miércoles, 27 de febrero de 2019

Testimonios. P. Santiago Soria.

Padre Santiago Soria


He recibido el regalo de la biografía de Víctor. Creo que el P. José Vicente se ha esmerado en hacer de ella un libro de lectura fácil, agradable y testimonio de fe. De su lectura he descubierto la fuerza de voluntad, mejor, el dominio de su voluntad. Antes de su conversión, como San Pablo, entregado al trabajo, producir, progresar, aspirando siempre a más… Después de su conversión admiro la total entrega al Señor. No ha perdido ni un minuto y ha aprovechado todos los medios que le acercaban más a Él. No es tan fácil vaciarse cuando uno ha tenido la abundancia para no volver al reclamo de las cosas materiales.

Yo no conocí de cerca a Víctor, pero tengo una imagen que no se me borra de él. Llegado yo del Caribe, fui destinado a Medina. Una de las veces que me tocó ir a celebrar misa a las Madres Carmelitas Descalzas, al volver al convento observé a un caballero, ya mayor, que lucía un perfil de recogimiento y elegancia a la vez, que parecía que nada de lo que pasaba en la calle le distraía. Después supe que era Víctor Rodríguez.

Iglesia y convento de los Carmelitas Descalzos en Medina del Campo.

A veces, en los pocos momentos de recreación que tenemos en Batuecas, comentamos algo de Víctor, cuando venía a pasar vacaciones, y siempre es la misma conclusión: el ejemplo, la puntualidad y la participación en toda la vida comunitaria. ¡Cuánto me habría gustado haber tenido la oportunidad de haber compartido algunos momentos de su estancia aquí en el Desierto!

Leyendo el libro Vida impactante de un cristiano de a pie, son muchos los momentos que le provocan a uno sentimientos de ternura y cercanía de esa amistad con Jesús que Víctor mantenía. Y porque creo que este libro va a ayudar mucho a todo el que lo lea, he enviado un ejemplar al P. Marceliano Cerezo a Tucumán (Argentina) que tú conoces de cuando estuviste allá. Espero que me mande algún comentario. También le presté a mi hermana uno para que lo leyera y me hiciera algún comentario. Lo leyó y la encantó. Porque además -dice- que ha descubierto muchos aspectos de su padre, porque se identifica con muchos rasgos de fe y piedad de él.

 Monasterio de San José de las Batuecas.

Por fin creo que este libro es un buen instrumento para motivar a todo cristiano, sea de a pie o avalado con títulos. Son tiempos buenos para la siembra de testimonios auténticos que arrastren a seguir a Jesús, cueste lo que cueste.

Estás haciendo un buen trabajo en la promoción virtual de Víctor. Hoy, cuando la masa mayor carmelitana es el Carmelo Seglar (no ciertamente en España), que un testigo de este carisma sea reconocido como beato o santo, tendrá una gran influencia espiritual en toda la Iglesia, en el pueblo sencillo. Y como la mayoría del Carmelo Seglar es de lengua inglesa, espero que la vida de Víctor sea muy pronto traducida a otros idiomas.

Te agradezco sinceramente estos libros de la vida de tu hermano Víctor. Con ellos trataremos de darle ambiente para que te sea más fácil la tarea que llevas a cabo.



sábado, 23 de febrero de 2019

Habla Víctor. El que me humilló…

Un corazón contrito y humillado Tú no le desechas.


El que me humilló, buenos bienes me pasó, por su causa la humildad en mí creció. Quien me hizo sufrir, la paciencia me activó. Del que mal me quería, de él bienes recibía. De todos, agradecido estoy, siempre por ellos oré y en Dios los amé.

