miércoles, 28 de febrero de 2018

Testimonios Begoña (II)

Begoña en Roma el día de su profesión con su padres. algunos hermanos, cuñadas y sobrinos

 En el año 1992, cuando Víctor fue a Roma con ocasión de mis votos temporales en la Comunidad de las Misioneras de la Caridad, estando en la sala de Pablo VI, esperando la llegada de Juan Pablo II para la audiencia de los miércoles, compartió conmigo cómo Dios fue purificando su alma permitiendo que pasara por varias purificaciones de las que habla San Juan de la Cruz en sus escritos, escritos que él conocía muy bien. Cómo llegó a perder la memoria, a tener tentaciones de blasfemia interiormente, etc. Fueron muchos los sufrimientos que padeció. Cuando me hablaba de ello, lloraba, expresando su rostro en ese llanto mucho dolor y sufrimiento ante el recuerdo de lo vivido en el pasado. De nada teníamos conocimiento los de su familia, los que con él convivíamos. Todo lo vivió en un silencio de amor, callado y en soledad con Dios como único testigo.

Víctor y Asunción presentando las ofrendas en la profesión de Begoña

Recuerdo como papá, el día del Corpus Christi me llevaba con él en la procesión. El Santísimo salía en andas de la Ciudad de los Ángeles. Nosotros vivíamos en Villaverde Bajo, en el barrio llamado Oroquieta. Papá se paraba en un lugar a lo largo del recorrido esperando el paso del Santísimo. En cuanto veía a Nuestro Señor aproximarse, se arrodillaba en la calle y me decía que yo hiciese lo mismo.

Papá no veía la TV, sólo los telediarios para estar informado de lo que sucedía en el mundo y orar por todos. Como buen padre cristiano, se ocupaba de cuidar que sus hijos no viesen programas en la TV que nos pudiesen perjudicar, que fuesen contra la moral católica, e inadecuados a nuestra edad.

La lectura que realizaba, era de tipo espiritual en la gran mayoría, excepto el periódico. En la etapa de su enfermedad dejó de leerle completamente.

Sus grandes maestros San Juan de la Cruz y Santa Teresa

Leía muchas lecturas de libros espirituales, por supuesto las Obras de sus grandes maestros San Juan de la Cruz y Santa Teresa. También leía todo lo referente a la vida de la Iglesia y revistas de información de todo lo referente al Carmelo Descalzo Seglar al que pertenecía. Estaba suscrito al L´Osservatore Romano. Cada semana se recibía el periódico del Vaticano en el buzón de casa. Después de leerlos los guardaba por meses y los llevaba a la parroquia. Estaba muy bien informado de todo lo referente a la vida de la Iglesia. Se leía todas las encíclicas, cartas apostólicas, etc.

Todos los días Leía las Sagradas Escrituras. En casa, en la estantería que había en el comedor, papá tenía una sección donde estaban sus libros de lectura: vidas de santos, los escritos de San Juan de la Cruz, de Santa Teresa, de Santa Teresita del Niño Jesús, de los Santos Padres de la Iglesia, la doctrina de San Felipe Neri, comunidad seglar a la que pertenecía y toda clase de libros espirituales.

Era colaborador de “Ayuda a la Iglesia Necesitada”, a la que daba donativos con regularidad.



sábado, 24 de febrero de 2018

Testimonios Begoña (I)


 
Begoña (la niña pequeña) con sus padres y algunos hermanos

Begoña es la penúltima hija de Víctor. A lo largo de su vida ha pasado por diversas experiencias religiosas en las que contó siempre con la ayuda de su padre. Es el testimonio más amplio. La debemos muchos detalles de la vida espiritual de Víctor.

Víctor fue un hombre enteramente de Dios. Su corazón indiviso pertenecía totalmente a Dios. Mantenía una profunda intimidad con el Señor en su vida de oración. Era un hombre de intensa vida interior. Fue fiel a su compromiso con Dios en la oración hasta el día de su muerte. La determinada determinación, se la enseñó “La Santa”, como él llamaba a Santa Teresa de Jesús.

Dedicaba muchas horas al día a la oración. Se levantaba de madrugada. Cuando ya todos nos habíamos acostado y había silencio en el hogar, él se levantaba a orar. Oraba casi toda la noche.

