miércoles, 31 de octubre de 2018

Testimonios Carmelitas Descalzas de Sabarís (II)

Monasterio de Carmelitas Descalzas en Sabarís.


Al ingresar su hija más pequeña Eva como religiosa en este monasterio de Sabarís, con el nombre de Eva María del Niño Jesús, venía a hablar con ella de temas siempre espirituales, de su vida de oración y de todos esos recuerdos íntimos que tiene ahora sobre él y que la ayudaron muchísimo en los primeros pasos de su vida carmelitana.

Esta actitud orante, tan extraña en nuestros días, llamaba sin duda la atención, pues nuestra actual demandadera llegó a preguntar a la hermana tornera si el padre de la hermana Eva María había sido cura, viéndolo tanto en la Iglesia.

Víctor y Asunción orando en la Iglesia del monasterio.
Una hermana que fue connovicia suya, recuerda que cuando venía con su mujer Asunción a visitar a la comunidad, tras la entrada de su hija, le parecía ver en ellos a los padres de Santa Teresita, él por su aspecto de santo varón y ella por la veneración con la que lo miraba, secundándole en todo y diciendo que sus hijos no sabían lo que era su padre.

Pero también toda esta vida espiritual de intensa piedad se manifestaba en obras continuas de caridad. Era conocido y querido después de tantos años veraneando en el pueblo, por mucha gente de Sabarís, que ciertamente veían en él a un hombre recto y de Dios, yendo a visitar con frecuencia a algunos enfermos, como a la madre de una de nuestras hermanas que estaba encamada y vivía en una aldea de por aquí.

Él era cercano con todos, manteniendo conversación con todos, obreros, demandadera, taxista…

Víctor y Asunción con su nieta Raquel en el monasterio de Sabarís.

Esperando para entrar en el locutorio, también se cruzaba con nuestros sacerdotes y bienhechores, causando en ellos una impresión especial, como lo demuestran estos hechos. En sus primeros años de venir aquí, coincidía a veces con uno de ellos que traía a sus hijos pequeños y que pertenecía al Opus. Nuestro hermano Víctor decía que “el Opus Dei era una gran fuerza de la iglesia, pero que su espíritu ya pertenecía al Carmelo”.

En otra de estas ocasiones, antes de entrar a vernos, se encontró con un sacerdote con el que mantuvo una breve conversación, y éste, al saludar a la comunidad, nos comentó que “ese hombre era un místico” y estaba admirado de él.




sábado, 27 de octubre de 2018

Florecillas. Me infundió paz y esperanza.

Eusebia Arranz con sus suegros Domingo, hermano de Víctor y Juliana.


Cuando Víctor vivía en Medina del Campo, yo pasé por un problema y desde mi domicilio de Valladolid, donde yo vivía, acudí a él por teléfono para que me ayudara a sobrellevarle. Él me infundió paz y esperanza y me aconsejaba hacer oración como la mejor ayuda para salir del problema. Recuerdo que me mandó dos estampas con oraciones y que yo las rezaba todos los días al comenzar las clases con los niños del curso que yo estaba de maestra. Haciendo oración como Víctor me aconsejaba, llegué a sentir la paz y la tranquilidad que Víctor irradiaba, como reflejo de santidad (Eusebia Arranz)

Eusebia Arranz, esposa de Enrique Rodríguez, sobrino carnal de Víctor, acuciada por un problema que no la dejaba dormir, acudió a Víctor en busca de ayuda y fortaleza para sobrellevarlo con paciencia, y con lo que le se encontró, fue mucho más de lo que esperaba: paz y esperanza.

Tanto la paz como la esperanza, son difíciles de conseguir cuando se está atravesando por situaciones de angustia, por más consejos que se le den, e incluso por más sedantes que se tomen. En esas situaciones, siempre se necesitan y se agradecen las muestras de comprensión y de solidaridad de las personas cercanas, pero en este caso no sólo recibió consuelo, sino lo que más necesitaba: Paz en esos momentos difíciles que estaba pasando y esperanza de que esos problemas desaparecerían.

