sábado, 28 de marzo de 2020

Habla Víctor. ¡Oh muerte deseada!

Víctor muy enfermo acompañado por su hija Teresa y su nieta Sara



¡Oh muerte deseada que te haces esperar! Paso a paso te persigo, hasta que te pueda encontrar.

Ya en 1994 escribía a una religiosa agustina muy amiga suya: “Hace cuatro años me dijeron que si no me operaba, que tenía poco tiempo de vida. Le contesté al cardiólogo que no me preocupaba el vivir más o menos; así que no me operaba. Le verdad es que estos dos últimos años me encuentro mejor que hace 10. Está demostrado que no se muere uno hasta que Dios no lo quiere”.

Muy bien pudo decir: “No me preocupa el vivir más o menos, así es que asumo el riesgo de la operación”, pero eligió no operarse con la esperanza de que se cumpliese el diagnóstico del doctor. Ya para esas fechas su deseo de encontrarse cuanto antes con el Amado era apremiante, pero consciente de que lo más importante era cumplir su voluntad, y si su voluntad era que siguiese trabajando, así lo haría.

Ese deseo fue en aumento y cuando ya estaba muy enfermo y a punto de conseguirlo, su hija Begoña le preguntó: “Papá, ¿te quieres morir?” Se le iluminó el rostro. Su semblante brillaba y era como si ya estuviera en el cielo. No hacía falta que diera una respuesta con palabras, pero también me la dio: “Sí, pero cuando Dios quiera”.

Primera canción de "Llama de amor viva" de San Juan de la Cruz.

Preguntarle a un enfermo grave si desea morir y que se le ilumine el rostro y los ojos le brillen de alegría, no suele ser lo normal. Sí se da entre personas que han tenido una experiencia de Dios y por eso desean gozar cuanto antes de su presencia definitiva. Es el caso de San Pablo: “Para mí vivir es Cristo, y morir ganancia. Deseo morirme y estar con Cristo, y esto es con mucho lo mejor): sin embargo quedarme en este mundo es para vosotros lo mejor” (Flp. 1, 21-23). Es el caso de Santa Teresa de Jesús: “¡Cuán triste es, Dios mío, la vida sin ti! Ansiosa de verte deseo morir”.

Es lo que le sucedió a Víctor. Habiendo experimentado en plenitud el amor de Dios, deseaba verse libre del cuerpo para gozar para siempre de su presencia. ¡Cuántas veces, en sus encuentros íntimos con Jesús se lo suplicaría con estas palabras de San Juan de la Cruz: “Rompe la tela de este dulce encuentro!”.




miércoles, 25 de marzo de 2020

Florecillas. Se muere cuando Dios quiere.


 Víctor muy enfermo acompañado por sus nietos Rebeca y Carlos.

Hace cuatro años me dijeron que si no me operaba que tenía poco tiempo de vida; le contesté al cardiólogo que no me preocupaba el vivir más o menos, así que no me operaba. La verdad es que estos dos últimos años me encuentro mejor que hace diez. Está demostrado que no se muere uno hasta que Dios no lo quiere.

Parece que a Víctor, debido al esfuerzo de las horas extra en la fábrica, le daban frecuentes taquicardias. Por si en algún momento la taquicardia fuera tan fuerte que pudiera necesitar atención médica, llevaba en su cartera una nota con el nombre y teléfono de su hermano José Francisco para que le avisasen a él en vez de llamar a su esposa, para evitarla un gran disgusto. De vez en cuando también le daban taquicardias estando en el hogar, y en ese caso era su esposa Asunción la que procuraba que sus hijas no se enterasen.

Epitafio que Victor escribió acerca de su sepultura.

Pero en 1986, cuando tenía 61 años ya no se pudieron encubrir, porque en el reconocimiento médico se le descubrió: “Cardiopatía isquémica y Taquicardia parosística supraventricular”, se le aconsejaba evitar “esfuerzos mayores que moderados y concluía diciendo: “Dada la situación clínica, sería aconsejable solicitar la incapacidad laboral”.

El doctor le aconsejó operarse, pues de no hacerlo, sus días estaban contados. Y ya ven con que paz y serenidad le respondió que, como no le preocupaba lo más mínimo morir, no se operaba, que se cumpliese la voluntad de Dios.

El testimonio de Daniel Colorado es contundente: “A causa de los grandes esfuerzos físicos que realizaba en el trabajo, Víctor contrajo una enfermedad grave en el corazón. Entonces fue al médico del corazón y este, después de reconocerle le dijo que tenía que operarse, pues todos los que estaban como él, según las estadísticas, no solían vivir más de un año. Él dijo que él no se operaba. Que fuera lo que Dios quisiera. Por aquel entonces tendría 62 años y murió a los 87 años. Es decir, que el médico le dio de vida un año y Dios se la dio 25 años más”. Así se cumplió lo Víctor dice: “No se muere uno hasta que Dios no lo quiere”.



sábado, 21 de marzo de 2020

Testimonios P. Juan Aristondo OCD. Provincial de Navarra

El P. Juan Aristondo recibiendo a dos carmelitas descalzas seglares.


