sábado, 27 de abril de 2019

Testimonios. Patro Calleja Calvo.

Patro Calleja Calvo.


Conocí a Víctor desde niña, pues no sólo somos del mismo pueblo, sino que éramos vecinos. Nos veíamos todos los días y jugábamos todos los días. Había tanta amistad entre su familia y la mía, que Víctor y sus hermanos iban a nuestra casa como si fuera la suya, y mis hermanas y yo íbamos también a su casa como si fuera la nuestra.

Víctor era una persona muy buena. Le gustaba mucho la religión. Iba siempre a misa y al rosario. Le gustaba hacer el bien a las personas y visitar a los enfermos, Era una persona que no se metía con nadie y que no hacía nunca mal a nadie.

Retablo de la parroquia de Quintanadiez de la Vega.

Y no sólo cuando vivía en Quintana, sino, sobre todo, cuando vivía, ya mayor, en Velillas del Duque. Era tan bueno, que venía a misa a Saldaña andando hiciera como hiciera. Siempre hablaba de Dios. No hablaba mal de nadie. Cuando venía a su pueblo, visitaba mucho a los enfermos.

Me gustaría decir muchas cosas de él, pero soy ya mayor y me falla la memoria. En todo caso, nunca podría decir lo bueno que era Víctor por mucho que dijera sobre lo bueno que era Víctor, pues todo lo que dijera sobre lo bueno que era Víctor, sería siempre poco.

Molino sobre el río de Quintanadiez de la Vega.

Sólo siento no haber vivido siempre tan cerca de Víctor como cuando vivía en el pueblo, que éramos vecinos, pues me habría ayudado tanto con sus santos consejos y con el ejemplo de su vida, aunque su santo ejemplo queda ahí para que intentemos imitarle, por lo que es tan de desear que su proceso de beatificación se inicie cuanto antes y que llegue cuanto antes a feliz término, pues ejemplos como el suyo, son los que necesitamos para que nos muevan a seguirle.

miércoles, 24 de abril de 2019

Habla Víctor. La gloria de Dios encontré

Sólo la gloria de Dios encontré. Cristo Resucitado.


Allí sólo la gloria de Dios encontré y tanto me enamoré, que a la cruz me encaramé, para expirar abrazado a la cruz del Cordero degollado.

Santa Isabel de la Trinidad, convencida de que los cristianos somos “otros cristos” que debemos hacer propios los sentimientos y los estados de Cristo, del mimo modo que vivió los misterios dolorosos de la pasión y muerte de Cristo, se unió a la gloria de la resurrección, por lo que añade: “Mas todo Viernes Santo va seguido de la Resurrección. Por lo tanto yo resucitaré, yo subiré al cielo; Jesucristo ha logrado que me pueda sentar allí ya (Ephes. 2, 6) con todo derecho. Efectuaré, pues, mi ascensión con Él, por Él y en Él” (Elevación 34).

Tanto me enamoré que a la Cruz me encaramé.

Puede ser que Víctor con sus palabras “allí sólo la gloria de Dios encontré,  aluda a la gloria de la Resurrección, pero por las palabras que añade: “y tanto me enamoré, que a la cruz me encaramé, para expirar abrazado a la cruz del Cordero degollado”, esté refiriéndose más bien y se esté identificando con la pastora de que habla San Juan de la Cruz en su poema. Un Pastorcito. ¿Le conocen? Es precioso y en pocos poemas se expresa con tanta delicadeza el amor de Jesús llevado al extremo de morir por puro amor.

Un pastorcito solo está penado/, ajeno de placer y de contento/, y en su pastora puesto el pensamiento/, y el pecho del amor muy lastimado.
No llora por haberle amor llagado/, que no le pena verse así afligido/, aunque en el corazón está herido/; mas llora por pensar que está olvidado.
Que sólo de pensar que está olvidado/ de su bella pastora, con gran pena/ se deja maltratar en tierra ajena/, el pecho del amor muy lastimado.
Y dice el pastorcito: ¡Ay, desdichado/ de aquel que de mi amor ha hecho ausencia/, y no quiere gozar de mi presencia/, y el pecho por su amor muy lastimado!
Y a cabo de un gran rato se ha encumbrado/ sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos/, y muerto se ha quedado asido de ellos/, el pecho del amor muy lastimado.

