sábado, 20 de octubre de 2018

Testimonios Carmelitas Descalzas de Sabarís

Monasterio de Carmelitas Descalzas en Sabarís.


Nosotras, siempre le llamábamos “Hermano Víctor”, por pertenecer a la Orden Tercera o Carmelo Seglar. Ya era una relación entrañable desde hace tantos años la que tenía con este Carmelo por su amor grande a la Orden, por tener dos hermanos carmelitas y con el tiempo una hija y una nieta aquí.

Venía con su familia todos los veranos, pues solían pasar todo el mes de septiembre aquí y veíamos año a año su evolución, incluso parece que Dios quiso que viniera a despedirse el verano anterior a su fallecimiento, con gran alegría por nuestra parte. Su visita a nuestro convento era obligada en este tiempo de sus vacaciones.

Todos los días asistía a la Misa, e incluso sabemos que era frecuente que fuera una segunda vez por la tarde a la parroquia. Encontrándose una vez allí, igual que él, oyendo misa por segunda vez, una antigua demandadera nuestra, comentaba a su hija carmelita: ¡Vaya que piadoso es ese Víctor! Incluso en sus últimos veranos de venir a Sabarís, cuando la enfermedad comenzaba a avanzar y a veces no sabía por donde iba y su familia tenía un poco de miedo en que anduviese solo, cuando le encontraban por el pueblo, su intención siempre era ir a la Parroquia. Reflejo todo de los hábitos de vida que tenía y su gran deseo de recibir al Señor en la Eucaristía.

Víctor y Asunción con su nieta Raquel en Sabarís.

Esta misma demandadera le tiene cogido del brazo para ir a comulgar en nuestra iglesia al ver que se encontraba algunas veces mal en ese momento; cosa ésta que sucedía con frecuencia, últimamente, sin por ello dejar la Comunión o de asistir a la Misa.

Se pasaba las mañanas enteras ante el Santísimo en nuestra iglesia haciendo oración. De su recogimiento da fe una hermana que aún vive y que cuenta, como ella, que iba todas las mañanas al coro alto a hacer una visita sobre las once, al igual que otra hermana, hizo ruido sin querer y, no sabemos si lo oyó o no, lo cierto es que continuó tan tranquilo su oración sin inmutarse. Nos preguntamos de qué podía tratar su oración de tantas horas. Podemos intuir algo al escuchar la afirmación que hizo cuando su última hija, la hermana Eva María del Niño Jesús entró en nuestro Carmelo: “Después de tanto martillar ante la Virgen del Carmen, por fin Dios me dio una vocación”.

Parroquia de Santa Cristina en Sabarís (Pontevedra)

Años más tarde, al ingresar ésta aquí, venía a hablar con ella de temas siempre espirituales, de su vida de oración y de todos esos recuerdos íntimos que tiene ahora sobre él y que mucho le ayudaron en los primeros pasos de su vida carmelitana, por lo que con gracia recordábamos a Santa Teresa Margarita, que siempre se aconsejaba de su padre.



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