sábado, 30 de junio de 2018

Gracias y favores Aurora de San José

Iglesia del monasterio de San José del monasterio de Salamanca.



Se trata de un testimonio que la hermana Aurora de San José, carmelita descalza, residente actualmente en el monasterio de Salamanca, envió al P. José Francisco con el que mantiene frecuente comunicación desde que se conocieron cuando ambos residían en Valladolid.

Perdone mi retraso en manifestar públicamente mi gratitud a Víctor, aunque en mi corazón sí que la tengo perenne junto con mi admiración y compañía. ¿A quién nos vamos a arrimar sino a aquellos que fueron Amigos del Señor? Y más en estos tiempos tan desordenados y que la vida gira tan alejada de Dios.

Gracias por el libro y por todas las noticias que nos manda, que aunque se lean en comunidad, a mí me gusta saborearlas detenidamente. No deje de encomendarme, yo también lo recuerdo y para que la causa de Víctor siga adelante.

Carmelitas descalzas de Salamanca orando en el coro.


Quiero decir algo sobre nuestro hermano Víctor Rodríguez, a quien desde que conocí su impactante vida, como la llama nuestro querido P. José Vicente, en la preciosa vida que ha escrito sobré él –y que recomiendo que lean- le tengo una especial veneración, porque realmente el Señor hace maravillas por medio de él.

Soy carmelita descalza y quiero dar testimonio de cuánto puede ayudarnos. Al final de este invierno tuve un catarro fortísimo que me produjo, entre otras cosas, una sinusitis con tanta abundancia de mucosidad, que me tenía toda la cara congestionada con unos picores insoportables, especialmente la nariz que parecía que me la iba a arrancar.
Una noche, después de la cena, subí a mi habitación con la intención de acostarme por lo mal que me sentía y pensando ir al día siguiente al médico. En ese momento vi la estampa de Víctor, la besé con gran confianza, y me la puse en la cara pidiéndole que si era voluntad del Señor me ayudase. Al contacto con la estampa sentí tal contento y gozo interior a la vez que una gran seguridad, que bajé a la recreación y al preguntarme la Priora cómo seguía, le dije con todo aplomo y sin la menor duda: Estoy totalmente curada, quedándose ella totalmente extrañada. Y así fue. Había desaparecido radicalmente todo malestar.

Monasterio actual en las afueras de Salamanca


Cada día quiero y venero más a Víctor y me encomiendo a él para que me alcance esa fidelidad y correspondencia que él tuvo a las gracias de Dios.

miércoles, 27 de junio de 2018

Testimonios Laura Rodríguez



Víctor con sus ocho nietos. Laura es la del centro en la parte baja.

Este testimonio de Laura, como el de los demás nietos que iremos mencionando, aparece en el folleto homenaje que prepararon a la abuela Asunción en su primer cumpleaños celebrado pocos meses después de la muerte de Víctor. De ahí su espontaneidad, impregnada de cariño y admiración por el abuelo.

Todos sabemos que el abuelo siempre ha centrado su vida en torno a tres valores: La familia, Dios y el amor. Lo que me parece muy significativo, es cómo esos valores eran en él tan fuertes que han sobrevivido a una enfermedad que se fue consumiendo su memoria, su capacidad para expresarse, razonar, entender... pero dejó intacto su espíritu.
En los últimos meses ya no recordaba las palabras más sencillas, cómo se llamaban sus hijos, cómo decir “tengo hambre”. “tengo frío”, “quiero ir al baño” o “quiero ir a misa”. Casi no hablaba, pero sus pocas palabras eran muy elocuentes.

Víctor con sus cuatro nietas más pequeñas. Laura es la primera de la izquierda

En una de nuestras últimas visitas, cuando vio a mi padre, se le quedó mirando y le dijo con mucha alegría: “Tú eres como yo”. Probablemente si hubiera tenido capacidad para expresar mejor lo que estaba pensando, o más bien sintiendo, habría dicho: “Te reconozco, eres familia, eres importante para mí y me alegra que hayas venido a vernos”.