Se ha encumbrado sobre un árbol, do abrió sus brazos bellos.

¿No estará Víctor identificándose con la pastora de este poema, que en lugar de ausentarse, ha querido responder a la llamada cariñosa del Pastor y por eso se ha encaramado a la cruz con su Pastor para unirse con Él? Las palabras de Víctor, ¿no les recuerda también lo que dice San Pablo: “Dios me libre de gloriarme  más que de la Cruz de nuestro Señor Jesús, en la cual el mundo quedó crucificado para mí y yo para el mundo?” (Gal 6, 14). ¡Qué mayor gloria que expirar con el Amado!

sábado, 20 de abril de 2019

Habla Víctor. Subida al monte.

 Cristo despreciado y humillado.


Por esta (sangre) fortalecido, allí la subida inicié. Aunque allí mis pecados descargué, penosa la subida fue. Por senda estrecha caminaba, en el bastón de la fe me apoyaba, aunque nada gustaba y veía. Aquel que me guiaba, el camino se sabía, por eso pronto a la cima llegué.

Para entender lo que aquí nos dice y experimenta Víctor, pueden ayudarnos Santa Isabel de la Trinidad  y San Juan de la Cruz. Santa Isabel de la Trinidad explica con claridad que el cristiano, desde el momento de su bautismo, se convierte en “otro Cristo: Christianus alter Christus”. Esto requiere un comportamiento como el de Cristo en todas las circunstancias de la vida, especialmente en las difíciles y dolorosas, incluidas su pasión y muerte, que describe en estos términos:

Debo ir con Jesucristo a Getsemaní para saber por propia experiencia lo que es tener miedo, sentir tedio de todo, llorar a solas, sin que todo esto encuentre eco en el corazón de un amigo. Debo sufrir las humillaciones, las calumnias, las ingratitudes, los ultrajes, los abandonos de todo género. Preciso es que Barrabás y los demás ladrones de la cruz sean preferidos a mí. Hay que ir hasta la muerte y muerte de cruz. O bona cruz diu desiderata” (Oh buena cruz, tan deseada) (Elevación 34).

Caída de Jesús camino del Calvario.

Una subida así, necesariamente resulta difícil, pero no tanto si contamos con un guía experto al que alude Víctor con las palabras: “Aquel que me guiaba, el camino se sabía, por eso pronto a la cima llegué”. ¿Cómo no iba a conocer el camino su guía, si el guía era a la vez el camino? Así lo aprendió de su maestro Juan de la Cruz que claramente dice:

El aprovechar no se halla sino imitando a Cristo, que es el camino y la verdad y la vida, y ninguno viene al Padre sino por Él (Jo 14, 6). Y porque he dicho que Cristo es el Camino, y que este camino es morir a nuestra naturaleza en sensitivo y espiritual, quiero dar a entender cómo sea a ejemplo de Cristo, porque Él es nuestro ejemplo y luz. Cuanto a lo primero, cierto está que Él murió a lo sensitivo, espiritualmente en su vida y naturalmente en su muerte. Porque, como Él dijo, en la vida no tuvo dónde reclinar su cabeza, y en la muerte lo tuvo menos.

Cuanto a lo segundo, cierto está que al punto de la muerte quedó también aniquilado en el alma sin consuelo y alivio alguno, dejándole así el Padre en intima sequedad, según la parte inferior. Por lo cual fue necesitado de clamar diciendo: ¡Dios mío. Dios mío!, ¿Por qué me has desamparado? (Mt 27, 46). Lo cual fue el mayor desamparo sensitivamente que había tenido en la vida. Y así hizo la mayor obra en (toda) su vida con milagros y obras había hecho, ni en la tierra ni en el cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia con Dios.

Jesús crucificado exclamando:
¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?

Y concluye diciendo: “Para que entienda el buen espiritual el misterio del camino de Cristo para unirse con Dios, y sepa que cuanto más se aniquilare por Dios, según estas dos partes, sensitiva y espiritual, tanto más se une a Dios y tanto mayor obra hace” (2 Sub 8, 8-11) Así lo entendió Víctor, así lo puso en práctica y por eso pronto llegó a la cima.


miércoles, 17 de abril de 2019

Habla Víctor. Triste y angustiada mi alma está.

