sábado, 2 de noviembre de 2019

Testimonios. Tomás Galindo (I).

 Víctor votando en la Congregación de San Felipe Neri


El primer contacto con el entonces hermano Víctor (todos nos tratábamos así en la Congregación de San Felipe Neri: hermano Tal, hermano Cual), fue casi al llegar él. Yo debía llevar como un año aproximadamente. Cada año se votaban los cargos rectores de la Congregación. Era el tiempo de las votaciones. Yo había visto a Víctor sólo unos pocos domingos, y ya se sabe lo que pasa, que a veces, en algunas cosas mezclamos lo espiritual con lo humano.

A mí me había hablado un hermano de otro hermano, que se presentaba a Hermano Mayor, sobre la conveniencia de que fuera elegido. Y a mí, por aquel entonces, con sólo diecinueve años, me parecía muy conveniente (luego resultó que llevó muy bien la Congregación, siendo reelegido durante muchos años), y no se me ocurrió otra cosa que hablar a algunos Hermanos sobre la cuestión en la intención de dirigir su voto.
Pues bien, al hablarle al hermano Víctor, me dijo: “Yo prefiero que sea el Espíritu Santo el que dirija estas cosas”. Inmediatamente quedé convencido y no volví nunca a entrometerme. Y sin casi darme cuenta, en mi fuero interno, empecé a tener al hermano Víctor en mucha estima espiritual.
 
Víctor fue miembro fiel de la Adoración Nocturna.

Más adelante, él me habló de la Adoración Nocturna y quedé convencido y acudí a su mismo turno de Adoración. Allí creció mi estima espiritual al ver como pasaba prácticamente toda la noche en adoración al Santísimo.

Por estos detalles y algunos otros que ya no me acuerdo, percibí en él una profundidad de espíritu, y una claridad para discernir en temas espirituales, que le tuve en mucho. Conversaba con él todo a lo menudo que podía. Le pedí muchas veces consejo, pero ya no me acuerdo de qué más temas tratamos, salvo uno que me fue muy útil, aunque en aquella ocasión no fue propiamente pedirle consejo, sino que brotó espontáneamente de la misma conversación.


No hay comentarios:

Publicar un comentario