(Carta al P. José Francisco de 20 de octubre de 2014)

Muy estimado P. José Francisco Rodríguez OCD. Carmelo de Vigo.
Paz y bien. Con gusto recibí en mi comunidad anterior, en Eibar, dos cajas de Vida impactante de un Cristiano de a pie, y varios ramilletes de testimonios, ecos de la lectura de semejante obra, de la personalidad y tarea del cristiano de a pie Don Víctor Rodríguez, y sobre todo del bien realizado por Dios en nuestra sociedad actual a través de la entrega de Don Víctor.

Yo no puedo aportar nada sobre la vida del Carmelita Seglar Víctor Rodríguez. Desgraciadamente mi primer contacto con este hombre capaz de tanto compromiso cristiano, fue el libro que decimos: “Vida impactante de un cristiano de a pie”. Lo que yo sí puedo decir es que comencé a repartir ejemplares entre los miembros de la Adoración Nocturna (Adoración Eucarística) que suelen reunirse en una de las parroquias que la comunidad de frailes carmelitas atiende en Eibar, y que pronto vinieron de otros lugares y grupos a preguntar.

Santos Luis Martin y Celia Guérin, padres de Santa Teresita.

Todavía hoy llama un poco la atención que se proponga como ejemplar la vida de un cristiano seglar, a pesar de los muchos casos ya proclamados oficialmente, como los padres de Santa Teresita de Niño Jesús de Lisieux. Los lectores y lectoras, siendo ellos mismos personas envueltas en las tareas cotidianas del trabajo y la vida familiar, quizá se sintieron más cerca de este testimonio que de otros. El modo ágil en que está escrito el libro ciertamente es una ayuda, pero pienso que es la misma vida de Víctor Rodríguez la que atrae, habiendo sido atraído él mismo por Cristo.

Que el mismo Víctor nos ayude. Por tanto, a seguir a Cristo, cualquiera que sea nuestro modo de vida. Que como Víctor seamos capaces de apreciar a los que nos han precedido en el seguimiento a las nuevas generaciones. Que si nos distanciamos, recordemos que Dios está siempre cerca de cada uno, para acogerlo, recogerlo, y animarle a caminar.



miércoles, 18 de marzo de 2020

Habla Víctor Alma unida al Verbo

Cristo humillado y escarnecido.


En angustias y en tristezas al alma de Cristo estará asociada. En este estado por nadie será tocada. De mundo, demonio y carne estará liberada. Unida al Verbo queda traspasada.

Son las palabras de sus escritos autobiográficos que preceden a hablar de su muerte. Son como la expresión de que su vida espiritual había llegado a su plenitud espiritual, mediante la sumisión de su cuerpo y de su alma a la voluntad del Señor, como hizo Jesús en la oración del Huerto, y que, unida al Verbo, ya no temía al demonio, ni al mundo, ni a la carne.

Víctor ya había experimentado, siguiendo las directrices de su maestro San Juan de la Cruz, que la santidad no consiste en sentir gusto en las cosas espirituales, ni en tener tan altas consideraciones y comunicaciones como los ángeles, sino en “saberse negar de veras, según lo exterior e interior, dándose a padecer por Cristo y aniquilarse en todo. Porque el aprovechar no se halla sino siguiendo a Cristo, que es el camino y la verdad y la vida” (2Subida, 7, 8).

¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

Y el camino que siguió Jesús fue morir a lo sensitivo a lo largo de su vida y especialmente en su muerte, y morir a lo espiritual experimentando el desamparo del Padre que le llevó a exclamar: “¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado? Y fue en ese desamparo cuando hizo la mayor obra que en toda su vida con milagros y obras había hecho, ni en la tierra ni en el cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia con Dios” (Ibid).

Todo esto lo dice San Juan de la Cruz, “para que entienda el buen espiritual el misterio del camino de Cristo para unirse con Dios, y sepa que cuanto más se aniquilare por Dios, según estas dos partes, sensitiva y espiritual, tanto más se une a Dios y tanto mayor obra hace. Y cuando viniere a quedar resuelto en nada, que será la suma humildad, quedará hecha la unión espiritual entre el alma y Dios, que es el mayor y más alto estado a que en esta vida se puede llegar. No consiste, pues, en recreaciones y gustos y sentimientos espirituales, sino en una viva muerte de cruz sensitiva y espiritual, esto es, interior y exterior” (Ibid.)