Eusebia Arranz con un grupo de familiares.

Los consejos que Víctor la dio, no pudieron ser más acertados y eficaces. La animaba a meditar en la Pasión del Señor y a que, a través de la oración, descubriera la voluntad de Dios y aceptara las pruebas por las que estaba pasando, pues no eran tan duras como las que pasó Jesús por nosotros, dándonos ejemplo a llevar la propia cruz como Él lo hizo.

Pero lo más importante es que la infundió paz y esperanza. Nadie da lo que no tiene. Si Víctor pudo transmitir esa paz y esa esperanza fue porque él las había conseguido después de superar pruebas más difíciles que las de Eusebia y por eso se convertía en testimonio claro de que es posible tener paz en medio de las pruebas, porque es Dios quien se lo concede a los que en Él confían. 

Marta Rodríguez hija de Eusebia y sobrina nieta de Víctor

La recomendó que en la oración recordase y a la vez pidiese al Señor que le concediera lo que dice San Pablo: “¿Quién podrá apartarnos del amor de Cristo? ¿Las dificultades, las angustias, las persecuciones, el hambre, la desnudez, los peligros, la espada?... Todo esto lo superamos fácilmente por el amor de Dios que nos conforta. Porque estoy convencido de que ni muerte, ni vida, ni ángeles, ni soberanías, ni lo presente ni lo futuro, ni poderes, ni alturas, ni abismos, ni ninguna otra criatura podrá privarnos del amor de Dios, presente en el Mesías Jesús, Señor nuestro” (Rom 8, 35-39).

Las palabras, el ejemplo y las oraciones de Víctor contribuyeron eficazmente a que Eusebia recuperara la paz y la esperanza.




miércoles, 24 de octubre de 2018

Habla Víctor. Cuando al pueblo llegué.

Iglesia parroquial de Velillas del Duque



Cuando al pueblo llegué, a la puerta del templo de Dios llamé. Banquete están celebrando, en él participé. Del Divino Cordero me alimenté. Saciado quedé.

La experiencia espiritual vivida por Víctor durante 12 años en el pequeño pueblo de Velillas del Duque, es fundamental. Su vivienda lindaba con la Iglesia, por lo que el acceso le resultaba sencillo aun los días de lluvia o de nieve, tan frecuentes en invierno. Además, como el párroco le dejaba las llaves, aprovechaba todos los momentos que las ocupaciones se lo permitían, para pasarlos en la Iglesia al lado de su Amigo Jesús. Ni que decir tiene, que los pocos días que se celebraba la Eucaristía en el pueblo por la escasez de vecinos, allí participaba del Banquete a que alude, pero la mayoría de los días tenía que desplazarse a pueblos vecinos para no privarse del Banquete Eucarístico.
 
Institución del Banquete de la Eucaristía.

Cuando al pueblo llegué, a la puerta del templo de Dios llamé: Sus desplazamientos a los pueblos cercanos, podemos comprobar que no los hacía por motivos económicos o familiares, sino para acercarse al templo de Dios. Y como en todos los pequeños pueblos de Castilla lo más destacado y visible desde kilómetros es la iglesia, no necesitaba información para llegar, sino simplemente mirar a la torre para llegar directamente al templo.

Lo primero que conoció de todos los pueblos a los que tuvo que desplazarse, fue la Iglesia, lugar donde se celebraba el Banquete Eucarístico. y a partir de ahí, iba conociendo y entablando amistad con los comensales de los distintos pueblos y entablando con ellos una cercana amistad, que terminaría convirtiéndose en admiración hacia Víctor, por la humildad y cercanía que percibían en el enamorado de Dios.

Iglesia parroquial de Quintanilla de Onsoña.