Más adelante tendremos que volver al tema de la humildad al tratar de lo que Víctor dice de las virtudes en general y de la humildad en concreto, pues la considera esencial en el camino de la santidad.  Pero sí consideramos conveniente adelantar una frase que allí dice contraponiendo esta virtud al pecado de orgullo: “La soberbia y la humildad crecen juntas dentro de nuestro corazón, se alimentan del mismo sujeto, así que lo que des a una va en detrimento de la otra”. Es decir: a más orgullo menos humildad. A más humildad menos orgullo.

Más claro y en menos palabras no se nos puede advertir del peligro que corremos en nuestra vida espiritual, pues tanto el orgullo como la humildad crecen dentro de nosotros y por experiencia sabemos lo fácil que es proceder con orgullo y lo difícil que nos resulta aceptar las humillaciones.
 
Santa Teresa: "Humildad es andar en verdad"

Como buen hijo de Santa Teresa, conocía muy bien lo que esta Santa dice de lo grata que es a Dios esta virtud de la humildad y por qué: “Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad y me puso delante esto: que es porque Dios es Suma verdad, y la humildad es andar en verdad”.

¿Quién no conoce esta definición? Pero, ¿qué es andar en verdad? Es reconocer y vivir convencidos de, “no tener cosa buena de nosotros, sino la miseria y ser nada; y quien esto no entienda, anda en mentira. A quien más lo entiende agrada más a la Suma Verdad, porque anda más en ella” (6M 10, 7).

Humildad, según estas palabras de Santa Teresa que Víctor puso en práctica, es aceptarse cada uno tal como es, con sus muchas virtudes y grandes defectos, reconociendo que las virtudes y todo lo bueno que tenemos procede de Dios, mientras que las miserias y pecados son lo que nosotros aportamos.

La Virgen  María: "Aquí está la esclava del Señor".

El mejor ejemplo de humildad le tenemos en María, la esclava del Señor, como lo proclama en el Magnificat: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi salvador porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes obras por Mí”. Reconoce que ha sido Dios, no ella, quien ha hecho las maravillas y que ha podido realizarlas porque al ser tan humilde, nunca hizo su voluntad, sino la del Señor.

Víctor, antes de su conversión se fiaba de su capacidad y de sus fuerzas para llevar adelante sus proyectos, pero desde el momento de su fracaso, cayó en la cuenta de que todo lo bueno que tenía, era don gratuito de Dios y aceptó las humillaciones que el Señor permitió y las aceptó con alegría.



miércoles, 20 de febrero de 2019

Florecillas. La abuela Ramona (II)

La cariñosa y ejemplar abuela Ramona.


 “Víctor mencionaba con frecuencia “a su abuela Ramona que le enseñó mucho de la fe, oraciones y decía era una santita. Siempre hablaba de ella con mucho cariño y como alguien muy importante para él en su niñez en su vida de fe”. Vivía a pocos metros de la Iglesia en Villota del Páramo y Víctor pasaba temporadas con ella; y de ella aprendió tantas cosas buenas.

Casa de la abuela Ramona en Villota del Páramo.

Una aventurilla simpática es la siguiente: Un día, en Quintanadiez, los padres cargaron el borrico con chorizos, morcillas, tocino y otras piezas que resultan de la matanza del cerdo y enviaron a Víctor a Villota del Páramo a llevarle todo aquel bien de Dios a la abuela Ramona. La estancia del muchacho se alargaba y no volvía a casa; y se ve que estaban dando razón de cosas tan sabrosas allá entre todos, aunque la abuela, tan austera como era, de seguro que ni la probó y que sólo sentiría que no la hubieran llevado más piezas para que se las fuera comiendo el nieto y así estuviera más tiempo con ella.

 Iglesia parroquial de Villota del Páramo

Al final, volvió al pueblo y antes de llegar a casa se encontró con su hermano Natalio, que le dijo que se preparara porque iba a recibir una buena reprimenda por parte de sus padres por haber tardado tanto en volver; y parece que, haciendo un gesto con la mano le dijo: “Ay, ay, ay, te van a dar bien dao por tardar tanto en volver. ¿Queda algo de la matanza?”. Y Víctor se encogió de hombros y se rió con gusto y siguió tirando del borrico, que se anunciaba con un gran rebuzno, al que respondían otros asnos del contorno”. (Relato del P. José Vicente Rodríguez).



sábado, 16 de febrero de 2019

Testimonios. P. Julián Sánchez Ortiz.