Papá se levantaba cada noche a orar. Así fue como yo lo descubrí. Una noche, estando con necesidad de ir al baño, me levanté, caminé a oscuras evitando desvelarme y mis pies tropezaron con algo que casi me hizo caer al suelo. En ese momento me iluminó una lucecita que salía de una pequeña linterna que me indicaba el camino que debía seguir. Papá estaba sentado en el sofá del comedor, tenía sus piernas estiradas, cubiertas con una manta. Sólo me dijo que diera la luz para no caerme.

Cuando papá se levantaba de madrugada, no encendía ningún interruptor. Para no hacer ruido, usaba la linterna. Nadie sabíamos en casa, excepto su esposa, que se levantaba todos los días de madrugada a orar. Cuidaba de nuestro descanso mientras nosotros dormíamos.

Víctor oraba una hora diaria por el Papa
Víctor trabajaba en la fábrica embotelladora de Pepsi Cola. Cuando tenía turno de mañana iba directamente de la oración al trabajo. Si tenía turno de tarde, se acostaba a descansar un poco antes de ir a misa.

Diariamente asistía a la Eucaristía, no importaba cual fuese el turno de trabajo que tuviese. Participaba en la Santa Misa por la mañana si trabajaba por la tarde y lo hacía de tarde si trabajaba por la mañana. Sólo ver a Víctor en la Iglesia, era un gran testimonio y le hacía a uno sentirse en la presencia de Dios. Según compartió conmigo, mi padre oraba una hora diaria por el Papa.

Todos los días oraba la Liturgia de las Horas: Laudes, Vísperas y Completas. Sólo hay que ver su libro de la Lectura de las Horas para comprobar el uso que le dio a lo largo de su vida.


Durante el trabajo, su oración era continua. Tenía la gracia de vivir en presencia de Dios de una manera continua. Rezaba muchos rosarios al día. En su trabajo, cuando le tocaba estar en la cadena del embotellamiento, la hilera de botellas le servía de cuentas para rezar el Rosario.


Papá pertenecía a la Adoración Nocturna, siendo el 21 de cada mes la noche que le correspondía su turno de adorador. Adoraba el Santísimo toda la noche, aunque el turno de cada adorador era de una hora.

miércoles, 21 de febrero de 2018

Florecillas Saludadlas


 Monasterio de las Carmelitas Descalzas de Sabarís.

Como hemos mencionado varias veces, el lugar más visitado por Víctor y su familia en vacaciones, fue la localidad gallega de Sabarís (Pontevedra). Allí tuvieron lugar varias anécdotas o florecillas, como la que hoy les recordamos.

Está relacionada con el apellido de su Esposa, Asunción “Merino”, que por tanto es el segundo apellido de sus propios hijos. De ahí que los hijos de Víctor son, Rodríguez Merino. Pero la palabra “Merino” está íntimamente relacionado con la palabra “merinas”, que es la clase de ovejas más famosa de España. Durante siglos fue una de las principales riquezas del país por ser la oveja que más y mejor lana produce. Las ovejas merinas fueron tan abundantes y populares, que en España, más que de ovejas se hablaba de “merinas”.

El poderoso Concejo de la Mesta ostentó durante siglos el monopolio de su explotación hasta el siglo XVIII, en que el rey Felipe V de España, regaló varias parejas de merinas a Luis XIV rey de Francia. Hasta esa fecha era delito grave sacar esta raza fuera de España. De esa manera mantuvo el monopolio de la exportación de su cotizada lana al resto de Europa. Constituyeron la base de riqueza especialmente de Castilla durante siglos por su lana, base de comercio por ser la materia prima fundamental de los tejidos.

Rebaño de ovejas merinas


Pues bien, entre la casa que alquilaban y la playa Ladeira, una de las más famosas de la ría de Vigo a la que iban a bañarse en familia, había unos descampados llenos de hierba en los que casi todos los días se encontraban con un pequeño rebaño de ovejas.
Víctor, con sentido del humor, al encontrarse con ellas decía a sus hijos: “Mirad. Ahí se encuentran vuestras parientes. Saludadlas. Son vuestras parientes, pero no las mías ni las de Raquel y Carlos” (los dos nietos que habían nacido por entonces y que siempre se llevaban con ellos de vacaciones).

