Monasterio de San José de las Bauecas. |
“La primera vez que vino (a
Batuecas) fue el 3 de octubre (de 1967). Vino a pasar en retiro
espiritual las vacaciones de verano que dio la Empresa de Madrid en que
trabajaba. Y el cronista hace ya de él la siguiente semblanza: Vivió varios
años en Medina del Campo, siendo muy estimado por su extraordinaria bondad y
virtud de nuestros Padres y Madres Carmelitas de allí, a los que ayudaba cuanto
podía, el cuidado de las gallinas, que era su industria y especialidad. Tenía
una granja avícola. Aquí nos dejó hechos también 4 ponederos de albañilería
además de otros trabajos que nos hizo. Se encontraba aquí en su centro. Se fue
el día 28”. (Vida… pag.198).
No es normal que en los libros oficiales del monasterio de
Batuecas se asienten referencias elogiosas de sus visitantes, a no ser que de personas
especialmente importantes, como el Superior General de la Orden, el Superior
Provincial o algún Obispo. Lo normal es anotar el nombre del visitante y el día
o días que permaneció en Batuecas. Por eso llama la atención que desde la
primera visita de Víctor a Batuecas su presencia llamase la atención y que el
P. Matías del Niño Jesús, cronista de la casa, dejase allí este elogio.
Muestra de un ponedero para las gallinas. |
Tras resaltar que había sacrificado sus vacaciones para hacer
un largo retiro espiritual, inmediatamente pasa a resaltar que era un hombre
muy estimado entre los Padres y Madres Carmelitas de Medina del Campo a quienes
había ayudado en la construcción de sus gallineros y en su mantenimiento, para
concluir que sus días de retiro los aprovechó también para ayudarles en lo que
pudiera.
Tendrían en Batuecas algunas gallinas para el sustento de los
monjes que pondrían los huevos en cualquier sitio, así es que, aprovechando los
momentos que los monjes dedicaban a trabajos manuales, él los dedicó a remediar
esa situación. Experto como era en avicultura, les construyó unos ponederos de
albañilería para que los usasen las gallinas. No es que Víctor fuera experto
albañil, pero sí lo que llamamos “un manitas”, capaz de hacer con habilidad
diversos oficios y todos con éxito. por el amor con que lo hacía.
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