Víctor votando en la Congregación de San Felipe Neri |
El
primer contacto con el entonces hermano Víctor (todos nos tratábamos así en la
Congregación de San Felipe Neri: hermano Tal, hermano Cual), fue casi al llegar
él. Yo debía llevar como un año aproximadamente. Cada año se votaban los
cargos rectores de la Congregación. Era el tiempo de las votaciones.
Yo había visto a Víctor sólo unos pocos domingos, y ya se sabe lo que pasa, que
a veces, en algunas cosas mezclamos lo espiritual con lo humano.
A mí
me había hablado un hermano de otro hermano, que se presentaba a Hermano Mayor,
sobre la conveniencia de que fuera elegido. Y a mí, por aquel entonces, con
sólo diecinueve años, me parecía muy conveniente (luego resultó que llevó muy
bien la Congregación, siendo reelegido durante muchos años), y no se me ocurrió
otra cosa que hablar a algunos Hermanos sobre la cuestión en la intención de
dirigir su voto.
Pues
bien, al hablarle al hermano Víctor, me dijo: “Yo prefiero que sea el
Espíritu Santo el que dirija estas cosas”. Inmediatamente quedé
convencido y no volví nunca a entrometerme. Y sin casi darme cuenta, en mi
fuero interno, empecé a tener al hermano Víctor en mucha estima espiritual.
Más
adelante, él me habló de la Adoración Nocturna y quedé convencido y acudí a su
mismo turno de Adoración. Allí creció mi estima espiritual al ver como pasaba
prácticamente toda la noche en adoración al Santísimo.
Por
estos detalles y algunos otros que ya no me acuerdo, percibí en él una
profundidad de espíritu, y una claridad para discernir en temas espirituales,
que le tuve en mucho. Conversaba con él todo a lo menudo que podía. Le pedí
muchas veces consejo, pero ya no me acuerdo de qué más temas tratamos, salvo
uno que me fue muy útil, aunque en aquella ocasión no fue propiamente pedirle
consejo, sino que brotó espontáneamente de la misma conversación.
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