que brilló en su casa bien arreglada, pues se dedicó en cuerpo y alma a trabajar por su familia haciendo feliz a su esposo y a sus hijos.

Como era normal en todos los pueblos de Castilla, desde pequeña aprendió los oficios propios del hogar y a ellos dedicó toda su vida, sin dejar de ayudar a su esposo en otras tareas no tan propias de la mujer, como las agrarias y después en la avicultura.

Pero su dedicación principal fue el hogar. De ella dependía el orden, la limpieza, las compras, el mantenimiento y conservación de los muebles, etc. Sabía hilar, zurcir y coser en una época que nada se desechaba, porque la pobreza no lo permitía, etc.

Asunción y Víctor paseando en Velillas del Duque.

Pero fue en la cocina donde se mostró como auténtica maestra. Con los pocos alimentos disponibles en los pueblos, reducidos casi exclusivamente a cereales, legumbres, hortalizas y la carne de la matanza, principalmente del cerdo, Asunción lograba comidas muy sabrosas que sus hijos y luego sus nietos siempre requerían cuando la visitaban. Con alimentos tan sencillos conseguía siempre platos sabrosos. Pero hubo tres platos que se convirtieron en la especialidad de la casa: las lentejas, los callos y las jijas, sencillos sí, pero a los que daba un gusto tan especial, que ni siquiera sus hijas lograron igualar, por más que lo intentaron. Gastaba poco y daba de comer muy bien.

No es extraño que Víctor admirara a su mujer, tan buena administradora de los escasos recursos y  la dedicara este elogio: “Mi mujer es muy apañadita y se arregla con el jornal” convirtiéndose así en colaboradora esencial en su ayuda a los necesitados sin dejar de atender a los hijos.

sábado, 22 de septiembre de 2018

Habla Víctor. Si perfecto quieres ser.

San Juan de la Cruz maestro espiritual de Víctor.


Si perfecto quieres ser, tu voluntad venderás, a los pobres la darás. A Cristo por mansedumbre y humildad irás, hasta la muerte le seguirás.

En “Dichos de luz y amor” de San Juan de la Cruz, hay uno que dice: “Si quieres ser perfecto, vende tu voluntad y dala a los pobres de espíritu, y ven a Cristo por la mansedumbre y humildad y síguelo hasta el Calvario y sepulcro” (D. 176).

Como pueden comprobar, el contenido es el mismo, pero Víctor no lo dice como aviso o consejo para los demás, como es el caso de San Juan de la Cruz, aunque también lo puso en práctica, sino como experiencia de su propia vida.

Una vez más recordamos que estos escritos autobiográficos de Víctor fueron como un “diario de su vida” escrito cuando notó que la memoria le fallaba para poder recordar sus experiencias para dar gracias a Dios, más que para darlos a conocer. También debemos tener en cuenta que, para expresar sus experiencias espirituales, acude con frecuencia a su maestro San Juan de la Cruz del que, a veces, hasta toma las palabras. 

San Juan Crisóstomo defensor de los pobres.

Desde su conversión, entregó su voluntad a Cristo y la puso al servicio de los demás. Se tomó en serio lo de “hágase tu voluntad”, no la mía, y como la voluntad de Dios es que consideremos a los pobres como a Él mismo, eso es lo que hizo Víctor a lo largo de su vida. En los pobres veía al mismo Cristo y por eso los amaba tanto.

No consta que entre las lecturas que hizo de los Santos Padres se encontrase la de San Juan Crisóstomo que habla de la limosna como mucho más grata a Dios que todas las riquezas que puedan ofrecerse para ornato de sus templos, pero sí las puso en práctica. Dice este santo:

“¿Deseas honrar el cuerpo de Cristo? No lo desprecies, pues, cuando lo contemplas desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frío y desnudez. Porque el mismo que dijo: Esto es mi cuerpo, y con su palabra llevó a realidad lo que decía, afirmó también: Tuve hambre y me disteis de comer, y más adelante: Siempre que dejasteis de hacerlo a uno de estos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer. El templo no necesita vestidos y lienzos, sino pureza de alma; los pobres, en cambio, necesitan que con sumo cuidado nos preocupemos de ellos.

