miércoles, 22 de julio de 2020

Florecillas. Santo de cuerpo entero.

Monasterio de Batuecas donde se retiraba Víctor.


El P. Matías del Niño Jesús, le califica de “un santo de cuerpo entero”, que se venía a pasar aquí en la soledad todos los años sus vacaciones en oración, que cumpliendo los oficios más humildes del campo, daba ejemplo a los religiosos (Vida. Pag. 196).

Esta es la opinión del P. Matías del Niño Jesús, religioso experimentado y con especial olfato para distinguir la verdadera santidad de la falsa por la experiencia adquirida durante los años que fue maestro de novicios y encargado de formación en colegios de filosofía y teología y pudo comprobar como no siempre los más devotos eran los más santos, sino los que hacían las cosas con humildad y sencillez, sin alardes místicos para llamar la atención.

De Víctor destaca que era “santo de cuerpo entero” porque se iba a pasar las vacaciones en Batuecas no sólo para orar en un clima tan propicio por el silencio y paz del lugar, sino también para ejercitarse en los oficios más humildes, como ayudar al cocinero, reparar instalaciones eléctricas, hacer ponederos de gallinas, estar siempre dispuesto a echar una mano en lo que necesitasen etc. Y todo con la mayor naturalidad y sencillez.

 Víctor trabajando en su hogar en Velillas del Duque

Y es que santo es el que en el ámbito y en las circunstancias que le haya tocado vivir sabe corresponder a la gracia que Dios le ha otorgado y conformándose con Cristo, vive plenamente, y permite que Cristo viva en él la vida determinada que se le ha dado.

Dice el P. Molinari: “Aquellas personas que en sus situaciones existenciales concretas participan y comparten en forma profundamente personal la vida y el amor de Cristo, difunden en torno a sí el calor de su amor, el esplendor de su vida y la amabilidad propia de Cristo en las circunstancias en que se encuentran, atrayendo por eso a muchos hombres a Cristo, que es la fuente de esta bondad” (Nuevo Diccionario  Espiritualidad. Ediciones Paulinas, Madrid 1983. P. 1248).

Eso es lo que sucedía con Víctor. Trató de hacer propios los sentimientos de Cristo a quien amó de todo corazón hasta identificarse con Él, y al identificarse con Cristo, todo amor y bondad, lo único que transmitía era amor y bondad. Su sonrisa delataba la sinceridad con que procedía. Por eso era estimado y amado por todos.



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