Es mismo día, se pasó la tarde en silencio meditativo y cuando te acercaste cariñosa (se refiere a la abuela) a preguntarle: ¿En qué piensas? Él contestó: “Para Dios”. Eso me hizo pensar que, hasta el último momento dedicaba esos largos silencios, sentado, mirando al suelo, a rezar, de la manera en que su estado se lo permitiera y, aunque sus pensamientos, y sus palabras eran muy limitados, giraban siempre en torno a lo que para él fue lo esencial en la vida.
 
Víctor con miembros de su familia. Laura es la niña alta que aparece junto a él.

El recuerdo que personalmente más me emociona, ocurrió en una de nuestras últimas visitas. Estábamos todos en la mesa comiendo y hubo un momento de silencio en el que me miró como si de repente me hubiera reconocido y me intentaba decir algo, pero no le salían las palabras. Alzó la voz y dijo firmemente: “Te quiero mucho”. Se hizo uno de esos silencios que se producen cuando todos nos damos cuenta de que acabamos de presenciar algo especial. Guardo este recuerdo como un regalo precioso.

Los valores del abuelo, sus enseñanzas, su amor por la familia, no sólo sobrevivieron a su enfermedad, sino que permanecen en nosotros. ¡No es casual que, después de tres generaciones, su primer biznieto lleve su nombre!

sábado, 23 de junio de 2018

Florecillas Haz las letras un poco mayores


Raquel con sus abuelos el día de su ingreso en las carmelitas.


El 22 de noviembre de 2001 escribía a su nieta Raquel desde Velillas del Duque. Se trata de una carta, como todas las dirigidas a sus nietos, impregnada de cariño, de noticias familiares y de aliento para que se comporten como buenos creyentes, y en este caso con más motivo, pues su nieta Raquel, ya había profesado como carmelita descalza en Sabarís, de lo que sentía muy orgulloso.

En la carta comienza hablando de la satisfacción que siente al verla tan alegre y feliz en el Carmelo, la anima a crecer día a día en el amor a Dios y a las hermanas de comunidad, la da noticias de la familia, especialmente de sus dos hermanas más pequeñas Rebeca y Sara, y sobre todo, la hace un vivo relato del frío que está pasando durante el crudo invierno, especialmente cuando tiene que desplazarse hasta Quintanilla para participar en la Eucaristía en pleno invierno, que si además hace viento y ventisca, la sensación de frío, es casi insoportable, etc.

Pero en medio de tantas noticias y consejos le hace una petición muy especial relacionada con su vista. Para esa fecha está retirado por enfermedad, ya siente los primeros síntomas de alzheimer y nota que muchas de sus facultades van disminuyendo, entre las que se encuentra la vista. De ahí su petición:
 
Víctor y Asunción ya ancianos.

“Cuando nos escribas, si puedes nos haces las letras un poco mayores. Los abuelos ven mal, aunque sea con gafas."

No conocemos ninguna de las cartas dirigidas por Raquel a sus abuelos, y si la letra era pequeña o más bien así le parecía a Víctor cuando la vista ya se le iba deteriorando por la edad y los achaques, pero si nos consta que para esas fechas Raquel ya estaba de religiosa carmelita descalza en Sabarís, por lo que es muy posible que hubiera aprendido y asumido una costumbre bastante común entre muchas carmelitas descalzas, de escribir con letra muy pequeña y en papel de escasa calidad, como expresión de pobreza. A veces la práctica de la pobreza la llevaban al extremo de dar la vuelta a los sobres que recibían para poder usarlos de nuevo.
 
Víctor en Velillas del Duque quitando nieve para poder llegar a la Iglesia.

En esto se parecían muy poco a su fundadora Santa Teresa, que, a pesar de ser pobre y vivir pobre de verdad, cuando escribía cartas, lo hacía con letras grandes e inteligibles, e incluso dejaba amplios espacios laterales, como muestra de respeto y valoración de los destinatarios.