Huerto de los olivos de Getsemaní en Jerusalén


Triste y angustiada mi alma hasta la muerte está. Camino del Huerto de los Olivos va, para allí gustar la Sangre de Cristo sudada.

Algo especial tiene la Oración del Huerto cuando son tantos los santos que han pasado horas enteras meditando y acompañando a Jesús en ese momento de su vida. Posiblemente la más famosa sea Santa Teresa que siempre se acostaba pensando en este paso de la Pasión del Señor y habla de las bendiciones que por eso recibió.

Y es que leer en los evangelios que Jesús empezó a entristecerse y a angustiarse (Mt 26, 37), y a Jesús decir: “Padre mío, si es posible que pase de Mí este cáliz, pero que no se haga mi voluntad sino la tuya”, resulta escalofriante.

Jesús orando al Padre en Getsemaní.

También Víctor meditó en este paso de la oración de Jesús, y como resumen de su experiencia, ahí quedan esas palabras: “Triste y angustiada mi alma hasta la muerte está. Camino del Huerto de los Olivos va, para allí gustar la Sangre de Cristo sudada”. Se identificó con Cristo e hizo propios sus sufrimientos.

Su hermano José Francisco tiene una preciosa meditación en la que se plantea los “por qué” de la tristeza y angustia de Cristo en el Huerto de los Olivos, en la que, comenzando con la traición de Judas y pasando por la negación de Pedro, llega hasta su trágico prendimiento, y una de las preguntas que se hace es esta: “¿En que pensabas, Señor, en el Huerto de Getsemaní cuando comenzaste a sentir tristeza de muerte, cuando comenzaste a agonizar sin estar enfermo siquiera, cuando comenzaste a sudar gotas de sangre y gotas de sangre tan abundante que hasta llegaban al suelo?

Y una de las respuestas que da es: “Pensaba en ti que ibas a huir de mi cruz en lugar de ayudarme a llevarla. Pensaba en ti que ibas a huir del dolor en lugar de soportarlo por amor mío, como yo soporté el mío por amor tuyo. Pensaba en ti que en lugar de seguir mis pasos de cerca, los ibas a seguir tan de lejos, que terminarías perdiéndome de vista. Pensaba en ti que ibas a venerar mi cruz, pero ibas a desechar la tuya…Pensaba en tus pecados y en los pecados de todos los hombres pues ellos fueron la causa de todos mis padecimientos. El miedo, la tristeza, la enfermedad, la muerte, todos los males que padece el hombre los padecí a causa de sus pecados”.

Pedro, Juan y Santiago dormidos mientras Jesús ora en Getsemani.

Pero tú no pecaste, Señor, tú no tenías por tanto que padecer ni miedo, ni tristeza, ni agonía, ni muerte. Tú no pecaste, pero asumiste el pecado de todos los hombres y te ofreciste al Padre en víctima de expiación por los pecados de todos los hombres…Por eso en el Huerto de Getsemaní comenzaste a sentir miedo, por eso comenzaste a sentir tristeza de muerte, por eso comenzaste a agonizar sin estar enfermo siquiera, por eso comenzaste a sudar gotas de sangre.

Todos los hombres sudan, sí, pero gotas de agua. Nunca nadie ha sudado jamás gotas de sangre, porque nunca nadie ha sufrido más que por sus propios pecados. En cambio Jesús, padeció por junto los padecimientos todos de todos los hombres de todos los tiempos, al ofrecerse al Padre como víctima por los pecados de toda la humanidad. Y eso era para sudar no gotas de agua, sino gotas de sangre”. (José Francisco)



sábado, 13 de abril de 2019

Florecillas. Premio a su puntualidad.

Billete de cien pesetas, moneda de esa época


En 1981 apunta 10.000 pesetas y escribe de su puño y letra: Esto es premio a la puntualidad; y no creo que sea esto una sola vez, pues hay otra serie de cifras que apunta a lo mismo en otros meses. También aparece una factura de “atrasos de abril 85, marzo 86”. Así andaba Víctor con sus cuentas, afanándose hasta en esto como un santo de a pie, como un trabajador que desde su contrato fijo y con el sudor de su frente iba sacando adelante a su familia (Vida impactante….p. 58-59).