Pobres necesitados de ayuda

Debes tributar al Señor el honor que él mismo te indicó, distribuyendo tus riquezas a los pobres. Pues Dios no tiene necesidad de vasos de oro, pero sí, en cambio, desea almas semejantes al oro. Porque, si Dios acepta los dones para su templo, le agradan, con todo, mucho más las ofrendas que se dan a los pobres. ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Da primero de comer al hambriento, y luego, con lo que te sobre, adornarás la mesa de Cristo”.

Víctor, cuando el Señor necesitó una nueva iglesia parroquial para atender a los fieles, ayudó todo lo que pudo en su construcción, pero su verdadero afán siempre fue ayudar a los pobres.






miércoles, 19 de septiembre de 2018

Testimonios José Francisco (III)

P José Francisco con su hermano Marcos en el colegio carmelitano.


Recuerdo que en sus cartas, su gran preocupación era por la vida que llevaban algunos de sus hijos, ya mayores de edad, tan distinta a la suya en cuanto a su religiosidad se refiere, pues como quería tanto a Dios y quería tanto a sus hijos, quería que sus hijos quisieran a Dios como él le quería y así se lo pedía al Señor con muchas lágrimas. Yo le animaba siempre a confiar en el Señor, pues Dios nunca deja de escuchar una petición hecha con tanta fe, con tanto amor y con tantas lágrimas.

Estando yo ya de vuelta en España. Fui destinado a Valladolid y al vivir tan cerca de él (él vivía en Velillas del Duque (Palencia) y luego en Medina del Campo y yo en Valladolid), nos veíamos de vez en cuando. Más tarde fui destinado a nuestro convento de Vigo, desde donde yo le llamaba periódicamente ya que él, para entonces, había perdido la memoria.


P. José Francisco con la familia de Víctor en la profesión de su sobrino José.

Al preguntarle cómo se encontraba, siempre hacía alusión a su pérdida de memoria, no como una queja, pues había ofrecido gustoso a Dios su enfermedad, sino porque esa era su realidad. Entonces yo le decía siempre: ¿Y de Dios también te has olvidado? A lo que me respondía siempre con todo entusiasmo: ¡Eso nunca! Dios fue, en efecto, el todo de su vida desde su conversión hasta el final de su vida.

Aprovechando que una de sus hijas estaba veraneando en Sabarís (Pontevedra), le llevaron a Sabarís, donde estaban y siguen estando de carmelitas descalzas una hija y una nieta suyas, para que su hija y su nieta carmelitas descalzas le vieran por última vez antes de morir.

P. José Francisco en casa de Víctor en Velillas del Duque.

Como yo vivía en Vigo, y Sabarís queda a unos kilómetros de Vigo, fui un día a estar y a comer con él y su familia y después de comer y de pasar varias horas de sobremesa hablando de recuerdos familiares, por si lograba acordarse de algo, en un momento de la conversación se me ocurrió a mí decir que yo estaba muy contento de estar con un hermano al que yo tanto quería. A lo que él respondió de inmediato: “Y yo también a ti”.

Esta respuesta nos dejó asombrados, porque si yo le hubiera dicho: te quiero mucho, ya era mucho que respondiera, y yo también a ti, pero lo que yo le dije fue que estaba muy contento de estar con un hermano al que quería tanto, y lo extraño es que se diera por aludido de que era él el hermano al que tanto quería. A momentos tenía ráfagas de conocimiento y ese fue uno de ellos. Lo cierto es que oírle decir lo que me dijo, me hizo mucha ilusión y lo recuerdo como un hermoso recuerdo.





sábado, 15 de septiembre de 2018

Florecillas. Estate tranquila.

Parroquia San Juan de la Cruz en Madrid.


Teníamos un conflicto laboral entre la empresa y los empleados, debido a que la empresa quería imponer una nueva ordenanza laboral que los empleados no queríamos aceptar y llevamos el asunto a los tribunales. Víctor y yo éramos los representantes de los trabajadores, él representaba a los obreros y yo al personal administrativo. Entonces. El día del juicio, antes de llegar a la sala del Tribunal donde iba a tener lugar el juicio, Víctor entró en una iglesia (la de San Juan de la Cruz) y cuando salió me dijo: “Estate tranquila, que vamos a ganar”.

Entramos en la Sala y el Presidente de la Sala me pidió a mí que expusiera el problema. Nosotros llevábamos un abogado para que hiciera eso, pero el Presidente de la Sala dijo que no. Que lo expusiera yo. Yo me eché a temblar por miedo a no hacerlo bien, porque soy una persona nerviosa y no estaba acostumbrada a hablar en público. Me serené inmediatamente y expuse todo el tema claramente con una voz serena como si me lo estuvieran diciendo. Yo me sorprendí toda mi vida de aquello y entendí que había sido un milagro que Víctor había conseguido del Señor cuando entró a hablar con Él a la Iglesia antes de entrar en el tribunal” (Carmen Arias).

Joven haciendo la defensa ante un juez.

Por su parte,  Daniel Colorado, compañero de Víctor en la empresa de Pepsi-Cola, señala que el motivo de ese juicio se debió a que, al llegar un nuevo Director, intentó suprimir a los trabajadores de primera categoría, que tenían mejores sueldos y dejar solamente los de segunda categoría, y que fue precisamente Víctor el que llevó el asunto al tribunal como representante que era del comité de empresa, a pesar de que él no se beneficiaba para nada en ese asunto, ya que él trabajaba como peón.

¿Y qué es lo que sucedió en el juicio? Nos lo cuenta el mismo Daniel Colorado con estas palabras: Víctor sabía que el Director de la empresa tenía comprados a los jueces y se pasó orando todo el tiempo que duró el juicio. Y que pasara lo que Dios quisiera. Y lo que Dios quiso fue que siguieran en la Empresa las clases de primera y de segunda, que era lo que él defendía, tal como él se lo había pedido al Señor durante todo el tiempo que duró el juicio”.

Juez dictando sentencia.

Así se explican algunas cosas, como que al tener comprados a los jueces, el Presidente del tribunal no dejase hablar al abogado defensor, que era lo normal y lo haría con brillantez, sino que exigió que lo hiciera Carmen Arias, representante del personal administrativo, que difícilmente podría hacer una buena defensa, pues no estaba preparada ni capacitada para ello. Y también se explica que Carmen Arias superase su nerviosismo e hiciera una buena defensa de lo que ella misma quedó maravillada hasta el punto de reconocer: “Me sorprendí toda mi vida de aquello y entendí que había sido un milagro que Víctor había conseguido del Señor” Y es que Víctor, no solamente se lo pidió al Señor en la iglesia de San Juan e la Cruz, sino que durante el juicio no cesó de pedírselo. Por eso no es extraño lo que dice Carmen: “Expuse todo el tema claramente, con una voz serena, como si me lo estuvieran diciendo”.




miércoles, 12 de septiembre de 2018

Habla Víctor. Fe, esperanza y caridad.

Las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad.


Si San Juan de la Cruz, a quien Víctor eligió como maestro y director de su vida espiritual, le hubiera preguntado sobre qué importancia daba en su vida a las tres virtudes teologales y Víctor le hubiera dado esta respuesta: “En fe ciega caminé. En esperanza viví. La caridad me abrasó, le hubiera calificado de “sobresaliente” sin dudarlo.

Con estas breves palabras, Víctor da a entender que había leído y comprendido muy bien la doctrina desarrollada por su maestro en los tres libros de “Subida del Monte Carmelo” y en los dos libros de “Noche oscura” para poder llegar a la cima de la perfección cristiana y a la unión con Dios en esta vida. Y porque la había entendido y se fiaba de su maestro, la había puesto en práctica.

Víctor orando en fe y esperanza.

Es curioso, que, para entender lo que Víctor quiere decir en tan pocas palabras acerca de las tres virtudes teologales, tengamos que acudir a San Juan de la Cruz. Esto se debe a que Víctor, estos hechos de vida, no los escribió para dar testimonio de su vida ni para que otros se enteraran de las dificultades que tuvo que superar hasta conseguir la unión con Dios, sino para su propio recuerdo y así dar gracias a Dios por su misericordia. ¡Jamás pasó por su mente que un día serían publicados!

En este caso, San Juan de la Cruz nos ofrece una buena explicación en el capítulo 6 del libro primero de la Subida al Monte Carmelo titulado: “En que se trata cómo  las tres virtudes teologales son las que han de poner en perfección las tres potencias del alma, y cómo en ellas hacen el vacío y tiniebla las dichas virtudes”.

La caridad es amar a Dios y a los hermanos.