Sea lo que fuera, ahí queda la súplica de Víctor de que le escriba con letras más grandes, prueba del deterioro de su vista, pero también y sobre todo, prueba evidente de la alegría que recibía con las cartas de su nieta, por lo que deseaba poder leerlas rápido y sin tropiezos o dudas.

miércoles, 20 de junio de 2018

Habla Víctor ¿Milagro en su infancia?

Hogar familiar de Víctor en Quintanadiez de la Vega (Palencia)


 
“En la Iglesia empecé en el albor de mi días. Cuando la muerte llegó y me arrebató, al traspasar el umbral, allí me encontré con Jesús, María y José. La Virgen me protegió y me tomó de la mano. Dos años tenía, y por muerto me daban. De pronto brotó en frente y cara una mancha colorada; por ello, “pinto” me llamaban. A medida que crecía, la mancha aminoraba”.

¿Se trata de un milagro por el que el Señor, no solamente le salvó la vida, sino que incluso le resucitó, cuando solamente tenía dos años, por intercesión de la Sagrada Familia, y en concreto por medio de María que le tomó de la mano? Es lo que se deduce de sus palabras, pues no habla de simple curación o de muerte aparente, sino de que “la muerte llegó y me arrebató” y de que se encontró “con Jesús, María y José, al traspasar el umbral”, que separa esta vida de la otra. 

Víctor (primero de la izquierda) con su padre (primero de la derecha) y con sus hermanos

Efectivamente, los padres por muerto le daban y no sin motivos, pues para esas fechas ya se les habían muerto tres hijos, en circunstancias y con síntomas parecidos. En esa época, la mortandad infantil era muy alta por falta de médicos y de medicinas. Seguramente fueron los propios padres los que, siendo ya joven, le explicarían que le habían llorado por muerto y que le llamaban “pinto” porque en la frente y en la cara comenzaron a aparecer unas manchas coloradas que les devolvió la esperanza.

Los detalles de esa enfermedad, de haberle dado por muerto cuando tenía dos años y de que en su frente y en su cara comenzaron a verse unas manchas coloradas que indicaban que no estaba muerto, muy bien se lo pudieron contar sus padres y los hermanos mayores, que fueron testigos de lo sucedido; pero, ¿cómo explicar lo de su muerte, de su encuentro con Jesús, María y José, y de que María le tomó de la mano y le devolvió a la vida?
 
Retablo de Nuestra Señora en la Iglesia de Quintanadiez

Surge otra pregunta: ¿Cómo Víctor, ya adulto, pudo recordar algo que le sucedió cuando no tenía más que dos años, si de esa edad no podemos recordar nada y menos con tanta precisión? Lo poco que conocemos de nuestra infancia se lo debemos a los seres queridos que se han encargado de recordarnos con cariño cosas que hicimos de pequeños, pero nadie pudo hablarle de ese encuentro con Jesús, María y José, pues de eso no fueron testigos ni él tenía edad para explicarles esa experiencia.


De tratarse de un milagro, como parece por todos los indicios, ahí encontraríamos la explicación de su posterior entrega incondicional al Señor, especialmente a partir del momento de su verdadera conversión, en la que también estuvo de nuevo presente María, como lo refleja en estas palabras: “Al cambiar de vida de luz me llenó. Claro empecé a ver el camino herrado que había dejado. Gracia sobre gracia sobre mí derramó, por eso todo cambió. Poco a poco me enamoró. En todo la Virgen medió”.


sábado, 16 de junio de 2018

Gracias y favores. Carlos Aníbal Carám

Tucumán. Catedral de Nuestra Señora de la Encarnación

Fátima Caram nos comunica una nueva gracia o milagro, obrado esta vez con un familiar suyo residente en Tucumán (Argentina). Se lo comunicaba en estos términos al P. José Francisco con fecha 9 de noviembre de 2013:

En esta carta, con gran alegría quiero dar a conocer lo que para mí es un gran milagro de nuestro hermano Víctor Rodríguez Martínez.
Mi hijo Julio Alberto, residente en Tucumán (Argentina), me contó que un primo mío, el Dr. Carlos Aníbal Carám, (neuro-psiquiatra y, al cual aprecio muchísimo) estaba muy enfermo con cáncer de estómago y que estaba sometido a sesiones de quimioterapia (1). Me pidió que en mis oraciones pidiera a Nuestro Señor y a la Virgen por Charles, como le llaman cariñosamente la familia y los amigos.
Esa misma noche hice con mucha fe y esperanza un pedido muy especial al Señor por mediación de su siervo Víctor: (un milagro para Charle). Cada día en misa y en mis oraciones le recordaba a nuestro hermano Víctor mi petición. Grande fue mi alegría cuando el 22 de octubre llamé a mi hijo para saludarlo por su aniversario y me contó que a Charles le habían operado reduciéndole el estómago y que al poco tiempo en una analítica de rutina su médico le dijo: Esto es un milagro. No hay señales de células malignas.
No quiero entrar en detalles que no conozco. Ya le enviará mi primo Charles el contenido de informes médicos. Yo le pedí, a través de mi hijo, si quería hacer conocer su caso para aportar a la pronta beatificación de este hermano nuestro Víctor Rodríguez Martínez y dijo que sí”.


(1) NOTA. En este informe de Fátima Carám se hace alusión a que el favorecido por el milagro había sido sometido a quimioterapia. Cuando Julio Alberto Salas, su hijo,  leyó este informe de su madre, la dijo que le había entendido al revés, debido a las malas condiciones de la comunicación telefónica, y que le había dicho justamente lo contrario: “que NO había sido sometido a sesiones de quimioterapia”.

Carlos Aníbal Carám, que es a su vez cirujano, no sólo corrobora que lo sucedido fue algo milagroso, sino que certifica además que esto fue debido a que su  prima Fátima Rosario Carám había pedido al Señor por mediación de Víctor su curación milagrosa y lo pidió con tanta fe y confianza que lo consiguió.

Posteriormente el Dr. Carlos Aníbal envió al P. José Francisco las pruebas médicas que comprueban que la curación fue un hecho milagroso, a la vez que le manifestó sus deseos de declarar ante el tribunal eclesiástico aunque tuviera que desplazarse de Tucumán a Roma. Desgraciadamente ya no podrá presentarse como testigo, porque ha fallecido hace unos meses, pero no víctima del cáncer del que se curó totalmente, sino de un infarto fulminante. Por eso no quita importancia al milagro, al no tener su muerte relación con el cáncer, objeto del milagro.


miércoles, 13 de junio de 2018

Testimonios Raquel

Raquel y Carlos con sus abuelos el día de su Primera Comunión

Este es el testimonio de Raquel Tejada Rodríguez, la primera nieta de Víctor, hoy religiosa carmelita descalza en el monasterio de Sabarís (Pontevedra). Lo redactó para la celebración del primer cumpleaños de su abuela Asunción después de la muerte de Víctor. De ahí su carácter íntimo y familiar.

“Mi abuelo un santo”.
Mis recuerdos sobre Víctor, bien podrían titularse así, pues él ha sido ante todo mi abuelo, mi padrino de bautismo; yo soy su primera nieta y probablemente a quien debo mi vocación de carmelita.

Recuerdo lo mucho que nos quería a los nietos. De pequeños, con Carlos y conmigo estaba siempre cuidándonos y sobre todo jugando a las canicas, en los columpios…Él, de paso y de vez en cuando, aprovechaba para decirnos algo de Dios. Lo que él llevaba en su corazón. No era forzado ni pesado, pero a veces eran verdaderas catequesis; hasta recuerdo que nos llegó a hablar de la Santísima Trinidad, que cómo podían ser tres personas, si era un solo Dios.


