Vista panorámica de Albi (Lérida) |
Lejos de hundirse y maldecir su mala fortuna, buscó nuevos
caminos para ganarse la vida con que mantener a su numerosa familia –trabajó en
Pepsi-Cola- y, sobre todo, cambió drásticamente en lo espiritual pasando a ser
un auténtico discípulo de Cristo. Por supuesto que su santidad no sólo ha
quedado reflejada en sus abundantes y largos momentos de oración, sino en el
trato con sus compañeros de trabajo, en su amor a los pobres, a los enfermos y
hasta a sus enemigos, sin descuidar nunca el cuidado y cariño hacia sus
familiares.
Me ha llamado poderosamente la atención la forma en que ha
redactado los escritos de los capítulos 11 y 12. Verdaderamente creo que han
estado inspirados por el mismo Cristo, ya que con gran sencillez te logra
arrebatar el corazón.
Por último, deseo manifestarle, padre, mi ayuda en la
consecución de la beatificación de su hermano primordialmente con mis oraciones
y materialmente con un donativo que cargaré en la cuenta que el padre prior me
indique.
Antes de despedirme quiero hacerle saber que soy abuelo de
cinco nietos, pero mi nieta mayor, Anna, que actualmente tiene 12 años, está
afectada por un síndrome rarísimo –sólo han detectado cinco casos en el mundo
hasta ahora- producido por la mutación de una proteína en un cromosoma, según
indicación médica. Nosotros tenemos cierta ilusión en que la ciencia encuentre
algún fármaco o sistema que la libre del mal, total o parcialmente, pero
sospechamos que sólo un milagro conseguiría curar las múltiples deficiencias de
“nuestro ángel”. Por eso, quiero que sepa que a partir de ahora invocaré
humildemente la ayuda de su hermano Víctor, futuro beato, para que con “su
sonrisa” atraiga la mirada misericordiosa de Jesucristo sobre mi nieta Anna y
me la cure.
Padre José Francisco, le deseo que ya esté mejor de sus dolencias y le pido que también
rece por mi nieta. Muchas gracias.
Con todo mi afecto y el de mi esposa.
José Antonio Ruíz Vilches
No hay comentarios:
Publicar un comentario