Banquete están celebrando, en él participé: ¿Qué animaba a Víctor a realizar esos desplazamientos diarios a veces teniendo que sufrir las inclemencias del tiempo? Pues que iba a un Banquete, y a un  Banquete siempre se acude con alegría, pues es como la culminación de una fiesta. Y el Banquete es tanto más atractivo, cuánto más lo sean los alimentos que se ofrecen. Así es que Víctor, todos los días se desplazaba con júbilo y alegría porque iba a participar en el gran Banquete en el que le ofrecían los mejores y más saludables manjares, capaces no solamente de mantener su salud espiritual, sino de llevarla a plenitud.

Del Divino Cordero me alimenté. Saciado quedé. Antes de acercarse al Banquete, ya conocía de antemano el suculento alimento que se le ofrecía, y como sabía que el alimento que allí tomaba era alimento de vida eterna, saciado quedaba de esperanza de vida feliz para siempre.      


sábado, 20 de octubre de 2018

Testimonios Carmelitas Descalzas de Sabarís

Monasterio de Carmelitas Descalzas en Sabarís.


Nosotras, siempre le llamábamos “Hermano Víctor”, por pertenecer a la Orden Tercera o Carmelo Seglar. Ya era una relación entrañable desde hace tantos años la que tenía con este Carmelo por su amor grande a la Orden, por tener dos hermanos carmelitas y con el tiempo una hija y una nieta aquí.

Venía con su familia todos los veranos, pues solían pasar todo el mes de septiembre aquí y veíamos año a año su evolución, incluso parece que Dios quiso que viniera a despedirse el verano anterior a su fallecimiento, con gran alegría por nuestra parte. Su visita a nuestro convento era obligada en este tiempo de sus vacaciones.

Todos los días asistía a la Misa, e incluso sabemos que era frecuente que fuera una segunda vez por la tarde a la parroquia. Encontrándose una vez allí, igual que él, oyendo misa por segunda vez, una antigua demandadera nuestra, comentaba a su hija carmelita: ¡Vaya que piadoso es ese Víctor! Incluso en sus últimos veranos de venir a Sabarís, cuando la enfermedad comenzaba a avanzar y a veces no sabía por donde iba y su familia tenía un poco de miedo en que anduviese solo, cuando le encontraban por el pueblo, su intención siempre era ir a la Parroquia. Reflejo todo de los hábitos de vida que tenía y su gran deseo de recibir al Señor en la Eucaristía.

Víctor y Asunción con su nieta Raquel en Sabarís.

Esta misma demandadera le tiene cogido del brazo para ir a comulgar en nuestra iglesia al ver que se encontraba algunas veces mal en ese momento; cosa ésta que sucedía con frecuencia, últimamente, sin por ello dejar la Comunión o de asistir a la Misa.

Se pasaba las mañanas enteras ante el Santísimo en nuestra iglesia haciendo oración. De su recogimiento da fe una hermana que aún vive y que cuenta, como ella, que iba todas las mañanas al coro alto a hacer una visita sobre las once, al igual que otra hermana, hizo ruido sin querer y, no sabemos si lo oyó o no, lo cierto es que continuó tan tranquilo su oración sin inmutarse. Nos preguntamos de qué podía tratar su oración de tantas horas. Podemos intuir algo al escuchar la afirmación que hizo cuando su última hija, la hermana Eva María del Niño Jesús entró en nuestro Carmelo: “Después de tanto martillar ante la Virgen del Carmen, por fin Dios me dio una vocación”.

Parroquia de Santa Cristina en Sabarís (Pontevedra)

Años más tarde, al ingresar ésta aquí, venía a hablar con ella de temas siempre espirituales, de su vida de oración y de todos esos recuerdos íntimos que tiene ahora sobre él y que mucho le ayudaron en los primeros pasos de su vida carmelitana, por lo que con gracia recordábamos a Santa Teresa Margarita, que siempre se aconsejaba de su padre.



miércoles, 17 de octubre de 2018

Florecillas Siempre sonriente

Alipio en la Iglesia de Villota del Páramo.


“Pura y yo recordamos muchas cosas desde que le conocimos. Siempre esa sonrisa en los labios, esa manera de mirar, esa dulzura en sus labios que nos demostraba que en su corazón no había más que bondad (Pura y Alipio).