Víctor y Asunción con sus ocho nietos. Raquel es la primera de la izquierda


También, cuando íbamos a su casa, estaba siempre pendiente de sacarnos lo que nos gustaba, la Pepsi-Cola que no podía faltar, o en Sabarís, cuando estábamos en verano y queríamos ir a la playa, él se quedaba con su actitud habitual de servicio, friéndonos patatas para comer, o sardinas, y cuando llegábamos cansados y hambrientos, allá lo encontrábamos.

A veces se me hacía extraño cuando mi madre o mis tíos comentaban que él no había sido así con los hijos, sino más bien estricto y recto. Yo ahora veía su imagen de todo bondad, todo cariño y con conocimiento y sabiduría humanos y de Dios, que uno podía percibir claramente, aunque no tuviese fe. En este sentido, ha sido más bien su presencia y seguro su oración, lo que me ha llevado a Dios, más que el tener conversaciones sobre estos temas, salvo algún momento puntual en mi adolescencia, en que estaba más desorientada y él me indicó que me confirmase.

Raquel con sus abuelos el día de su entrada en el convento

Estoy segura de que gozó mucho cuando le manifesté mi vocación de carmelita. Al verme ya en un ambiente de fe y en un grupo cristiano, él parecía esperárselo, aunque me dijo que no tan pronto. Él siempre preguntaba  por “la pastora” si no había bajado yo, pues Raquel, en la Biblia, era pastora de ovejas.



sábado, 9 de junio de 2018

Florecillas Predica sin hablar

San Francisco predicando con el ejemplo.


Se cuenta de San Francisco de Asís que un día dijo a uno de sus compañeros: ¡Vamos a predicar! Y salieron a predicar. “Con las manos metidas dentro de las mangas, la capucha sobre la cabeza, uno delante y otro detrás, en silencio, dieron un largo paseo por la  ciudad de Asís y volvieron al convento. El compañero al llegar le preguntó extrañado: ¿Y el sermón? Hermano, ya hemos predicado dando ejemplo de humildad y de mortificación a las gentes de Asís”.

Según otras versiones, San Francisco invitó a uno de sus seguidores que le acompañara a predicar en un pueblo. Durante todo el día, San Francisco se paseó por las calles del pueblo, atendiendo las necesidades de los pobres y desamparados. Ayudó a la gente enferma y dio de comer a las personas con hambre. De regreso al convento, el compañero decepcionado le dijo: Maestro, pensé que íbamos a predicar en este pueblo. Francisco le respondió: Hijo mío, claro que hemos predicado, pero no con palabras sino con el ejemplo. No tiene ninguna utilidad predicar a menos que hagas lo que prediques.


Víctor con algunos hijos y nietos ante el monasterio de Carmelitas en Sabarís.

Santa Teresa, hablando de las dificultades de los predicadores para ser ejemplo con su vida dice: “¿Pensáis que es menester poco para tratar con el mundo, y vivir en el mundo, y tratar negocios del mundo, y hacerse a la conversación del mundo, y ser en lo interior extraños al mundo, y enemigos del mundo, y estar como quien está en destierro, y en fin, no ser hombres sino ángeles?... Y si en lo interior no están fortalecidos en entender lo mucho que va en tenerlo todo debajo de los pies y estar desasidos de las cosas que se acaban, y asidos a las eternas, por mucho que lo quieran encubrir, han de dar señal. Pues, ¿con quién lo han sino con en mundo? No hayan miedo se lo perdone, ni que ninguna imperfección dejen de entender. Cosas buenas, muchas se les pasarán por alto, y aun por ventura no las tendrán por tales; mas mala o imperfecta, no hayan miedo (CV 3, 3-4).

Hablar de Dios, de Jesús y de las enseñanzas del Evangelio es relativamente fácil, pero ¿Por qué es tan difícil predicar con el ejemplo? ¡Cuántas veces se aplican a los predicadores las palabras que Jesús dirigió a los fariseos: “Haced lo que os dicen, pero no lo que ellos hacen, porque ellos dicen, pero no hacen!” (Mt 23, 3 ).

Poner en práctica las bienaventuranzas, “sine glosa”, es decir, sin comentarios, como pide el Papa Francisco en la Exhortación Apostólica “Gaudete et exsultate”, no es nada fácil. Todos los creyentes las sabemos de memoria, ¿pero las ponemos en práctica?

Víctor es de esos seguidores de Jesús que se tomó en serio todo el Evangelio y trató de acomodar su vida al programa de las bienaventuranzas y por eso vivió en pobreza, fue manso y humilde, tuvo un corazón limpio, fue misericordioso, etc. Vivió el Evangelio con todas sus exigencias, y porque lo hizo con la mayor sencillez, su comportamiento llamaba la atención sin buscarlo.
 
Víctor y Asunción en la Iglesia de las Carmelitas en Sabarís
Eso es lo que le sucedió, según nos cuenta Eva María, a un señor que no le conocía, pero que coincidió con él en alguna ocasión en la capilla del monasterio de Sabarís, y tanto le llamó la atención su humildad y recogimiento, que al hablar con la superiora de las Carmelitas no pudo por menos que exclamar: “El padre de la hermanita predica sin hablar”.





miércoles, 6 de junio de 2018

Habla Víctor Matrimonio

Primera foto de Víctor y Asunción después de su matrimonio


Cuando al matrimonio llegamos, unidos en Dios quedamos. Al aceptar cuantos hijos nos dabas, de gracias nos llenabas. A la Iglesia los llevamos para hacerlos cristianos. Caminos distintos siguieron, porque libres fueron. Los frutos que cosecharon, fueron los que cultivaron.

Víctor contrajo matrimonio con Asunción Merino Cuadrado, como consta por la partida de matrimonio que dice:

 “D. Víctor Rodríguez Martínez, natural de Quintanadiez de la Vega, Diócesis de Palencia, de 23 años de edad, de estado soltero, hijo de D. Daniel Rodríguez y de Margarita Martínez, y Dª. Asunción Merino Cuadrado, natural de Bustillo de la Vega, diócesis de Palencia, domiciliada en Quintanadiez, provincia de Palencia, de 22 años de edad, de estado soltera, hija de D. Martín Merino, y de Dª. Aquilina Cuadrado.
Contrajeron matrimonio el día 24 de julio de 1948, en la Iglesia Santuario de la Virgen del Valle (Saldaña). Asistió al matrimonio el presbítero D. Federico Campo, párroco de Quintanadiez de la Vega”.
Fueron testigos: Macario Lozano y Atanasio González
Los padrinos fueron Crescencio Rodríguez y Evangelina Merino”.

Víctor con sus hijos en que falta Eva, la más pequeña.

Cuando al matrimonio llegamos, unidos en Dios quedamos. En estas breves palabras demuestra que tenía un concepto claro de lo que hacía al recibir ese sacramento. Seguro que Víctor no conocía las normas que la Iglesia establece en el Código de Derecho Canónico acerca de “la alianza matrimonial por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole” (C. 1055); pero sí que “las propiedades esenciales del matrimonio son la unidad y la indisolubilidad, que en el matrimonio cristiano alcanzan una particular firmeza por razón del sacramento” (C. 1056).

También conocía muy bien la respuesta que Jesús dio a los fariseos cuando le preguntaron si estaba permitido el divorcio, a lo que responde: “Ya al principio el creador los hizo varón y hembra, y dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser. De modo que ya no son dos, sino un solo ser; luego, lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre” (Mt 19, 4-6).
 
Víctor ya anciano con Asunción
Al aceptar cuantos hijos nos dabas, de gracias nos llenabas. El matrimonio, instituido por Dios y elevado por Cristo a la categoría de Sacramento, está ordenado a la generación y educación de la prole. Víctor y Asunción cumplieron fielmente con esa misión. La mejor prueba es que tuvieron hasta diez hijos, aunque tres fallecieron casi al nacer, y que, si el primero, José Francisco, fue para ellos una bendición y una gracia, así lo fueron todos hasta Eva, la última de sus hijos.

