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Dª. Mercedes Pérez Villanueva. |
Comentario tras la lectura de la biografía de Víctor
Rodríguez Martínez (1925-2012) “Vida impactante de un cristiano de a pie”.
En la fría mañana, fría, muy fría, camina un hombre, camina;
lluvia, viento, nieve, rocío… camina. Nada le detiene: un día, otro día, una
semana, un mes y otro mes, un año…muchos años de su vida, camina un hombre,
camina. ¿A dónde va? ¿Qué le impulsa a hacer, tan de mañana y tan solo, ese
heroico camino? Alguien le ve pasar desde su casa y corta los arbustos
que le impiden ver a Víctor… y es que no pasa un hombre, es una estrella en la
amanecida que, como la Polar, nos indica dónde está la Cuna, dónde está el
Nuevo Origen, dónde está la Nueva Vida que nos trae la Eucaristía. Para
mí, este amor, clarividente y heroico por la Santa Misa (por la Eucaristía) es
la primera y principal seña de santidad de Víctor.