Víctor fue aniquilando la parte sensitiva mediante una vida austera y soportando las enfermedades que le llevaron a la muerte, y la parte espiritual sufriendo las terribles Noches oscuras que le llevaron a la unión con Dios.



sábado, 14 de marzo de 2020

Florecillas. Nos veremos en el cielo.

Encuentro y abrazo de amigos.



Es muy posible, como dices, que no nos volvamos a ver hasta el cielo, eso no me preocupa, ni creo que a ti tampoco. Como te decía en otra ocasión nos, encontraremos juntos orando ante Jesús sacramentado y esto es lo que de verdad vale.

Encontramos estas palabras en carta de 17 de enero de 1984 a una religiosa agustina. En esas fechas aún gozaba de muy buena salud, pero dado que ella estaba en un monasterio de clausura en la provincia de Cáceres, preveía que sería muy difícil ir a visitarla. No es que no lo desease, pues años más tarde, el 28 de mayo de 2004 la vuelve a escribir diciendo: “Me tiene prometida la mujer de mi hijo pequeño llevarme a Serradilla, ya que van con frecuencia a Cáceres capital, donde vive una hermana, y su madre está con ella”.

Y en el último párrafo de la última carta que pudo escribirla, fechada el 3 de enero de 2005 la vuelve a recordar: “Sabes que siempre fueron mis deseos el llegar a vuestro convento. Mi situación física creo que lo impide”.

Orando juntos ante Jesús Sacramentado que nos une a todos en su Amor.

El presentimiento de Víctor se realizó, pues ya no volvieron a verse, pero jamás falló su encuentro ante Jesús sacramentado, que es el lugar ideal de encuentro para disfrutar y aumentar una amistad espiritual. De esta forma, todos los días se acordaban el uno de la otra y viceversa, y pedían al Señor que el amor de ambos a Jesús Sacramentado fuera cada vez más intenso y les concediera fuerza para cumplir fielmente su voluntad.

Por cierto, tengo una amiga muy espiritual, que siempre que me escribe, como despedida me pone: “Nos encontramos en la Eucaristía”, despedida que me ha gustado tanto, que también yo la uso. ¡Qué mejor lugar para encontrarnos los amigos que en la Eucaristía en torno al Amigo verdadero que a todos nos une en su amistad! Las reuniones de los amigos en torno a Jesús cuentan con su bendición. Por eso, esas amistades nunca se frustran, sino que duran toda la vida.



miércoles, 11 de marzo de 2020

Testimonios. P. L. Aróstegui OCD ExGeneral de la Orden

R, P. Luis Aróstegui,
Ex- General de los Carmelitas Descalzos


Carta al P. José Francisco de 13 de marzo de 2014.

Muy estimado P. José Francisco: Hace unos días me llegó el paquete enviado por ti, con el libro, tus palabras y las copias referentes al caso. También había llegado mientras tanto un ejemplar de la editorial. Gracias por tu premura y perdón por mi demora en acusar recibo. El bien ha sido que ahora tengo aquí dos ejemplares.

He leído el libro, el curso biográfico de Víctor, su evolución interna, sus vivencias, relaciones familiares y sociales, escritos, pensamientos y los testimonios acerca de su personalidad y fama de santidad. Todo esto ha sabido recoger José Vicente en su estilo familiar, con propiedad de lenguaje y amor a la verdad.

Sí, muy apropiado el título: “Un cristiano de a pie”. Las preocupaciones del padre de familia muy numerosa, sus desplazamientos, los avatares laborales y económicos del trabajador, la sinceridad de lo que él mismo llamaba su conversión, su entrega a la oración y a las “obras de misericordia” con toda entereza, entre algunas incomprensiones, y también la profundización en la fe, con su noche padecida (que sólo se puede leer de cerca con grande compasión), su larga enfermedad. Sus escritos muestran cómo asimiló sobre todo la doctrina del Santo Padre San Juan de la Cruz. Bien también que con toda sencillez aparezcan las líneas del versificador popular.

Libro al que hace alusión el R.P. Luis Aróstegui.

José Vicente dice en la biografía en su comienzo, un esbozo. Muy oportuno comienzo. Tal vez podrá él mismo desarrollarlo. Haciendo conocer aún mejor la “condición” humana que los golpes y borrascas de la vida, y el sol de Jesús, han transformado. Penetrando también en los contextos socio-culturales que condicionan, pero no determinan lo principal. Y lo principal ya se encuentra en esta biografía.

Nos causa íntima alegría el ver la gracia de la vida y de la fe mostrada en una persona de a pie, un ejemplo de otras muchas vidas que se dan de modo semejante, de muchas maneras.


sábado, 7 de marzo de 2020

Habla Víctor. El alma en Getsemaní.

Jesús pidiendo al Padre que le libre del cáliz de la Pasión.


Dichosa el alma que por el Espíritu al Huerto de los Olivos sea trasladada. No verá la sangre sudada. En angustias y tristezas al alma de Cristo estará asociada.

