Vida impactante de un Cristiano de pie al que alude en su testimonio. |
Que por mayo era, por mayo…como dice el poeta, cuando llegaron a mis oídos las primeras noticias sobre Víctor Rodríguez. Había fallecido meses atrás, febrero del 2012, en olor a santidad en Medina del Campo, y su hermano el P. José Francisco, carmelita descalzo, se comunicó con nuestro Delegado Provincial de los Carmelitas Descalzos Seglares y le puso al corriente de su deseo de contactar con todos los representantes seglares de las Provincias.
Tuve un primer contacto telefónico con el P. José Francisco que me transmitió su entusiasmo y me sumé a la causa de beatificación de nuestro Hermano, que nos ha precedido en la Casa del Padre. Luego vino la elaboración de estampas con una breve reseña sobre su vida y una oración pidiendo al Señor por su beatificación. Las recibí con curiosidad teresiana, y al poco tiempo se habían repartido por todas las comunidades seglares de nuestra Provincia.
La resonancia que a mí personalmente me transmite Víctor, es un deseo de vivir la espiritualidad carmelitana, al estilo que él lo hizo; al estilo teresiano; en mi familia, mis ocupaciones, en la sociedad en que vivo, pero siempre teniendo como centro y razón primera al Dios que habita muy dentro de mí y al que hay que buscar con sencillez y constancia, sabiendo que Él nos amó primero.
No puedo hablar de milagros que pueda atribuir a la intercesión de Víctor, porque no los he pedido, pero sí que en ocasiones un tanto complicadas, me encomendé a él, para que todo sucediera de la forma más pacífica y evangélica posible, y me sorprendió cómo se sucedieron los acontecimientos, de la forma más inesperada para mí, pero en la que se veía la mano amiga, fraterna de Víctor solucionándose el problema.
Ahora creo que viene la edición de un libro que va a recoger los rasgos biográficos de nuestro hermano carmelita. Deseo que todo sirva para que sea reconocida la bondad y misericordia del Señor que hizo en él cosas grandes, en medio de una gran sencillez.
Yo también quisiera cantar al Señor y al mundo como él lo hizo la alegría de pertenecer a esta gran familia del Carmelo Teresiano en la Iglesia.
“En la Iglesia milité. En el Carmelo moré. En fe ciega caminé. En esperanza viví. La caridad me abrasó”.
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