miércoles, 26 de agosto de 2020

Habla Víctor. LA ORACIÓN (Texto amplio)

Víctor con su esposa e hijos. Begoña es la que está sentada a su lado.

Antes de iniciar los comentarios o explicaciones sobre el texto más amplio de Víctor sobre la oración, conviene tener presentes algunas advertencias para entender mejor su contenido.

En primer lugar, recordar que se trata de unas directrices particulares que Víctor escribió para su hija Begoña, que en esas fechas estaba haciendo su noviciado en Roma con las Misioneras de la Caridad de la madre Teresa de Calcuta y se hallaba un tanto desorientada en los momentos de oración. Así consta en la carta que Begoña escribió al P. José Vicente cuando estaba redactando la Vida impactante de un cristiano de a pie en que dice: 

Las páginas sobre la oración las escribió a petición mía. Yo le pedí que me explicase sobre la oración y escribió todo lo que tiene usted, no esperándome que fuese tan abundante y detallado como lo hizo”. Tienen, pues, un carácter confidencial y fueron escritas con todo el cariño de un padre que deseaba ayudar a su hija en el camino de la santidad.
 
Víctor con Begoña y algunos familiares, especialmente nietos.
En segundo lugar, conviene tener en cuenta que no se trata de un tratado de oración al modo de los manuales clásicos, sino de unas breves orientaciones prácticas y de advertencias de lo que el Señor puede hacer en nuestras vidas cuando el trato con Él, llega a ser continuo, íntimo e intenso.

En tercer lugar, se nota que, como padre muy experimentado en los caminos de la santidad, deseaba orientar a su hija no sólo en el camino de la oración, sino también en el de la santidad, para el que la oración es básica, pero no la meta. Víctor, como buen discípulo de San Juan de la Cruz, la hace ver que lo verdaderamente importante es la práctica de las virtudes que deben ser el fruto de la oración. No hay virtudes sin oración, pero menos aún oración auténtica sin virtudes. De ahí que aparezcan también en el escrito orientaciones sobre virtudes fundamentales.

Finalmente, recordar que no es su intención escribir un nuevo método de oración, sino de ofrecer unas consideraciones prácticas a su hija que la orienten en el largo camino de la oración contemplativa, advertirla de las duras pruebas a las que Dios somete a esas almas, y animarla a no desfallecer, porque el Señor siempre premia con creces esos esfuerzos.

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