P. Julián Sánchez Ortiz, Carmelita Descalzo.


El libro Vida impactante de un cristiano de a pie, me ha servido para conocer y admirar más a tu hermano Víctor, sobre todo en la faceta de escritor, que desconocía. Por lo demás, yo no conocí –lo que se dice conocer, conocer- a tu hermano Víctor, pues aunque fui profesor de dos de sus hijos (José Francisco y Martín) y alguna vez le saludara, no tuve relación especial con él como padre, dado que esto era encomienda del Director o Subdirector del Seminario.

Víctor y Asunción en la Iglesia de las carmelitas en Sabarís.

Eso sí, por los años 1988 al 1990, en que fui confesor de nuestras Madres Carmelitas de Sabarís, cuando a eso de las 10,00 horas yo llegaba, él ya estaba en la Iglesia en ración y cuando terminaba, a eso de las 13,00 horas, aún seguía. En la mayoría de las ocasiones, con la amabilidad y serena sonrisa que dibujaba siempre su rostro, salía a despedirme y preguntarme por los religiosos de Vigo.


P. Julián Sánchez Ortiz con sacerdotes en Talavera de la Reina.

Ciertamente llamaba la atención este su hacer, y denotaba la profundidad de su vida interior. Este es mi recuerdo y mi ECO del libro, que reafirma el criterio que tenía sobre tu querido hermano Víctor. Es decir, para mí, es un santo de cuerpo entero.

miércoles, 13 de febrero de 2019

Habla Víctor. Aquel que en su Verdad me conoció.

Santa Teresita, pregonera del amor misericordioso de Dios.

Aquel que en su Verdad me conoció, con caridad me trató y todo me lo perdonó.

Unas palabras de Santa Teresita pueden servirnos de clave para entender la experiencia que Víctor manifiesta en estas palabras: “¡A mí Dios me ha dado su misericordia infinita y es a través de ella como contemplo y adoro las otras perfecciones divinas! Entonces todas me parecen radiantes de amor, incluso la justicia –y quizá más que ninguna otra- me parece revestida de amor. Qué dulce alegría pensar que el Buen Dios es justo, es decir, que tiene en cuenta nuestras debilidades, que conoce perfectamente la fragilidad de nuestra naturaleza. Por tanto, ¿de qué habré de tener miedo?” (Ms A, 83v-84r).

Aquel que en su Verdad me conoció, no es otro que Dios Padre comprensivo y misericordioso que conoce nuestras debilidades y goza ayudándonos a superarlas, el amigo que nunca nos abandona, y menos en los momentos de caída. ¡Goza perdonándonos!

Dios Padre acogiendo al hijo pródigo.

La misma Santa Teresita, contestando a un misionero que la había expuesto su temor ante el juicio de Dios por sus infidelidades le dice: “Yo espero tanto de la justicia de Dios como de su misericordia. Precisamente porque es justo, Él es compasivo y lleno de ternura, lento en castigar y rico en misericordia. En efecto, conoce nuestra fragilidad y se acuerda de que somos polvo. Como un padre siente ternura por sus hijos, así el Señor siente compasión de nosotros (Sal 102, 8. 14). Hermano mío, esto es lo que pienso de la justicia del buen Dios. Mi camino es un camino completamente de confianza y de amor; no entiendo a las almas que tienen miedo de un Amigo tan tierno” (Lt 226).

Gozando del amor del Padre misericordioso.