Así recuerdan a Víctor su prima carnal Pura y Alipio su esposo. Como siempre que le visitaban les recibía con su agradable sonrisa con la que manifestaba alegría de verles y de poder compartir con ellos unos momentos de amistad, fueron de los primos que con más frecuencia le visitaron durante los doce años que vivió en Velillas del Duque, ya que ellos residían en la vecina villa de Saldaña.

Esa sonrisa en sus labios y en sus ojos que tan poderosamente les llamó la atención cuando Víctor estaba en la plenitud de la vida, le trajo a Alipio a la memoria una anécdota acaecida en su adolescencia, cuando aún vivía la abuela Ramona y a Víctor le encantaba acercarse a Villota del Páramo para disfrutar de su cariño. En una de esas visitas nos dice que “Jugando una vez en un carro, uno de ellos llamado Ramiro se arrengañó y se hizo daño en una pierna. Y fue Víctor, que también estaba allí el que le metió para adentro para curarle y allí nadie dijo una palabra.Y Victor se reía(Pura y Alipio).

Alipio, de espaldas con Pura y su hermano Luis

Suponemos que con la expresión “se arrengañó” que no aparece en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, sino que debe tratarse de una expresión local, lo que da a entender es que se cayó del carro en que estaban jugando y que en la caída se hizo daño. Lo importante es que, de entre los muchachos que estaban jugando, solamente a Víctor se le ocurrió cargarle y meterle en la casa para curarle, que era lo correcto y que además “se reía” cuando los demás adolescentes estaban muertos de miedo por lo sucedido y por lo que pudieran decirles sus padres.

Es una buena prueba de que Víctor, ya desde adolescente tenía sentido de la responsabilidad y de que para él, lo importante era hacer el bien. De ahí su risa ante el deber cumplido y que esa risa, con el paso de los años haciendo el bien, se convirtiera en esa sonrisa tan especial que tanto llamó la atención de los que le conocieron los últimos años de su vida.   

Alipio y Pura con familiares en la Iglesia de Villota del Páramo.

Ya en ocasiones anteriores hemos destacado la importancia de su sonrisa, hasta el punto de que un folleto dedicado a dar a conocer su santidad de vida, se titula: “Víctor, sonrisa de paz”. Pero resulta novedoso que Alipio recordara esa anécdota que ocurrió cuando ambos eran adolescentes. Algo extraño tuvo que impactarle ya en ese momento al presenciar el accidente de Ramiro y el modo de comportarse Víctor para recordarlo después de tantos años y destacar especialmente su risa diciendo: “y Víctor se reía”, cuando ellos nada hicieron por Ramiro porque estaban muertos de miedo.

sábado, 13 de octubre de 2018

Habla Víctor. Pobre y mendigo soy.

Víctor trabajando en el patio de Velillas del Duque.


Pobre y mendigo soy, lleno de miseria estoy. Mi oficio es pedir y rogar, de puerta en puerta llamar. De pueblo en pueblo voy caminando. Todo el tiempo implorando.

¿Fue realmente pobre y mendigo, o habla más bien de pobreza y de miseria espiritual?
Víctor no fue un mendigo según el concepto que hoy tenemos, pero sí pobre de espíritu que es la pobreza que agrada al Señor y también pobre de bienes materiales, pero pobre de bienes al estilo de la Sagrada Familia que no acumuló bienes, pero que siempre tuvo lo suficiente, porque se ganó el alimento con el trabajo, primero de José y después del mismo Jesús. Vivió de manera sencilla sin ánimo de acumular para asegurar el día de mañana, confiando siempre en la divina providencia.

Víctor encendiendo la lumbre en invierno.

Así fue realmente la pobreza material de Víctor, que trabajó sin descanso para sacar adelante a su hogar, pero no para acumular y asegurar su futuro, pues en lugar de acumular, sus escasas ganancias las compartió con los más pobres que él.