Para los no familiarizados con los escritos de San Juan de la Cruz, recordamos las palabras con que inicia ese capítulo sexto relativas a las tres virtudes teologales, en las que encontramos la mejor explicación de lo que Víctor expresa con esas breves palabras, “En fe ciega caminé. En esperanza viví. La caridad me abrasó”:

Habiendo, pues, de tratar de inducir las tres potencias del alma, entendimiento, memoria y voluntad, en esta noche espiritual, que es el medio de la divina unión, necesario es primero dar a entender es este capítulo cómo las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad –que tienen respecto a las dichas potencias como propios objetos sobrenaturales y, mediante las cuales, el alma se une con Dios según sus potencias-, hacen el mismo vacío y oscuridad cada una en su potencia: la fe en el entendimiento, la esperanza en la memoria y la caridad en la voluntad.
Y después iremos tratando cómo se han de perfeccionar el entendimiento en la tiniebla de la fe, y cómo la memoria en el vacío de  la esperanza, y cómo también se ha de enterar la voluntad en la carencia y desnudez de todo afecto para ir a Dios. Lo cual hecho, se verá claro cuánta necesidad tiene el alma, para ir segura en este camino espiritual, de ir por esta noche oscura arrimada a estas tres virtudes, que la vacían de todas las cosas y oscurecen en ellas” (2S 6, 1).






sábado, 8 de septiembre de 2018

Testimonios P. José Francisco (II)

El P. José Francisco el día de su profesión religiosa.


Viendo lo inseguro que era todo lo terreno, buscó su seguridad en Dios, a quien se entregó cada vez más del todo hasta el final de su vida. Al verse arruinado, acudió a mí para que yo le ayudara a encontrar trabajo, lo que no era fácil conseguir, por la edad que tenía y por los hijos que tenía. Él me manifestó que le gustaría trabajar de camillero en algún hospital o sanatorio, pues así, al tiempo que trabajaba, podía atender con amor a los pacientes. (Ya estaba convertido), pero el trabajo que le encontré fue en la fábrica Embotelladora de Pepsi Cola de Madrid a través de un dirigido espiritual mío que tenía gran amistad con el dueño de la fábrica Embotelladora de Pepsi Cola.

En el orden material le ayudé a él y a su familia todo cuanto pude, pero en el orden espiritual fui yo quien recibí la ayuda de él, con lo que me pagó con creces lo que con tanto amor había hecho por él y por los suyos, pues a él le debo la conversión de la vida mundana que yo llevaba por aquel entonces.

P. José Francisco bautizando a Ignacio, nieto de Víctor.

Mi conversión se debió a que, viendo y viendo yo la vida tan santa que él llevaba después de su conversión y lo poco entregada al Señor que era la mía por aquel entonces, siendo yo religioso y él seglar, me hizo reflexionar y fue así como el Señor me concedió también a mí el don de la conversión, con la diferencia de que Víctor, a partir de su conversión, se entregó del todo al Señor y cada vez de más a más, y la mía siempre dejó mucho que desear.

Este es el primer hecho al parecer milagroso atribuible a Víctor de los que hasta ahora se conocen, ya que ocurrió no sólo en vida de Víctor, sino más de cuarenta años antes de su muerte, y como tal lo relato.

Creyendo que para salir de aquella vida tan relajada que yo llevaba antes de mi conversión, podía favorecerme salir de Madrid donde vivía, pedí al P. Provincial (P. Segundo Fernández) el ir a Argentina, favor que el P. Provincial me concedió con mucho gusto, viendo cuales eran los motivos por los que yo se lo pedía.

P. José Francisco junto a Víctor en la 1ª. Comunión de Rebeca.

En Argentina estuve siete años, pasados los cuales, el mismo P. Segundo, que había vuelto a ser elegido Provincial, me destinó de nuevo a Madrid y allí pasé nueve años. Durante estos nueve años, me veía con frecuencia con Víctor ya que él estaba por entonces trabajando en Madrid. De ahí pasé a Toledo, donde también nos veíamos, aunque no con tanta frecuencia. Pasados los tres años de estar en Toledo, pedí ir a República Dominicana de misionero y allí estuve trece años. Este tiempo fue el que menos comunicado estuve con Víctor. Aunque nos escribíamos periódicamente.

miércoles, 5 de septiembre de 2018

Florecillas. Le ofrecieron un piso.


Pepsi-Cola, empresa en la que trabajaba Víctor.