Playa Ladeira en Sabarís.



Ante la invitación de Víctor, uno de sus hijos, llamado Miguel, que tenía el don de imitar muy bien su balido, le faltaba tiempo para detenerse y gritar con fuerza: Beee. Beee. Beee. Y sus parientes, al sentirse interpeladas, dejaban de pastar, levantaban la cabeza y respondían agradecidas con sus prolongados Beeeeee al unísono.

Como la escena resultaba francamente simpática, la repetían día tras día y disfrutaban de ese breve encuentro con sus parientes. No sabemos que comentarios harían los bañistas que se dirigían a la playa, ajenos a estos parentescos, al presenciar la escena. Seguro que también les caería en gracia ver a unos niños y jóvenes dialogando con las ovejas.



sábado, 17 de febrero de 2018

Gracias y favores Lence Adrio

Iglesia Parroquial de Nigrán dedicada a San Felix

D. Alberto Jorge Lence Adrio, vecino de Nigrán (Pontevedra) es otro de los favorecidos por intercesión de Víctor para aceptar, como vimos que aceptó Patricia su situación de tener que moverse en silla de ruedas.

D. Alberto Jorge tiene estrecha relación con las carmelitas descalzas de Sabarís y allí fue donde tuvo conocimiento de la santidad de vida de Víctor. Hombre además comprometido con la Iglesia y propagador como pocos de la Adoración nocturna, llevaba sin embargo muy a disgusto el tener que caminar en silla de ruedas, porque le limitaba en sus acciones apostólicas.

Al entablar relación con el P. José Francisco que estaba destinado en Vigo, ciudad cercana a Nigrán, éste le enseñó la correspondencia que había mantenido con Raúl Porras relacionado con su esposa Patricia y le recomendó que, como ellos, se encomendase a Víctor para que le sanase o para que le concediese el don de aceptar sus limitaciones como una gracia de Dios. Así lo hizo y el resultado fue muy semejante al de Patricia, como manifiesta en una carta al P. José Francisco:

P. José Francisco Rodríguez:
Mil gracias doy a Dios por usted, caro P. Francisco, por cuanto hace, por lo que dice, por ponernos a ¡VÍCTOR! tan cerca.
Yo ya le estoy pidiendo cosas desde el primer momento. Pero no tienen que ser cosas aparatosas, por ejemplo, que afecten a mi movilidad. El favor que me hizo el Señor “sentarme así” y los favores que tengo que pedir son que sepa aceptar su voluntad. Pero sí le pido y estoy viendo resultados en otras cosas y a él atribuyo favores.
Vamos a seguir encomendándonos a Víctor. No lo de andar o desandar en silla de ruedas, pues ni me paro a “contrariar al Señor” una vez aceptada su santa voluntad.
 
Ayuntamiento o Concello de Nigrán


Como antes, hablando con el P. José Francisco le había manifestado lo contrariado que estaba por tener que movilizarse en silla de ruedas, lo que limitaba mucho sus actividades, incluidas las religiosas, le contestó en estos términos:

“Me dices en tu carta que te sientes tan contento de estar sentado en la silla que el Señor te tiene tan amorosamente sentado, que ni deseas pedirle la gracia de poder caminar. Yo doy gracias a Dios por haberte concedido gracia tan singular y doy gracias al Señor por haberte concedido gracia tan singular por mediación de Víctor”.
 
Escudo de Nigrán
Relacionando este hecho con el de Patricia, la esposa de Raúl Porras, hace este comentario el P. José Francisco: “Estos hechos recuerdan lo que hizo Víctor cuando quedó arruinado, que consideró siempre su ruina económica como la mayor gracia que había recibido de Dios y no se cansaba de dar por ello gracias a Dios, por lo que entiendo yo que va a ser esta la línea de las conversiones en la que el Señor le va a conceder a Víctor más fuerza de intercesión… En curaciones físicas, que sirven para esta vida, por supuesto que también, pero sobre todo en curaciones del alma que sirven para esta vida y para la otra”.


miércoles, 14 de febrero de 2018

Testimonios. Tere (III)


Tere con su padre ya muy anciano y con el alzheimer muy avanzado.
Que mi padre es un santo, lo sé, no necesito que lo canonicen para saberlo. Qué muchos se han sorprendido gratamente, supongo que otros no tanto, o les da igual de la vida de oración y unión que llevaba con Dios. Puedo entenderlo, porque él, en su humildad, poco decía, solamente lo sabía quién con él vivía, y con quien estaba unida en espíritu, que era su hija carmelita, y después, a través de ella, nos fuimos informando e interesando de su vida espiritual a la vez que nosotros íbamos abriendo el corazón al Señor.

