sábado, 25 de julio de 2020

Habla Víctor Atención amorosa en Dios.

El gran maestro de la vida espiritual San Juan de la Cruz.


Estoy a la puerta y llamo (Ap 3, 20). Estar atentamente en amor, aun sin sentir nada haciendo compañía al Señor, poco a poco se acostumbra y pone en contacto con Él. No ama sensiblemente, lo hace con la voluntad. De esta forma nace el amor infuso pasivo, al sufrir el temor de no amar. Examínese y vea si está resuelto a ello. Esfuércese en las virtudes. Al ser contemplación inicial, le es más difícil al alma percibir los secretos que le comunica Dios; aún sigue necesitando de pensamientos buenos, ejercitar actos de fe y amor. No abandonar totalmente la meditación hasta tener este hábito. Procurar estar en afecto a Dios durante el día. No consiste en pensar mucho, sino en amar mucho.
En todo momento estar pendiente de que en nuestra alma mora la Santísima Trinidad, igualmente en todos los hombres. Este pensamiento nos ayudará a soportarlos. Cultivar la fe. Viendo a Dios en todas las cosas, la vida se convierte en un libro abierto.

Como casi siempre, en estas cosas espirituales que nos resultan difíciles de entender, sigue siempre las directrices de San Juan de la Cruz. Por eso unas palabras del místico Doctor nos harán ver que va por buen camino:

Santa Teresa de Jesús maestra de oración.

Cuando comienza esta noche espiritual, no se siente esta inflamación de amor, por no haber empezado este fuego de amor a emprender, en lugar de eso, da desde luego Dios al alma un amor estimable de Dios tan grande, que, como hemos dicho, todo lo más que padece y siente en los trabajos de esta noche es ansia de pensar si tiene perdido a Dios y pensar si está dejado de Él. Y así, siempre podemos decir que desde el principio de esta noche va el alma tocada con ansias de amor, ahora de estimación, ahora también de inflamación. Y se ve que la mayor pasión que siente en estos trabajos es este recelo, porque si entonces se pudiera certificar que no está todo perdido y acabado, sino que aquello que pasa es por mejor, como lo es, y que Dios no está enojado, no se le daría nada de todas aquellas penas, antes se holgaría sabiendo que de ello se sirve Dios. Porque es tan grande el amor de estimación que tiene a Dios, aunque a oscuras, sin sentirlo ella, que no sólo eso, sino que holgaría de morir muchas veces por satisfacerle” (2Noche, 13, 5).

Santa Teresa tiene una palabras muy sencillas e inteligibles: “Si pudiere ocuparse en que mire que le mira, y le acompañe, y hable, y pida, y se humille y regale con Él, y acuerde que no merece estar allí; cuando pudiere hacer esto hallará grande provecho, y hace muchos provechos esta manera de oración” (V. 13. 22)


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