“Como Víctor era el representante de empresa de la fábrica, y no le pillaban en nada, la empresa ofreció dos pisos a los trabajadores más necesitados, de los cuales uno debía ser designado por Víctor. Esto lo hacían porque sabían que Víctor vivía en un piso alquilado y que estando necesitado de piso, fuera a él a quien se asignara el piso, con lo cual el comité de obreros de la empresa, que era el que representaba Víctor, quedaba vendido a la empresa, pues entonces Víctor se vería obligado a defender los intereses de la empresa en lugar de defender los intereses de los trabajadores a los que él representaba y por los que él trabajaba. Pero Víctor no cayó en la trampa, sino que me preguntó a mí a quien me parecía que debía ser la persona a la que se podía asignar el piso ofrecido por la empresa y al que yo le dije se lo asignó”. (Daniel Colorado).

Es posible que, como insinúa Daniel Colorado, la empresa tuviera la intención de que Víctor cayera en la trampa de asignarse a sí mismo ese piso que estaba ofreciendo para que perdiera el prestigio y autoridad que tenía frente a los demás trabajadores que, aun siendo de superior categoría laboral, le habían elegido como su representante, pero eso era no conocer a Víctor. ¿Iba a asignarse a sí mismo ese piso, aunque lo necesitase, un hombre que hacía horas extraordinarias para ayudar a los pobres?

Ciertamente vivía en piso alquilado y pequeño, pero suficiente para cubrir las necesidades de su familia que no quería acumular y menos aún alardear de bienes materiales, sino que intentaba asemejarse al hogar de Nazaret en el que Jesús, María y José vivieron pobremente y se ganaron el sustento día a día.

Lo que sí agradeció Víctor, fue la oportunidad que le brindaron de ayudar a un compañero más necesitado. Y ni siquiera se permitió el lujo de elegir a un amigo suyo, que le quedaría para siempre agradecido, sino que le pidió a su compañero Daniel que fuera él quien determinara la persona. De esta forma, ni siquiera tendría que agradecerle nada a Víctor.

El que hace las cosas con amor y por amor, no busca nunca el reconocimiento ni la recompensa. Bastante recompensa es hacer el bien. Para quien tanto amaba a los pobres, su mayor alegría fue convertirse en instrumento o medio para remediar a toda una familia.

sábado, 1 de septiembre de 2018

Habla Víctor Quien me creó, me llevó.

Dios, quien me creó.

Quien me creó, me llevó. Él mismo me redimió. Con su sangre me lavó. Mis pecados perdonó.

Para entender lo que en estas breves palabras nos quiere decir Víctor, nada mejor que recordar lo que maravillosamente nos enseña San Pablo en la carta a los efesios acerca de nuestro origen y de nuestra redención, Palabras que debiéramos meditar con frecuencia, pues es el mejor resumen de la historia de nuestra salvación:

Bendito sea Dios, padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bendiciones espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante él por el amor. El nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya. Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados” (Ef 1, 3-7).

Con su sangre me lavó.

Con las palabras: Quien me creó, me llevó”, afirma dos verdades fundamentales de nuestra existencia:

1ª. Quien me creó, que es Dios, “nos eligió en la persona de Cristo antes de la creación del mundo”, es decir, desde siempre y que nuestra existencia actual, la hemos recibido a través de nuestros padres que han sido el medio de que se ha servido para introducirnos en este mundo.

2ª. Que el mismo que me creó, “me llevó”. ¿Adónde me llevó?  Nada menos que al mismo Dios que me dio la vida, pero en calidad de hijos. Las palabras de San Pablo son contundentes: “Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos”. Cristo con su encarnación, al asumir nuestra naturaleza nos convirtió a todos en “hijos de Dios”, con todas las consecuencias.

Mis pecados perdonó.
Si somos hijos de Dios, Dios es nuestro padre y nos ama como padre. ¡Qué alegría saber que el Dios todopoderoso es nuestro padre! Y, como dice en el Evangelio refiriéndose  los padres en general: “Si vosotros siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿qué no hará vuestro padre celestial?

Ante la experiencia de pecado, de infidelidad a tan buen Padre, Víctor no se atemoriza, sino que confía en el perdón de ese buen Padre gracias a la sangre de Cristo. Así lo reconoce al decir: “Él mismo me redimió. Con su sangre me lavó. Mis pecados perdonó. ¿No son las mismas palabras de San Pablo: “Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados?”.