En carta a una religiosa agustina, de 19 de enero de 1998 añade: “Mi alma triste y angustiada está, llena de desolaciones y de tentaciones, incluso contra la fe; gracias a que siempre fue para mí la agonía del Huerto, donde el Señor sudó sangre, el paso que más me impresionó, en él y las lágrimas que derramó y las uno a las suyas, me sirven de alivio y a su vez me introducen en el misterio de la Cruz”.

La oración de Cristo en el Huerto de los olivos es de las escenas más dolorosas de la Pasión del Señor. Los evangelistas la describen con frases como: “Empezó a entristecerse y angustiarse”. “Me muero de tristeza”. “Le chorreaba hasta el suelo el sudor parecido a goterones de sangre”. A tal punto llegó su dolor que: “Cayó a tierra, pidiendo que si era posible se alejara de él aquella hora. Decía: ¡abba! ¡Padre! Todo es posible para ti, aparta de mí este trago, pero que no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres Tú” (Mc. 14, 35). Y dirigiéndose a sus apóstoles, que se habían dormido y dejado solo les dijo: “¿No habéis podido velar ni una hora? Estad en vela y pedid no caer en las pruebas: El espíritu está pronto, pero la carne es débil (Mc. 14, 37-38).

Jesús agonizando en Getsemaní.

Santa Teresa de Jesús, que desde joven tuvo la costumbre de reflexionar todas las noches al acostarse en este paso de la vida de Jesús, tiene una preciosa consideración para animarnos a seguirle: “Mirad que dice el buen Jesús en la oración del Huerto: “La carne es enferma” (Mc. 14, 38), y acordaos de aquel tan admirable y lastimoso sudor. Pues si aquella carne divina y sin pecado, dice Su Majestad que es enferma, ¿cómo queremos la nuestra tan fuerte que no sienta la persecución que le puede venir y los trabajos? Y en ellos mismos será como sujeta ya la carne al espíritu. Junta su voluntad con la de Dios, no se queja” (Meditaciones sobre los Cantares 3, 10).

Algo semejante debió experimentar Víctor para desear ir al Huerto de los olivos y allí sufrir sus dolores en la carne, como Jesús, para salir de esa experiencia fortalecido en el espíritu y capacitado para enfrentarse a todas las dificultades con paz.

miércoles, 4 de marzo de 2020

Florecillas. Gracia de orar trabajando.

Víctor limpiando el patio de su vivienda en Velillas del Duque.


“Puedo decirte que tengo gran experiencia y la gracia de orar aunque esté trabajando. (Carta a una religiosa Agustina)

¿Es posible, como dice Víctor, compaginar el trabajo con la oración? José María Cabodevilla en su obra “Señora nuestra”, tiene unas palabras que nos explican la posibilidad de convertir el trabajo en oración: “Todo es trabajo. Y todo ha de ser oración. A una persona que se lamentaba de no poder tender a la perfección por el agobio de los negocios temporales, Santa Catalina le respondió: “Sois vos el que los hacéis temporales”. Las cosas temporales son temporales porque las sustraemos nosotros su referencia a la eternidad, porque destruimos la virtualidad que tienen para remontarnos a la esfera de lo espiritual y eterno. Sólo explotando esta calidad divina de los asuntos temporales, únicamente haciendo las cosas de Marta con el corazón de María es posible vivir con Dios y orar veinticuatro horas diarias”.

Mi Padre sigue trabajando y Yo también trabajo” (Jn 5, 17). Durante su larga vida privada en Nazaret, Jesús practicó el oficio de carpintero hasta el punto de conocerle como el hijo del carpintero, e incluso como el carpintero. María fue la esposa del carpintero y madre de otro carpintero, y los tres, Jesús María y José, trabajaron a lo largo de su vida. Pero, ¿dónde tenían su mente y su corazón mientras realizaban las obras más humildes y sencillas?

Víctor encendiendo la lumbre de la gloria en su casa.

Víctor contaba además con el ejemplo de Santa Teresa la madre de los carmelitas, activa como pocas, pero siempre con la mente en el Amado, por lo que dice: “El verdadero amante en toda parte ama y siempre se acuerda del Amado. ¡Recia cosa sería que sólo en los rincones pudiese traer oración!” (F. 5, 16). Y añade: “Cuando la obediencia os trajere empleadas en cosas exteriores, entended que, si es en la cocina, entre los pucheros anda el Señor, ayudándoos en lo interior y exterior” (F 5, 8).

Así lo hizo Víctor aun cuando trabajaba en la Embotelladora de Pepsi-Cola que requería gran concentración para no romper la cadena. Supo convertir lo que para la mayoría era una simple rutina, en una permanente plegaria, recitando Ave María cada botella que embotellaba.