Raquel y Carlos con sus abuelos el día de su primera comunión. |
Ya
estamos contando los días que quedan para la profesión de la Pastora, que
esperamos que ese día sea divino para crecer en silencio. Además que tendremos
la gracia de estar todos juntos un año más. Por mi parte he recuperado bastante
la memoria. (Carta a Eva María y Raquel).
Raquel,
en el breve testimonio que dio de su abuelo para compartirlo con los demás
hijos y nietos de Víctor en el homenaje que hicieron a la abuela Asunción dice:
“Él siempre preguntaba por “la pastora” si no bajaba yo, pues Raquel, en
la Biblia, era pastora de ovejas”.
Raquel con sus padres, hermanos y abuelos en Sabarís. |
Víctor,
durante los días que pasaba de vacaciones de verano en Sabarís, aprovechaba
todas las oportunidades que se le ofrecían para pasar al locutorio y charlar
con la comunidad, pero especialmente para compartir con su hija Eva y su nieta
Raquel. Cuando Raquel no se presentaba con todos los miembros de la comunidad
por estar ocupada en algún oficio, inmediatamente preguntaba por “la pastora” en
lugar de decir su nombre.
A su
nieta le agradó tanto que la llamara “la pastora”, que al elegir su nombre como
religiosa, eligió el de “Raquel del Buen Pastor”.
La
ilusión de que su nieta hiciera su profesión religiosa con la que se
comprometía a seguir a Jesús en cuerpo y alma para toda la vida dentro del
claustro del Carmelo, no lo pudo disimular: “Ya estamos contando los días que
quedan para la profesión de la Pastora, que esperamos que ese día sea divino
para crecer en el silencio”.
Raquel con sus abuelos en día de su entrada en el convento. |
Ese
era el motivo especial de su alegría, el que su nieta, en un clima de silencio,
creciera en el amor a Dios. En carta de 22 de noviembre de 2001 la explica lo
que quiere decir con las palabras “que
ese día sea divino para crecer en el silencio”: “En la soledad del Carmelo,
día a día irás creciendo en el amor. El Espíritu Santo te guiará en el silencio
divino, que es como se manifiesta y en silencio tienes que poner el alma para
escuchar el susurro divino. Así le escuchó el profeta Elías, cuando no le
encontró en el viento huracanado y en los grandes truenos”.
A
esa alegría por la consagración de su nieta al Señor para toda la vida, se unía
la de poder compartir la alegría con el mayor número posible de hijos, nietos y
familiares. De hecho, por Sabarís pasaban la mayoría de sus hijos y algunos
familiares cuando Víctor y Asunción alquilaban una casa para pasar las
vacaciones.
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