No recuerdo grandes cosas de él cuando era pequeña, supongo que como cualquier familia con sus más y sus menos, lo que sí sé, es que mientras fui pequeña siempre me sentí querida, en paz y con la seguridad que te dan los padres que saben lo que deben hacer y que te educan para un fin: ser buena persona. Después tienes que caminar sola y es más duro, cuando llegan las dificultades es cuando hay que poner en práctica lo que tu familia te ha enseñado.

Tere y su hija Sara con Víctor en el hospital.

La prueba del amor más palpable de mi padre hacia mí, fue cuando yo lo estaba pasando mal, siempre estuvo a  mi lado, en compañía de mi madre. Estoy segura que hubo otras a lo largo de mi vida, pero yo entonces lo necesitaba más que nunca y sin pedírselo estuvieron siempre pendientes de mí. Mi padre siempre procuraba estar ahí y venir desde Velillas, para ver cómo estaban las cosas, y no sólo en lo material, ya que como buen apóstol que era, vio la manera de mostrarme al Señor, de una manera sutil y sin imponer, ya que sólo bastaba ver la vida que él llevaba. Creo que la vida de mi padre y la mía, en este sentido han sido parejas. Los dos venimos de familias de mucha fe, pero nosotros no lo habíamos encontrado y el encuentro con el Señor en el sufrimiento nos cambió la vida, por eso yo puedo opinar del antes, que conocen mis hermanos mayores, que fue duro e impositivo y del después que fue servicial y bondadoso. Yo estoy en medio de mis hermanos y he visto las dos fases.

 Víctor y Asunción, felices con sus ocho nietos

¿Con cuál me quedo? Evidentemente con toda la persona y sobre todo con saber que podemos cambiar si el amor nos invade. Incluso me quedo con la última etapa de su vida, aunque ha sido muy dolorosa, sobre todo para mi madre, pero él la vivió aceptando todo lo que venía y daba gusto verle cómo disfrutaba de la familia, de los hijos, de los nietos, de los hermanos. Los nietos le cambiaron la vida, su llegada sacó a relucir la parte más tierna y más humana de él.


Yo me quedo con el ejemplo que siempre nos dio y sobre todo cuando en la residencia, en un momento de lucidez, me reconoció y con los brazos abiertos vino hacia mí con su sonrisa. Ya no sufre y ya tiene lo que tanto anhelaba: estar en la gloria con Dios.



sábado, 10 de febrero de 2018

Testimonios Tere (II)

Tere en Velillas con tres hijas, sus padres, su esposo Pedro y su hermano Luis

También me acuerdo de lo servicial que era con todos, poniéndose en camino aunque le costase. Un verano, yo no tenía con quien dejar a mis hijas pequeñas, pues trabajaba. La única manera era llevarlas a Velillas del Duque (Palencia) donde vivían mis padres y lo tenía que hacer en sábado, pues yo no tengo coche y el domingo no hay servicio de autobuses de Palencia a Velillas, así que tenía que ir a Palencia el sábado, dejar a mis hijas con alguien que las recogiera, y yo volverme el mismo día.

Mi madre y mi hermano Luis, que vivía con mis padres, empezaron a ponerle pegas y, ¿a quién encontré en la estación de Palencia esperando a mis hijas? A mi padre con su sonrisa para las niñas y después se las llevó con él al pueblo sacándome de un gran apuro.
 
