Pobre solo y abandonado. |
Los
pobres eran su obsesión. Hablando de su padre Daniel Rodríguez, Víctor no hacía
más que decir que quería mucho a los pobres, y no decía más que eso, y lo
repetía y lo repetía. Así mismo por cualquiera que le preguntaras si le conocía
decía siempre que sí que le conocía, y de inmediato decía de todos, que todos
querían mucho a los pobres y se desvivían por ellos. Con esto se estaba
retratando a sí mismo, ya que los pobres eran para él una verdadera obsesión
amorosa en Cristo.
Esas palabras
en favor de los pobres, que atribuía a su padre y a otros conocidos, las decía cuando
ya el alzheimer estaba muy avanzado y su memoria no podía diferenciar
conceptos, por eso le traicionaba el inconsciente en que estaba grabado con
fuerza el amor a los pobres, en los que veía al mismo Cristo.
Ya en alguna
ocasión hemos mencionado que este amor a los pobres le surgió desde su infancia
en el hogar paterno, donde siempre eran atendidos y hasta acogidos con amor,
especialmente un pobre del Valle las Casas que todos los años se hospedaba unos
días durante los meses de verano, y que era un pobre muy especial, pues era muy
culto y virtuoso. Comía, compartía con la familia, rezaba el Rosario y a veces
dirigía la novena de la Virgen del Carmen, pero para dormir, nunca admitió la
cama, sino que se iba al pajar. Hablaba siempre de Dios. Esto seguramente que le
marcó para el resto de sus días y por eso, las obras que él hacía, se las
atribuía a su padre de quien lo aprendió y a sus amigos.
Dice un
refrán: “Cree el ladrón que todos son de su condición”. Eso
mismo podemos aplicar a los mansos y limpios de corazón, pues creen que todos
son mansos y limpios de corazón como ellos. Por eso Víctor, que amaba de corazón
a los pobres, creía que todos amaban y ayudaban a los pobres como él.
En este blog
hemos dado a conocer algunos rasgos concretos de su amor y generosidad a los
pobres, como el de regalar su abrigo recién estrenado a un pobre que pasaba
frío, dar limosna según sus posibilidades a todos los pobres que encontraba,
pero especialmente, que hizo muchas horas extraordinarias en la fábrica de
Pepsi-Cola, pobre él, para dárselo a los pobres. Eso es amar de verdad a los
pobres. No es amor sólo de palabra, es amor de corazón y de obras.
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