Iglesia de la residencia de ancianos en Medina del Campo. |
Aquí
en Medina me siento mucho mejor que en el pueblo, no tengo problemas ni con la
misa ni con la oración. Únicamente es la abuela la que me roba la intimidad,
porque sigue dándole a la lengua. (Carta de 28 de enero de 2003 a Eva
María y Raquel)
Comparando
a Medina del Campo con Velillas del Duque, reconoce que, dada su edad y sus
limitaciones, en Medina del Campo tenía muchas más facilidades para ser
atendido en sus enfermedades y, sobre todo, para asistir diariamente a la
Eucaristía, dada la abundancia de iglesias, y de que, al menos tres de ellas
estaban a menos de cuatrocientos metros de su domicilio: La Colegiata, la de
los PP. Carmelitas y la del Asilo, que era la que más frecuentaba por
celebrarse misa a primera hora del día.
Víctor y Asunción dialogando amigablemente. |
Ya
no tenía que desplazarse a los pueblos cercanos caminando, ni dependía de que
otros le pudieran llevar. Es más, ni siquiera tenía que abrigarse tanto en
invierno para no congelarse, pues el clima de Medina es más benigno y todas las
iglesias disponían de buena calefacción. Más facilidades, imposible.
Contaba
también con la Iglesia de los Carmelitas Descalzos, a la que acudía al menos a
las reuniones del Carmelo Seglar y la de las madres Carmelitas Descalzas, nada
menos que la segunda fundación de Santa Teresa a la que asistía todos los
domingos. No es extraño que en ese sentido se encontrase feliz y contento.
Víctor y Asunción cuando Víctor ya padecía de alzheimer. |
De
lo único que se lamenta, y lo hace más en plan de guasa y con buen humor para
que su hija Eva María y su nieta Raquel se rieran un poco, es de que Asunción,
que siempre fue su cómplice, tanto de sus prácticas de oración como de sus
sacrificios, siguiese “dándole a la lengua”, pues seguía siendo la misma de
siempre y preocupándose de él más cada día, a medida que sus facultades iban
disminuyendo.
Toda
esa bonanza solamente se vino abajo cuando el alzheimer fue tan avanzado, que
le imposibilitó el poder comunicarse y hasta tuvieron que llevarle unas horas a
DIA para poder descansar y organizarse en el hogar. Pero en esas fechas ya no
era consciente de lo que le estaba sucediendo, aunque no dejara de sentir
cuando tenía que separarse de su esposa con la que se sentía más seguro.
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