Víctor con su esposa e hijos. Begoña es la que está sentada a su lado. |
Antes de iniciar los comentarios o explicaciones sobre el
texto más amplio de Víctor sobre la oración, conviene tener presentes algunas
advertencias para entender mejor su contenido.
En primer lugar, recordar que se trata de unas directrices
particulares que Víctor escribió para su hija Begoña, que en esas fechas estaba
haciendo su noviciado en Roma con las Misioneras de la Caridad de la madre Teresa
de Calcuta y se hallaba un tanto desorientada en los momentos de oración. Así
consta en la carta que Begoña escribió al P. José Vicente cuando estaba
redactando la Vida impactante de un cristiano de a pie en que dice:
“Las páginas sobre la oración las escribió a petición
mía. Yo le pedí que me explicase sobre la oración y escribió todo lo que tiene
usted, no esperándome que fuese tan abundante y detallado como lo hizo”.
Tienen, pues, un carácter confidencial y fueron escritas con todo el cariño de
un padre que deseaba ayudar a su hija en el camino de la santidad.
En segundo lugar, conviene tener en cuenta que no se trata de
un tratado de oración al modo de los manuales clásicos, sino de unas breves
orientaciones prácticas y de advertencias de lo que el Señor puede hacer en
nuestras vidas cuando el trato con Él, llega a ser continuo, íntimo e intenso.
En tercer lugar, se nota que, como padre muy experimentado en
los caminos de la santidad, deseaba orientar a su hija no sólo en el camino de
la oración, sino también en el de la santidad, para el que la oración es básica,
pero no la meta. Víctor, como buen discípulo de San Juan de la Cruz, la
hace ver que lo verdaderamente importante es la práctica de las virtudes que
deben ser el fruto de la oración. No hay virtudes sin oración, pero
menos aún oración auténtica sin virtudes. De ahí que aparezcan también en el
escrito orientaciones sobre virtudes fundamentales.
Finalmente, recordar que no es su intención escribir un nuevo
método de oración, sino de ofrecer unas consideraciones prácticas a su hija que
la orienten en el largo camino de la oración contemplativa, advertirla de las
duras pruebas a las que Dios somete a esas almas, y animarla a no desfallecer,
porque el Señor siempre premia con creces esos esfuerzos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario