miércoles, 30 de noviembre de 2022

Testimonios Ángel Arrabal (X)

Publicidad antigua de Pepsi-Cola.


Víctor no era un predicador ni un moralista, contemplaba con una sonrisa franca y, a veces, escéptica, el transcurrir de la jornada y solo se confiaba con quien le ofrecía confianza.

 

Nunca se metía en discusiones políticas y alguna vez que le di mi opinión sobre la explotación a la que estábamos sometidos los peones por unas migajas económicas, cuando los jefes y, sobre todo, los accionistas y dueños de la empresa se llevaban casi todo el beneficio de nuestro trabajo, Víctor, apenas argumentaba que la responsabilidad de los jefes era cosa de ellos, y que nosotros teníamos que ganarnos el pan lo más honradamente posible.

 

En las oficinas de los distintos departamentos (Producción, Almacén, Ventas, Personal y Nóminas, Administración etc.) las diferencias de jerarquías se evidenciaban en la calidad de los trajes y en la marca de los coches, pero también se marcaban de forma violenta, dando órdenes a voces y subrayando con tacos la autoridad del que gritaba.

 

Entre los oficinistas predominaban las conversaciones ramplonas y, a veces, obscenas, y algunos jefes de traje caro alardeaban cada día de sus noches de cabaret. Había bastante alcoholismo y los camareros de los bares cercanos venían con frecuencia trayendo bandejas de café que, en realidad, eran carajillos bien cargados de coñac. En los turnos de noche, se sabía que había alguna prostituta ofreciendo sus servicios en la zona en que aparcaban los camiones.

 

El conjunto de la fábrica funcionaba con un sistema de rivalidad entre jefes, departamentos, empleados, conductores, peones y eventuales. Esa competencia de sueldos, primas y prestigio se hacía pública en cuadrantes mensuales que mantenían divididos y, a veces, enfrentados a los trabajadores, porque las primas que premiaban a algunos, se restaban de los posibles beneficios comunes.



sábado, 26 de noviembre de 2022

Florecillas Este hombre es un místico

Dos personas hablando con una religiosa en el locutorio.


Un día, a la puerta de nuestro monasterio, entabló conversación con un sacerdote que se disponía a entrar en el locutorio. Después, el sacerdote le hizo este comentario a nuestra Madre: “Este hombre es un místico” (Eva).

 

A los lectores que no hayan visitado algún monasterio de carmelitas descalzas les resultarán extrañas las palabras “Locutorio” y “Madre”. Se llama locutorio al recinto en que las carmelitas reciben las visitas. Consta de dos recintos suficientemente amplios, separados por una reja. A un lado de la reja se reúne la comunidad o alguna religiosa, y al otro lado la persona o personas que se acercan a hablar. Y Madre, es el nombre que dan a la superiora de la comunidad.

 

En el caso que relata Eva, se trata de un sacerdote que estaba a punto de entrar en el locutorio, bien para hablar con la superiora, bien para dar una charla de cosas espirituales a las religiosas, pues en los locutorios de las carmelitas suele haber un letrero que dice: “Una de dos ha de ser: o no hablar o hablar de Dios, que en la casa de Teresa, esta ciencia se profesa”.

 

Pero, ¿de qué habló con Víctor antes de pasar al locutorio para que no pudiera contener su admiración, y sin que nadie le preguntara exclamase: Este hombre es un místico?

 

Probablemente del valor de la oración contemplativa y de la suerte que tienen las carmelitas descalzas de pasar la mayor parte del día en presencia del Señor alabándole, bendiciéndole e intercediendo por los que no pueden dedicarle el tiempo por estar absorbidos por los quehaceres de cada día.



miércoles, 23 de noviembre de 2022

Habla Víctor Don de Consejo (II)

Don de Consejo con el que el Espíritu Santo
nos habla al corazón.


Si la Sagrada Escritura compara el Espíritu Santo como un susurro, queda claro que sólo en silencio exterior e interior la puede escuchar el alma. San Juan de la Cruz dice que habla en silencio divino y en silencio le tiene que escuchar el alma. También nuestro juicio se pega a nosotros y nos impide razonar en la verdad. El apego a la propia opinión nunca es bueno, no es indicio de la acción de la gracia, el alma tiene que ser sensible a la obediencia, raíz de la humildad. El alma pegada a su propio parecer no puede gozar del Don de consejo. San Juan de la Cruz dice: “niega tus deseos y hallarás cuanto deseas”.

 

El Don de Consejo actúa en nosotros especialmente cuando se nos presenta de repente alguna dificultad a la que hay que dar respuesta rápida, puesto que el pecado o el heroísmo es cuestión de segundos. Sólo el Espíritu Santo nos dará la solución y el valor para hacer lo correcto.

 

Este Don suscita en los verdaderos espirituales el deseo de pedir luces a los legítimos representantes de Dios en la tierra, pues su voluntad es que el hombre se rija y gobierne por los hombres. El Espíritu Santo suscita en los santos tal sumisión a sus legítimos representantes en la tierra, que, en caso de que haya conflicto entre lo que Él les inspira y lo que les manda el superior o el confesor, quiere que obedezcan al superior o al confesor.

 

Así se lo manifestó a Santa Teresa; “Siempre que el Señor me mandaba una cosa en la oración, si el confesor me decía otra, me tornaba el mismo Señor a decir que le obedeciese; después Su Majestad le volvía para que me lo tornase a mandar”. (V. 26, 5) Y así lo cumplió Santa Teresa, llegando al extremo de hacer burla al Señor cuando se le aparecía, pues así se lo pedía el confesor por creer que se trataba del demonio.



sábado, 19 de noviembre de 2022

Testimonios Ángel Arrabal (IX)

Embotelladora madrileña de Pepsi-Cola en la que trabajó Víctor

 

A Víctor siempre le vi muy recto en el cumplimiento de las tareas del trabajo, sin participar en corrillos ni maniobras de pérdida de tiempo. Cuando, por una avería, se detenía la cadena y todos aprovechábamos para descansar un rato, él se ponía a colocar y ordenar cosas que andaban por medio e incluso barría los montones de cristal y basura que se acumulaban bajo la cadena.

 

En esa época en que le conocí, los peones de plantilla le respetaban bastante, aunque le consideraban un poco raro y demasiado recto. Si estaba cerca, bajaban la voz cuando, en algún descanso, contaban chistes procaces o fanfarronadas machistas.

 

A Víctor no le gustaba que nos divirtiéramos con las “azañas” de un hurdano rechoncho y bajito que acababa de incorporarse como peón y decía, muy serio, que le habían engañado nada más llegar a Madrid, porque había comprado un televisor y solo se veía a los hombres pequeñinos, pequeñinos… o que batía repetidamente la puerta de su frigorífico para sacar el aire caliente.

 

El hurdano se sentía protagonista haciendo reír a todos y sus dichos corrían por la fábrica, incluso por los despachos de los jefes, aumentados y corregidos por el ingenio de los más locuaces. Víctor no participaba en estas chanzas que, en parte, distraían la monotonía y una vez le oí decir: “Esas bromas no le hacen ningún bien a él, y a vosotros menos”.



miércoles, 16 de noviembre de 2022

Florecillas. Obediencia al confesor

D. Ramón Pedreira Ancochea, 
director espiritual de Víctor.

Su director espiritual le indicó que no debía seguir yendo a visitar enfermos en el hospital porque le afectaban mucho los desinfectantes… Como tenía experiencia de que cuando se encontraba mal e iba a misa, al llegar el momento de comulgar, su salud se fortalecía, quiso hacer la prueba de asistir a la santa misa, justo unas horas antes de la visita a los enfermos. Pero llegó la hora de la comunión y no sintió la acostumbrada mejoría, sino que seguía decaído. Entonces comprendió que lo que Dios quería era que obedeciese a su confesor y así lo hizo. (Eva)

 

Su confesor y director espiritual, D. Román Pedreira Ancochea, del mismo modo que le aconsejó que no se quedase orando en la parroquia  avanzada la noche, para evitar los problemas de los atracos nocturnos, de nuevo le aconsejó que no visitase a los enfermos en los hospitales, porque comenzaban a afectar a su salud los desinfectantes que usan para evitar los contagios.

 

En esta ocasión, consciente de la mejoría que solía tener al comulgar, se le ocurrió la idea de comulgar antes de hacer la visita a los enfermos con la esperanza de poder atenderlos sin que le afectaran los desinfectantes, pero el Señor, en este caso no le ayudó.

 

Así cayó en la cuenta de que, más valoraba el Señor su obediencia al confesor, que sus visitas a los enfermos, e inmediatamente dejó de prestar ese servicio y se limitó a orar al Señor por ellos, pero por obediencia, pues hubiera preferido seguir visitando a los enfermos, en los que veía al Señor, aunque tuviera que soportar molestias respiratorias y sufrimientos físicos.



sábado, 12 de noviembre de 2022

Habla Víctor Don de Consejo (I)

Espíritu Santo. Don de Consejo


El Espíritu que mi Padre os enviará en mi nombre y os recordará todo lo que hice (Jn 14, 26). Él mora en todas las almas para recordarnos y aconsejarnos todas sus enseñanzas. Solo este Don nos ilumina a dejar nuestros groseros pareceres y nos hace comprender todas las sugerencias divinas, en susurro interior, que enseña sin palabras. A su vez es auxiliar de la virtud de la prudencia, guiados por ella nos damos cuenta cómo debemos comportarnos en todas las circunstancias de la vida. Nos hace percibir la luz del Espíritu Santo, nos hace ver el camino que tenemos que recorrer. A más profundidad en el Espíritu Santo, más luz recibe. “Habla Señor que tu siervo escucha” (1 Sm 3, 9). Por medio de este Don, es nuestro consejero en el camino a la santidad. Si no lo percibimos, es porque nuestra alma queda ensordecida por las criaturas.

 

Una de las cuatro virtudes llamadas cardinales, porque deben estar presentes en todas las obras buenas que realizamos, es la Prudencia. Gracias a esta virtud, aplicamos sin error los principios morales a los casos particulares y superamos las dudas sobre el bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.

 

Para completar a la Prudencia, el Señor nos concede el Don de Consejo, que es un hábito por el que el alma en gracia, bajo la inspiración del Espíritu Santo, juzga rectamente, en los casos particulares, lo que conviene hacer en orden al fin último sobrenatural.

 

Tanto la virtud de la Prudencia como el Don de Consejo, coinciden en juzgar rectamente en los casos particulares cual es la voluntad de Dios, pero entre una y otro hay una gran diferencia, y es que, por la prudencia, actúa guiada por la razón iluminada por la fe, mientras que por el Don de Consejo, actúa movida directamente por el Espíritu Santo, es decir, por razones divinas.



miércoles, 9 de noviembre de 2022

Testimonios. Ángel Arrabal (VIII)


Acciones de la Fábrica Embotelladora madrileña de Pepsi-Cola.


ACCIONES EN EL RECUERDO.

Durante un turno de noche, a altas horas de la madrugada, estaba metiendo en las cajas botellas de litro. Esto se hacía sin guantes y de una forma mecánica, casi sin mirar. De pronto sentí un trallazo de dolor y vi sangre en la mano que había cogido una botella que venía rota de arriba a bajo, como un bisturí.

 

 En el alboroto siguiente, mientras me vendaban, bajó el encargado y dispuso que, de momento, dejara de coger botellas y fuese a otro puesto más tranquilo. Víctor, que había aparecido desde el principio, se enfrentó con energía al encargado y dijo que me tenía que ir inmediatamente a urgencias para saturar convenientemente la herida. Todos callaron y se hizo como había dicho Víctor. Todavía conservo la huella de la cicatriz que recorre todo el dedo índice.

 

Víctor conocía la legislación laboral, y sabía de una norma que concedía el tiempo necesario para asistir a misa en el caso de que se trabajase en domingo. Nos lo comunicó a unos cuantos que sabía que estaríamos de acuerdo y, a media mañana del domingo, íbamos en pequeño grupo a la cercana parroquia de los Almendrales. Al acabar la misa, intentábamos dar un rodeo para no llegar tan pronto a la fábrica, pero Víctor se puso muy serio y nos dijo que el permiso era para ir a misa y no para holgazanear ni escaquearnos de nuestro trabajo, por eso debíamos volver lo antes posible y trabajar duro para intentar recuperar algo del tiempo concedido.



sábado, 5 de noviembre de 2022

Florecillas. Hablando por teléfono

Modelo de teléfono de los que usaba Víctor

 

El cargo de Hermano Mayor (de la Congregación de San Felipe Neri) le obligaba a atender a los hermanos de la Congregación que le llamaban por teléfono, en algunas ocasiones casi todos los días, coincidiendo casi siempre con el corto descanso nocturno que daba a su enfermo cuerpo, conversaciones que la mayoría de la veces se hacían interminables y que él soportaba pacientemente, atendiéndoles con bondad. (Eva)

 

Los asuntos ordinarios de la Congregación de seglares de San Felipe Neri, se trataban en las reuniones de la Junta directiva que se celebraba una vez al mes. Los asuntos más importantes se trataban y decidían en las Juntas Generales, que se celebraban generalmente dos veces al año, la más importante en torno a la fiesta de San Felipe Neri, en que se renovaban los cargos directivos.

 

Como para muchos de los asuntos, especialmente los relacionados con la economía y con los problemas jurídicos, se nombraba como responsables un Secretario y un Administrador, ambos necesitaban comunicarse con el Hermano Mayor para tomar decisiones.

 

Para ayudar a los pobres enfermos, la Congregación tenía unos terrenos en Peña Grande, unos pisos en la calle Atocha y acciones en la empresa Ibertubo, ubicada en Toledo. Estas tres fuentes de ingreso fueron motivo de frecuentes pleitos a los que Víctor tuvo que hacer frente durante los nueve años que estuvo al frente de la Congregación. Por eso le llamaban con tanta frecuencia y las conversaciones solían ser largas.

 

Víctor, a pesar de regresar a casa muy cansado del trabajo en Pepsi-Cola, donde hacía con frecuencia horas extra para ayudar a los pobres, siempre dialogaba con ellos por teléfono el tiempo que fuera necesario y terminaba agradeciéndoles lo que hacían por los enfermos.

 

 

 

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Habla Víctor Don de Piedad (II)

Frutos del Don de Piedad.

El Padre testifica que somos hijos suyos y nos inspira la paternidad divina sobre todos los seres humanos, sea cual fuere su situación, haciéndonos ver que Dios es Padre de todos y está sobre todos. Nos hace comprender este Don que nuestra hermandad espiritual es un lazo más fuerte que los de la sangre, siendo todos hermanos en Nuestro Señor Jesucristo; considerando a todos hermanos en Él, que lo somos, amaremos a todos por malos comportamientos que tengan. “Aprended de mí. Que soy manso y humilde de corazón y hallaréis reposo en lustras almas” (Mt 11, 29). No debemos molestarnos nunca, sea cual fuere lo que nos hagan. Este Don es implorado por tres veces al inicio de las misas.

 

Es sin duda el afecto filial que suscita en el alma el Don de Piedad lo más importante de este Don, pero también es trascendental el sentimiento de fraternidad. Las almas, dominadas por este Don de Piedad, aman a todos los hombres, viendo en ellos hermanos en Cristo, a los que quieren colmar de toda clase de bendiciones, como lo hacía San Pablo a los filipenses: “Hermanos míos queridos y añorados, mi alegría, mi corona, manteneos así fieles al Señor” (Fil. 4, 1).

 

Llevada de estos sentimientos, el alma se entrega a toda clase de obras de misericordia con los pobres, considerándolos verdaderos hermanos, y soporta cuantos sacrificios suponga el servicio del prójimo, aún el ingrato y desagradecido, porque en cada uno de ellos ve a Cristo, y hace por él lo que haría con Cristo.

 

Este Don llevó a San Pablo a afligirse con los afligidos, llorar con los que lloraban, reír con los que reían, y soportar sin enfado las flaquezas, enfermedades y miserias del prójimo, haciéndose todo a todos a fin de salvarlos a todos (1Co. 9, 19-22).