Tere en Sabarís con sus cuatro hijos, los abuelos y su hermano Luis
Creo que quien tuvo contacto con mi padre, después de su conversión, siempre salió fortalecido. Me acuerdo que de las temporadas que venía a mi casa, siempre iba a misa a nuestra parroquia y allí hacía amistad con algunas personas. Sobre todo hubo una, que se llamaba Ángel, que hasta el final de sus días (murió dos meses antes que mi padre) siempre que me encontraba por la calle o en la iglesia me preguntaba por él y me decía maravillas de mi padre, y que él tenía una carta que una vez mi padre le escribió y que él la guardaba como un tesoro. Sabía que no tenía estudios, pero que hablaba con una sabiduría que no era normal.

También me acuerdo cuando mis padres, por algún motivo, pasaban temporadas en mi casa, él llevaba a mis hijas al colegio, o las recogía de la catequesis y una vez fue a buscar a Rebeca a la catequesis de la iglesia, y como no salía, bajó hasta los salones parroquiales a buscarla. Allí habló con Caty, su  catequista y le dijo mi padre que le enseñara a conocer a Jesús a su nieta, que luego Rebeca ya lo sentiría en el corazón. Hasta el día de hoy, han pasado muchos años y Caty no se olvida de lo que le dijo mi padre, pues le llegó muy hondo y son muchos los años que lleva de catequesis de niños.
 
Tere con su padre Víctor y con María.
Siempre le oí decir que lo primero era su mujer y después sus hijos, pero lo primero para él era Dios, pues Él le había dado todo lo demás.

Los últimos años de su vida cuando todavía no estaba tan mal, siempre que iba a comulgar, volvía con lágrimas en los ojos. Era instantáneo recibir al Señor y volver llorando. Supongo que eso era un don o gracia que el Señor le concedía.

El Señor quiso que se diera hasta el final de sus días. Incluso le privó de cualquier compañía familiar el día de su muerte, pero no espiritual, pues a la misma hora que supimos que había muerto, su hija carmelita se puso a rezar el rosario de la Divina Misericordia porque no podía dormir cuando normalmente se duerme enseguida. Esas cosas sólo las hace el Espíritu Santo.

Basta esta muestra para recordar cómo era mi padre: humilde, generoso. Sé que ayudó a mucha gente a su tiempo con sus palabras y sobre todo, con su celo de llevar almas a Dios.


miércoles, 7 de febrero de 2018

Testimonios. Tere (I)

 
Tere de pequeña con sus padres Víctor y Asunción

Después del testimonio de su esposa Asunción, los más cercanos son los que nos han transmitido tres de sus hijas: Teresa Margarita (Tere), Begoña y Eva. Comenzamos con el de Teresa Margarita (Tere), la mayor de las tres y la única que ha formado una familia y hoy presume ya de ser abuela de dos nietos.

Mi padre, Víctor Rodríguez, siempre tuvo que luchar con situaciones dolorosas, familiares, económicas, de trabajo de cualquier índole, pero nunca le vi abatido, y sobre todo, en esos momentos no se quejaba, no mostraba sus sufrimientos.

Sólo puedo decir que hubo un antes y un después de la conversión de mi padre, cosa que comprendo, pues a mí me ha pasado lo mismo, no a su nivel, claro está, ¡qué más quisiera yo!, pero para todos es lo mismo, aunque ocurra de distinta manera. No es lo mismo seguir las normas cristianas por tradición, que encontrarse con el Señor y vivir de otra manera.
 
Tere ya mayor con sus padres en Velillas del Duque

Mi padre fue la segunda persona que supo lo que yo estaba sufriendo, la primera fue mi hermana Eva (Carmelita Descalza) y ella fue la que se lo dijo, porque yo lo quise así. Desde ese momento siempre tuve su consuelo, su apoyo y aliento.

Me acuerdo que a veces adelantaba citas médicas o se las inventaba para venir a verme y saber qué tal seguía, pues mis padres vivían en un pueblo de Palencia y yo en Madrid, y él tenía que venir a hacerse pruebas médicas por su enfermedad de corazón.

Por cierto, siempre le oí decir que daba gracias a Dios por su enfermedad y yo pensaba: “¿Será tonto? ¿Cómo se puede dar gracias por algo así? Hoy no necesito que me lo expliquen. El Señor regía su vida y él se ofrecía totalmente.
 