A la Iglesia los llevamos para hacerlos cristianos. Caminos distintos siguieron. A todos trataron de darles una formación adecuada, muy superior a la que ellos recibieron, pero de lo primero que se preocuparon fue de hacerlos cristianos y darles buen ejemplo de vida.


sábado, 2 de junio de 2018

Gracias y favores. Amelia V

Jasón con su hija Amelia en brazos


El día 21 de enero de 2018, fiesta de Santa Inés, escribí a Dª. Inés para felicitarla y darla las gracias por las fotos que me había enviado de Amelia, y añadía: “Como Luisa Fernanda dice que los médicos de USA, como los de todas las partes son reacios a reconocer que se pueda tratar de un milagro, máxime si lo estaban intentando mediante la fecundación in vitro, lo que sí me gustaría es conocer su opinión, y que también dijeran el tiempo que intentaron concebir de esa forma sin conseguirlo hasta esa fecha. Que disfruten mucho de sus dos nietas y desde pequeñas las acerquen a Jesús para que nunca las falten sus bendiciones”.

El 5 de febrero me contestaba en estos términos:
“Gracias por sus felicitaciones el día de mi cumpleaños. Le reenvié su email a Luisa Fernanda para que le responda, espero lo haya hecho. De mi parte claro que le enviaré todas las fotos que usted quiera. De nuestra parte las niñas tendrán temor de Dios y serán educadas en la fe cristiana. Creo que sus padres igual que nosotros lo están haciendo. Por mi parte seguiré creyendo que Amelia es obra del milagro de Dios y así mismo lo he difundido. Pedimos tanto, hicimos tantas novenas, hasta que Dios nos escuchó”
 
Inés, Germán, Luisa Fernanda y su esposo Jason con Amelia en brazos
La respuesta de Luisa Fernanda llegó unos días después, el 26 de enero de 2018:“Hola padre Juan Luis: Me alegra mucho saber que está bien y que se comunica con papi y mami. Sé que lo aprecian mucho. Amelia Grace ya tiene 2 meses y está muy bien, gracias a Dios.
Habíamos tratado de concebir desde el 2012 naturalmente. En el 2015 empezamos los tratamientos in vitro, y no resultó. Logramos obtener 6 embriones de 5 días, pero la implantación fue fallida con cada uno de ellos... La clínica de aquí no tiene manera de hacer pruebas más específicas para entender por qué no se implantaron y por eso decidimos desistir de volver a intentar. Al ver que seguíamos en este lugar, decidimos intentar implantación intrauterina (IUI en inglés), pero nos dijeron que teníamos muy poca posibilidad de quedar en embarazo. Dijimos que lo trataríamos 3 veces y que empezaríamos el proceso de adopción.
Mis vecinos adoptaron ambos niños de recién nacidos y los niños tienen 8 y 6 años y son preciosos, y sólo quieren a sus padres aun han conocido sus madres biológicas. Eso nos dio esperanza. Sin embargo, la adopción aquí es exageradamente cara, complicada y larga. Iniciamos el proceso como quiera, nuestra mayor ilusión era ser padres, no de tener un bebé. A la primera intentada de IUI fallamos y perdimos toda esperanza. Al segundo fallo, ya casi no nos importaba. A la tercera, definitivamente lo hicimos sin esperar nada. Tanto fue, que hice todo lo que me dijeron que no debía hacer: No bebí vitaminas prenatales, no comí ni más ni menos saludable, no me relajé, no dejé de hacer ejercicio, bebí una copa de vino con la comida una noche, hasta me entré al jacuzzi después de haber sido implantada (muy contraindicado). Me hice la prueba en casa en marzo 15, 2017. Inmediatamente el resultado fue positivo. Por primera vez había obtenido un resultado positivo. Amelia es una bebé muy saludable y amorosa, es inteligente y va un poco más avanzada con su progreso de las semanas que tiene (9 semanas). Le mando 2 fotos de Amelia Grace”.
Con estas palabras de Luisa Fernanda concluimos esta bella historia.