Víctor experimentó como pocos, que sus debilidades, las faltas que cometía, no eran más que caídas ante las que, Dios Padre, lo que hacía, era curar las heridas sufridas en esas caídas, como haría todo buen padre, y en cuanto a amor de padre, ninguno se puede comparar al de Dios Padre. ¡Cómo no sentirse perdonado por Padre tan tierno y misericordioso!



sábado, 9 de febrero de 2019

Florecillas. La abuela Ramona (I).

La abuela Ramona.


“Al lado de los padres y hermanos de Víctor, hay que citar a la abuela paterna llamada Ramona Navarro, que era un encanto de mujer. Era una persona muy buena, que no se metía con nadie; nunca la oyeron hablar mal de nadie. Y todos los que la conocieron, fueran o no de la familia, la apreciaban como lo que era: la bondad en persona.

Pasaba muchas horas, bien con libros espirituales o de devoción, bien con el rosario en la mano. Su tarea diaria era levantarse temprano; hacía sus labores e iba todos los días a misa en ayunas, como era entonces obligado, comulgaba a diario. Y cuentan también que se llevaba la llave de la puerta de la casa, que era de hierro, como las que aún se ven en las puertas de las iglesias, y usaba esta llave para ponérsela debajo de las rodillas como penitencia.

 Interior de la Parroquia de Villota del Páramo.

A la vuelta de Misa desayunaba y ya no volvía a comer nada hasta muy tarde. Sólo hacía dos comidas al día. En el invierno sólo tenía encendidos cuatro palitos de leña. En cambio en Navidades, cargaba la lumbre para calentar al Niño Jesús, cuya imagen ponía cerca de la lumbre. Y así ofrecía aquel su frío al Niño que era la luz y el calor del mundo. ¡Florecilla divina esta la de la abuela Ramona!

Y su grandeza de espíritu se manifestaba también en el dolor que le producía la guerra civil española, porque era una guerra fratricida, y para ella esto era lo más terrible. Que se matasen unos hermanos a otros. Ella no estaba de acuerdo ni con una banda ni con la otra, por estar ambas en guerra fratricida, pero se sentía hermana por igual de una y otra banda como una madre no ve bien que sus hijos se peleen unos contra otros, pero les quiere por igual a los unos y a los otros. Así quería ella a ambas bandas, y eso a pesar de que murió en la guerra uno de sus nietos. Ramona sintió mucho la muerte de su nieto, pero nunca estuvo resentida contra el bando que le ocasionó la muerte y murió sin entender cómo era posible que pudiera haber una guerra a muerte entre hermanos.

Natalio, hermano de Víctor y nieto de Ramona, muerto en la guerra civil.

Aquellas nuestra abuelas castellanas que eran las catequistas domésticas que nos instruían y nos llevaban al Señor y nos enseñaban a rezar, ¿quién las puede olvidar? San Pablo, escribiendo a su discípulo Timoteo, le recuerda la fe no fingida que estaba en él, y que primero “fijó su morada en tu abuela Loide” (2Tim 1, 5); de modo parecido, Víctor mencionaba con frecuencia a “su abuela Ramona que le enseñó mucho de la fe, oraciones y decía que era una santita”. (Tomado del P. José Vicente Rodríguez en “Vida impactante de un cristiano de a pie”).




miércoles, 6 de febrero de 2019

Testimonios. Daniel de Pablo Maroto.

P. Daniel De Pablo Maroto.


Querido José Francisco: He recibido la VIDA de tu hermano Víctor, escrita por el P. José Vicente a la que he dedicado un tiempo suficiente para conocer mejor el personaje al que estás dedicando estos años de vida. Me parece una causa loable y noble. Sigue adelante y que otros te sigan en el empeño. Necesitamos “Testigos”, maestros de vida, más que charlatanes de barrio que “dicen y no hacen”, o no hacemos.


Desierto de Las Batuecas donde conoció a Víctor.