Estas palabras del P. José Vicente Rodríguez, en su obra: Vida impactante de un Cristiano de a pie, nos muestran claramente como Víctor cumplía sus compromisos con total responsabilidad. ¿Lo haría por recibir una recompensa especial? Seguro que no. Fue puntual porque ese era su compromiso. La empresa le daba un sueldo por las horas de su trabajo, y no realizarlas o no rendir plenamente, para él hubiera sido robar a la empresa.

Billete de mil pesetas.
Él no se planteaba si la empresa se beneficiaba o no más de lo que debiera. Él había firmado un contrato y su compromiso, no sólo con la empresa, sino con Dios, era la de cumplir fielmente y rendir según sus capacidades.

Buen ejemplo para quienes se preocupan de reivindicar derechos y subidas de sueldo más que de cumplir fielmente con sus compromisos laborales con la empresa que les proporciona un sueldo para mantener la familia. A veces, ¡cuántas horas de trabajo se pierden por falta de puntualidad o de rendimiento!

Billete de cinco mil pesetas

Nunca fue el caso de Víctor, que desde joven se distinguió por ser sumamente trabajador. ¡Cuántas veces, siendo joven, después de realizar los duros trabajos de verano de su propio hogar, se ofreció a ayudar a familiares retrasados en la cosecha! El ocio, el perder tiempo fumándose cigarrillos o en conversaciones inútiles, nunca hizo presencia en su vida, ni siquiera antes de su total entrega al Señor.

¿Qué la empresa podía pagar más? Nunca se lo planteó y siempre se mostró agradecido por haberle sacado de la ruina y con su sueldo haber sacado adelante a su familia. Como representante de los trabajadores, eso sí, les defendió con valentía cuando tuvo que hacerlo, pero también les pidió que se esmeraran en el cumplimiento de sus compromisos con la empresa.


miércoles, 10 de abril de 2019

Testimonios. Laurentino Merino

D. Laurentino Merino.


Víctor era muy piadoso. Le gustaba oír la misa y comulgar todos los días. Nos chocaba mucho que siempre venía a misa y venía andando y con el rosario en la mano. En el pueblo era como de la familia.

Hasta que llegaba el párroco para celebrar la misa, lo pasaba hablando con los que estábamos esperando a que llegara para oír la misa. Hablábamos de cualquier tema sobre la vida del pueblo y él se interesaba por todo como si fuera uno más del pueblo.

Era un gran hombre. Un gran cristiano. Todo lo que se pueda decir de lo bueno que era Víctor, sería siempre poco. No sólo según mi parecer, sino según el parecer de todo el pueblo.

Entrada de la Iglesia de Armenteros.

Tan pronto como veíamos que llegaba al pueblo, todos con gozo decíamos: Ya está ahí el Señor Víctor. Era como el amigo de todos y por tal le teníamos todos.

Le gustaba cantar en la misa o en cualquier acto religioso. Decía que le gustaba ir a Villarmienzo porque cantaban muy bien. Nosotros le decíamos que no sabíamos cantar, pero que como todo lo hacíamos a la buena de Dios, todo nos salía bien. También nos decía que qué limpia teníamos siempre la Iglesia. Siempre nos saludaba con una sonrisa.

Campo de amapolas en Armenteros.

Mérito para ser beatificado y canonizado los tiene más que de sobra, pues todo lo hacía bien y con mucho amor a Dios y a los hermanos. Esperamos y deseamos con vivos deseos verle pronto en los altares y, ¡Ojalá lo veamos!


sábado, 6 de abril de 2019

Habla Víctor. Las virtudes dentro de mí estaban.

Representación de las 7 virtudes frente a los pecados capitales correspondientes.



Las virtudes también dentro de mí estaban. La humildad base de todas es. La paciencia, todo lo soporta. La largueza a la avaricia derrota. La templanza regula todo mi ser. La castidad las pasiones sujetaba. La diligencia a trabajar me llevaba. Sólo la caridad a la envidia derrotaba.

Frente a los siete pecados capitales que tanto le asediaron, siguiendo la catequesis que Víctor nos está ofreciendo, presenta inmediatamente el antídoto más adecuado para hacerlos frente, que no es otro que la práctica de otras siete virtudes. Ya dice el apóstol San Pablo que el Señor permite que el hombre sea tentado, pero que siempre le proporciona las armas adecuadas para salir victorioso en el combate.