Víctor y Asunción con su nieta Sara a la que alude Tere

Cuando supo por mí, que estaba embarazada de mi última hija, con la situación tan difícil que tenía en mi matrimonio, me dijo: No te preocupes, es una gran alegría una nueva vida. Nosotros te ayudaremos. Y así fue. Fue un gran consuelo para mí oír estas palabras de mi padre y saber que no estaba sola, con todo lo que me venía encima.


No sé por qué, pero el Señor me ha elegido para darles a mis padres noticias de la familia siempre muy dolorosas, y yo procuraba que fuese mi padre el que las recibiera primero, ya que sabía que él se lo tomaría de otra manera, con sosiego y recapacitando lo que podía hacer. Ahora sé que iba a rezar y se ponía en manos del Señor. Por ejemplo me tocó darle la noticia de la enfermedad de mi hermano Luis, ya que yo fui la primera que lo supe, pues fui al médico con él… Pero también quiso el Señor que pudiera recompensarles con alguna alegría, como fue anunciarles la entrada en el Carmelo de su nieta mayor, mi hija Raquel, de la que él es padrino de bautismo.





sábado, 3 de febrero de 2018

Habla Víctor Bautismo

Iglesia del Salvador de Quintanadiez de la Vega

Sus escritos autobiográficos comienzan dando gracias a Dios por haberle dado unos padres tan creyentes, que  de lo que más se preocuparon desde el día de su nacimiento, fue de bautizarle y educarle en la fe. Recordemos sus palabras:

“Los padres  que Dios me dio, tanto me quisieron, que hijo de la Iglesia me hicieron. Esta me recibió. El bautismo me otorgó. Aún no sabía andar y a misa en brazos me llevaban. En familia todos los días el rosario se rezaba”.

Junto a la gratitud a Dios por haberle dado unos padres tan creyentes, destaca en estas palabras su gratitud a la Iglesia que le recibió en su seno y en Hijo de Dios le convirtió.
 
Sus padres, a los cuatro días de su nacimiento ya le llevaron a la Iglesia para que recibiera el bautismo. Pero, ¿por qué esa premura de llevar a bautizar a un niño a una Iglesia que es muy fría aún en verano, con riesgo para su salud y no esperar por lo menos hasta mediado el mes de mayo? Porque, conscientes de que todos nacemos con el pecado original, querían que se liberase de ese pecado cuanto antes; pero sobre todo, porque querían que recibiera la gracia divina que le convertía en hijo de Dios. ¿Qué más y mejor podían hacer por su hijo?

Pila bautismal en la que Víctor recibió el bautismo

Así nos consta por el acta de su bautismo que se conserva en el archivo de la parroquia del Salvador, cuyo contenido dice:

“D. Víctor Rodríguez, fue bautizado el día 16 abril de 1925. Nació el día 12 de abril de 1925, siendo natural de Quintanadiez de la Vega, diócesis de León, provincia de Palencia.
PADRES: D. Daniel Rodríguez, natural de Villota del Páramo y de Dª. Margarita Martínez, natural de Quintanadiez de la Vega.
ABUELOS PATERNOS: D. Cecilio Rodríguez, natural de Villota del Páramo y  Dª. Ramona Navarro, natural de Saldaña.
ABUELOS MATERNOS: D. Manuel Martínez, natural de Quintanadiez de la Vega y Dª. Venancia Herrero, natural de Bustillo de la Vega.
PADRINOS: Quirino Relea y Priscila Díez
MINISTRO: D. Pedro Merino.

Al concluir el bautismo, para celebrar el acontecimiento con la alegría que se merecía, cumpliendo con la tradición del pueblo, los padrinos comenzaron a tirar caramelos y confites a los niños y no cesaron de hacerlo a lo largo del trayecto hasta llegar a la casa del niño.  Y debieron ser muy generosos a juzgar por los resultados, pues hay un refrán que los niños decían a los padrinos roñosos: “Bautizo roñoso, niño cocoso”.

Niña con sus padres y padrinos recibiendo el bautismo

Conseguido el principal objetivo de convertir a Víctor en hijo de Dios, la tarea de sus padres se centró en darle a conocer esa dignidad  y a comportarse como esa dignidad requiere. De ahí que le llevasen siempre a misa, le enseñasen las oraciones y le dieran ejemplo de vida cristiana.