En cuanto a “mi testimonio” a favor de la causa sobre la vida de Víctor, bien poco puedo aportar. Cuando llegué de Roma en el año 1963, para cantar la primera misa en Medina del Campo rodeado de la familia y amigos, el nombre de tu hermano sonaba mucho entre los frailes y seglares como empresario y persona rica. Mi padre me hablaba mucho de él como persona trabajadora y buena.

Mi trato fue muy de paso en Medina. En Batuecas coincidí con él varios años, porque yo suelo ser habitual visitante y estante en el desierto, pero ya sabes que el silencio y la soledad nos impiden un trato personal. Es verdad que tanto en Medina, como en Batuecas, noté que era un hombre tenido por muy buena persona, no me atrevería a decir que fuese tenido por un “santo”, en el sentido plenario de la palabra. En Batuecas sí le noté siempre como un hombre recogido y orante que nos acompañaba en los actos de comunidad.

Víctor en una celda de Las Batuecas.

¡Cuánto me gustaría haber tenido un trato más frecuente y fecundo con él! Me alegra que sigas adelante con tu trabajo constante y espero que algún día dará sus frutos. Sería hermoso que un “carmelita seglar” llegase a los altares, ahora que tenemos tanta penuria de vocaciones a la primera orden, a la segunda y a la tercera. Que Dios te bendiga y aliente tu trabajo. Gracias por el envío de la biografía de Víctor.

sábado, 2 de febrero de 2019

Habla Víctor. Quien de mí mal hablara.


Cristo humillado y despreciado.

Quien de mí mal hablara, corto se quedaba. Si mejor me conociera, peor lo hiciera. Muchas veces injustamente lo hicieron, otras tantas omitieron. Quien de mí mal hablaba, nada me rebajaba. El que bien lo hiciera, en nada me mejoraba.

Para quienes no estén muy familiarizados con los escritos de Santa Teresa y para quienes sí lo estén para recordarlas, citamos unas palabras de Santa Teresa en Camino de Perfección como la mejor explicación para entender la experiencia de que habla Víctor:

Santa Teresa arrodillada ante Jesús humillado.

“Nunca oí decir cosa mala de mí que no viese quedaban cortos; porque, aunque no era de las mismas cosas, tenía ofendido a Dios en otras muchas, y me parecía habían hecho harto en dejar aquéllas; y siempre me huelgo yo más que digan de mí lo que no es, que no las verdades. Ayuda mucho traer esta consideración de lo mucho que se gana por todas vías, y cómo nunca –bien mirado- nunca nos culpan sin culpas, que siempre andamos llenas de ellas, pues “cae siete veces al día el justo” (Pro. 24, 16), y sería mentira decir no tenemos pecado. Así que, aunque no sea en lo mismo que nos culpan, nunca estamos sin culpa del todo, como lo estaba el buen Jesús” (C 5, 3-4).

Norma de oro para no perder la paz ante insultos y humillaciones por cosas que además no hemos hecho, es recordar que en realidad “nunca nos culpan sin culpa”, pues aunque sea falso lo que dicen contra nosotros, si somos sinceros, tenemos que reconocer que excepto Dios, nadie conoce nuestras grandes infidelidades, que de ser conocidas, si nos avergonzarían de verdad.

 Humilladero en Quintanadiez de la Vega,  lugar de penitencia.

Teresa de Jesús y Víctor procedían así por haber meditado y hasta llorado muchas veces al considerar a Jesús insultado, despreciado, abofeteado y condenado a muerte por blasfemo. ¡Nada menos que Jesús condenado a muerte por blasfemo!

Seguramente Víctor se haría más de una vez la misma pregunta que Santa Teresa: “¿Es posible que yo he de querer que sienta nadie bien de cosa tan mala, habiendo dicho tantos males de Vos, que sois bien sobre todos los bienes?...Dadme Vos luz y haced que con verdad desee que todos me aborrezcan, pues tantas veces os he dejado a Vos, amándome con tanta fidelidad”. (C. 5, 5).