Representación de las siete virtudes más importantes.

En el catecismo que aprendió de niño y que no lo olvidó jamás, junto a lo siete pecados capitales, ponía al lado las correspondientes virtudes para vencerlos y decía así: Contra la soberbia, humildad. Contra la ira, paciencia. Contra la avaricia, largueza. Contra la gula, templanza. Contra la lujuria, castidad. Contra la pereza, diligencia. Contra la envidia, caridad.

Por lo que da a entender, fueron estas virtudes las que terminaron imponiéndose en su vida, y los impulsos de los pecados capitales disminuyendo, porque cuanto más crece una virtud tanto más disminuye la fuerza de su contrario. Es lo que expresa al decir: “Las virtudes también dentro de mí estaban”.

Representación de la Templanza por Piero del Pallaiolo

Como a estas alturas conocemos bastante bien el comportamiento moral de Víctor, no tenemos más que reflexionar en cada una de las virtudes mencionadas para comprobar que en todas sacó sobresaliente.

Tenía muy claro que los vicios y las virtudes tienen su asiento en el mismo corazón, por eso, en la medida que una virtud aumenta, en esa misma medida pierde fuerza el vicio correspondiente, de modo que, si por ejemplo la humildad llega a ser perfecta, como en el caso de María, en ese corazón ya no queda espacio para la soberbia.

Eso mismo podemos decir de cada virtud en particular. ¿Se pueden imaginar que una persona llena de caridad para con todos, incluidos los enemigos, como es el caso de Víctor, pudiera sentir envidia de alguien?

miércoles, 3 de abril de 2019

Florecillas. Visita de la Virgen del Carmen

 Capilla domiciliaria de la Virgen del Carmen.


Cuando vivían en el barrio de Oroquieta, Víctor se inscribió en la parroquia para que una vez al mes viniese la Virgen del Carmen, una pequeña estatua que pasaba de casa en casa a todos los que la querían (visita domiciliaria). Cuando venía, rezábamos el rosario en familia y al día siguiente lo mismo antes de llevarla a la dirección que nos seguía en la lista. (Cta. de Begoña).

Es una lástima que prácticamente haya desaparecido la devota costumbre de las visitas  de la Virgen a las casas de los vecinos de un pueblo o de un barrio, donde todos se conocían y compartían sus creencias religiosas. Eran unas pequeñas capillas con la imagen, generalmente de alguna advocación mariana, entre las que destacaban la del Carmen, la de Fátima y la de la Milagrosa, la del Rosario, que pasaban un día entero en cada familia que lo solicitaba.

Capilla con Nuestra Señora de Fátima

Generalmente esas capillas pertenecían a alguna cofradía que se servía de ellas para mantener viva la devoción y confianza en María de esas familias que la recibían con alegría en sus hogares una vez al mes. Como las capillas tenían incorporada una alcancía en que podían ofrecer un donativo anónimo, también servía para que la cofradía responsable pudiera obtener donativos para hacer frente a los gastos de esa cofradía.

El modo de proceder era siempre el mismo: Un cofrade se encargaba de que la capilla pudiera hacer el recorrido conforme a un listado previamente preparado. Ese cofrade era el encargado de tener a punto la capilla y controlar que todo se hiciera correctamente.

Capilla con Nuestra Señora del Rosario.

El ceremonial de la entrega era como lo hacían en el hogar de Víctor. La familia que había tenido la capilla en su hogar durante 24 horas, generalmente a última hora de la tarde se la llevaba a la siguiente familia que figuraba en el listado. La familia que la recibía, reunida para acogerla, daba las gracias a quienes se la llevaban e inmediatamente, arrodillados ante la imagen, rezaban el santo Rosario con alegría por tener como invitada a María en su hogar. Al día siguiente, al atardecer, se volvía a reunir la familia para de nuevo rezar el rosario y al terminar pasaban la capilla al siguiente.

Esto es lo que se hizo una vez al mes en el hogar de Víctor durante muchos años. Ya podemos imaginar la alegría de Víctor con la visita de María a su hogar rezando ante ella el Rosario con sus hijos y pidiendo a María que bendijera su hogar y le colmara de bendiciones. Era una experiencia maravillosa la de tener en su propio hogar a quien tanto amaba. Por eso lo recuerdan sus hijas con tanto cariño.