Con sus palabras, pues, se refiere más bien a otro tipo de pobreza, a la pobreza espiritual, pues siempre se consideró lleno de miserias y necesitado de la misericordia de Dios. Esta pobreza la sintió especialmente durante los días que pasaba en el desierto de las Batuecas dónde el Señor le purificaba de sus más pequeñas imperfecciones y de las deficiencias de toda su vida.

En sus escritos autobiográficos tenemos la oportunidad de ver cuántas veces alude a esa pobreza espiritual y a la necesidad de la misericordia de Dios. Y es que, cuánto mayor es la luz con que el Señor ilumina al alma, más destacan las pequeñas infidelidades. Pasa más desapercibida una mancha grande en un lienzo oscuro que una pequeña en uno blanco. Esto es lo que les ha pasado a todos los santos y es lo que experimentó Víctor.
Cuando habla de estar lleno de miseria y por tanto necesitado de pedir y rogar, no lo dice por decirlo.

Víctor quitando la nieve para acceder a la Iglesia

Hablando de la oración, tiene unas palabras que nos confirman a que tipo de pobreza se refiere al decir: “Oración es comunicación entre Dios creador y redentor y la criatura pecadora, ésta tan necesitada de su misericordia infinita, que regularmente suele ser de petición. Los pobres solamente se dedican a pedir y ante Dios, todos somos muy pobres”.

Esa es la realidad: “Ante Dios todos somos pobres”. Víctor experimentó como casi todos los santos, que espiritualmente no era más que un pobre lleno de miseria, debido a los pecados de su juventud y a las pequeñas infidelidades de cada día. Por eso sintió la necesidad de pasarse la vida implorando la misericordia de Dios.





miércoles, 10 de octubre de 2018

Testimonios Carmen García Rodríguez

Víctor me exhortó a que leyera las obras de Santa Teresa


Siempre hubo una conexión especial entre tío y sobrina, quizá sea porque llevo el nombre del Carmelo, al que Víctor se consagró. Recuerdo que desde siempre me llamaron la atención la austeridad y el marcado desapego de lo material con que vivía Víctor, que se reflejaba, por ejemplo, en su sencillo modo de vestir. También destacaba la profunda paz que de él emanaba, así como la alegría en su mirada y su generosidad.

Aunque sabía de su intensa vida interior y apego a lo espiritual, no fue hasta finales de los años 90 cuando tuve la ocasión de conocer a Víctor en su dimensión espiritual más profunda. Entonces comenzó hablándome de mantener la fe recibida de sus padres y del valor de la oración, y me exhortó a leer, y sobre todo comprender a los grandes místicos carmelitanos Santa Teresa y San Juan de la Cruz.

Monasterio de Batuecas en que experimentó la "Noche oscura".

Con el propósito de que me sirviera, me reveló alguna de sus experiencias espirituales, que me llenaron de asombro que describo a continuación. Me habló de sus imperfecciones humanas y de su conversión, así como de sus sacrificios y su intensa vida de oración, orando por todos, especialmente por la fe de sus hijos. Mencionó las experiencias de ayuno y las noches de oración, en Madrid durante el año y en verano en el desierto carmelitano de Las Batuecas. Allí es donde Víctor tuvo sus vivencias “de noche oscura”, como las denomina San Juan de la Cruz. En ellas “se abrazaba a la cruz de Cristo” y “sentía el dolor profundo de saberse imperfecto y pecador”. Aunque eran días de ayuno y de sufrimiento, experiencias de noche oscura no de llama de amor viva, el fruto de su oración y entrega lo recibía en forma de gracias a lo largo de todo el año. Entre dichas gracias, su profunda fe, la paz de su corazón… y el gran regalo de que su hija pequeña profesara como Carmelita Descalza.

También mencionó, que durante un tiempo tuvo un sorprendente conocimiento de leyes (que nunca había estudiado), lo que le permitió ayudar y asesorar a varios compañeros de Pepsi-Cola, algunos analfabetos; dicha capacidad fue temporal y seguida de un periodo de notable falta de memoria. Al finalizar la conversación, me comentó que no solía hablar de estas vivencias…con lo que valoré aún más que me las hubiera confiado. A partir de entonces, me refería a él como “mi tío el místico”, precisando que era un místico casado y con 7 hijos, pues erróneamente se tiende a pensar que sólo un monje o monja pueden alcanzar tal cercanía a Dios.

S. Juan de la Cruz: "A la tarde de la vida te examinarán en el amor"

A continuación transcribo algunas frases entresacadas de una carta que me escribió en febrero de 1988: “Por mi parte tengo la experiencia de que fallo por todas partes. Cuantas más gracias me da Dios, más me siento pecador, y es que al iluminar mi alma, se ven reflejadas en ella todos mis pecados e imperfecciones, por ello el dolor se hace más profundo. No se sufre por lo que no se conoce, los ateos no se consideran pecadores, y los agnósticos tampoco”.

En dicha carta, en referencia al mundo científico en que me muevo, escribió: “Es muy difícil saber mucho y creerse poco…si sólo tuvieras la ciencia investigadora, me darías pena”, “Vacíate de ti y te llenarás de Dios y aprenderás a amarle como Él quiere ser amado. Te llenarás de los dones del Espíritu Santo y aprenderás ciencia sabrosa, y te verás sorprendida que aprendes lo que no estudiaste”.
Quiero finalizar con una cita de San Juan de la Cruz, a quien Víctor tanto leyó… En concreto con unas palabras que Víctor comprendió y vivió en plenitud a lo largo de su vida y que se escucharon en su funeral en forma de canción: Al final de la vida, me examinarán en el amor.



sábado, 6 de octubre de 2018

Florecillas Misas de San Gregorio

San Gregorio Magno

 “Vino a verme a la muerte de mi marido, desde el pueblo de la provincia de Palencia donde vivía (Velillas del Duque) a Madrid, donde yo vivía. Me preguntó si había encargado ya las misas de San Gregorio. Le dije que no. Y me dijo: “Encárgaselas ya”. Todo lo que dijo para consolarme fue muy espiritual y me hizo mucho bien. Era un santo que transpiraba santidad (Carmen Arias).

Conocemos muy bien la atención de Víctor a los enfermos y la delicadeza con lo que les trataba. Esa delicadeza aumentaba con los enfermos graves para los que ya no servían los medicamentos y el momento de su partida a la casa del Padre era inminente. En esos casos se ocupaba de prepararles para una buena muerte y cuando les veía dispuestos a recibir los últimos sacramentos, él mismo se encargaba de encontrar el sacerdote que se los administrase.

Sabiendo que una vez fallecidos la mejor obra de caridad para con los difuntos es orar por ellos, y que para salir del purgatorio, caso de encontrarse en él, más valioso que las oraciones es ofrecer por ellos el sacrificio de la misa, por su valor infinito, procuraba encargar misas por ellos lo antes posible.

Almas en el purgatorio.

En el caso concreto de la muerte del marido de su amiga Carmen Arias, tuvo la delicadeza de desplazarse desde Velillas del Duque a Madrid, para acompañarla y consolarla en esos momentos de dolor, como testifica Carmen. Pero lo primero que hizo fue preguntarla: ¿Has encargado ya las misas de San Gregorio por él? Al responderle que no, sus palabras fueron contundentes: “Encárgaselas ya”. ¿Por qué ese apremio? ¿Qué son las misas de San Gregorio o misas gregorianas?

Las misas gregorianas es una práctica instituida por el Papa San Gregorio Magno, que consiste en la celebración de treinta misas consecutivas por un recién fallecido para conseguir su salida del purgatorio. San Gregorio Magno recomienda esta práctica a raíz de lo sucedido a la muerte de un monje en un monasterio de benedictinos en el que él era abad en ese momento. 

Cuenta en su obra “Diálogos”, que un monje llamado Justo, que ejercía la medicina, había aceptado sin permiso una moneda de oro, faltando así gravemente a la pobreza. Después recapacitó, se arrepintió y tanto le dolió, que hasta enfermó y murió al poco tiempo. Aunque murió arrepentido, San Gregorio, como abad, para inculcar a los monjes horror a este pecado, hizo que le enterraran fuera de las tapias del cementerio en un basurero donde también echó la moneda de oro haciendo repetir a los monjes las palabras que San Pedro dirigió a Simón Mago: “Que tu dinero perezca contigo”.

Celebrando misas gregorianas.


Pero cayó en la cuenta de que había sido demasiado fuerte y que lo más importante era pedir por su salvación, y para conseguirlo mandó celebrar treinta misas seguidas. El mismo día que terminaron las misas, Justo se apareció a otro monje llamado Copioso diciéndole que subió al cielo libre de las penas del purgatorio gracias a las 30 misas celebradas por él.

Así lo relata San Gregorio y desde esa fecha se vienen encargando las misas gregorianas por los difuntos. En eso se basa la urgente recomendación de Víctor a su amiga Carmen Arias: “Encárgaselas ya”.


miércoles, 3 de octubre de 2018

Habla Víctor. Señor mío Jesucristo.

 Institución de la Eucaristía.


Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Cuando te como y bebo nada gusto, siento y veo, pero buena ganancia me llevo.

Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Son las palabras que pronunciamos frecuentemente en el Credo y así confesamos que Jesús, siendo Dios verdadero, asumió nuestra naturaleza humana y fue, por tanto, también hombre verdadero.

Pero la explicación de lo que realmente quiere expresar Víctor con estas palabras, nos lo explica más adelante cuando habla de que, desde su conversión, le encantaba escuchar cuando se hablaba y ensalzaba a Dios, hasta que llegó un momento en que casi le aburría lo que decían.

Al principio le preocupó lo que le estaba sucediendo, pero por fin encontró en San Juan de la Cruz la explicación que necesitaba y en ese momento exclamó: Me aclaró que por fe, tan alto sentía de Dios, que todos chico me le dejaban. Y es que San Juan de la Cruz habla de la diferencia del Dios que conocemos por nuestra flaca inteligencia comparado con el Dios de la fe, que nos le muestra como es en realidad, con la única diferencia de que aquí le conocemos en tiniebla y allí le veremos cara a cara.

Recibiendo la Eucaristía

Cuando te como y bebo nada gusto, siento y veo: Con estas palabras confiesa su inquebrantable fe en el misterio de la Eucaristía. Nos resultan familiares las horas diarias que Víctor dedicaba a estar con el Señor y de su entrañable amor a la Eucaristía, hasta el punto de no escatimar recorrer varios kilómetros para recibirla. También sabemos que, como adorador nocturno, se pasaba las noches enteras ante el Santísimo.

Esta entrega tan incondicional, nos podría hacer pensar en que, al recibir la Eucaristía, sintiera un gran fervor sensible que le atrajera a comulgar, como les sucedió a algunos santos, como es el caso de San Antonio María Claret, pero sus palabras indican todo lo contrario: comulgaba porque sabía que se alimentaba con el cuerpo de Cristo, aunque nada sintiera, como nos puede suceder al común de los mortales. Esta es la pura realidad, aunque su esposa nos diga que, en sus últimos años, con frecuencia sentía una mejoría al comulgar.

 S. Antonio Mª. Claret. La Eucaristía
era su único alimento algunos días.

Pero buena ganancia me llevo: Si no sentía nada sensible, ni experiencias místicas especiales, ¿por qué esa perseverancia y esos esfuerzos para poder comulgar? Pues por la ganancia que recibía al alimentarse del cuerpo y de la sangre de Cristo. ¡Cómo privarse del alimento que fortalecía su fe! ¿De dónde recibiría fuerza para cumplir la voluntad de Dios, sacrificarse por los demás y soportar todas las dificultades, sino de la Eucaristía?

Por fe tenía la seguridad de que se alimentaba del Pan de Vida y que solamente recibiendo ese alimento de vida, tendría suficiente fuerza para vencer las dificultades y hacer siempre el bien.