sábado, 26 de octubre de 2019

Florecillas. La abuela me roba la intimidad.

Iglesia de la residencia de ancianos
en Medina del Campo.

Aquí en Medina me siento mucho mejor que en el pueblo, no tengo problemas ni con la misa ni con la oración. Únicamente es la abuela la que me roba la intimidad, porque sigue dándole a la lengua. (Carta de 28 de enero de 2003 a Eva María y Raquel)

Comparando a Medina del Campo con Velillas del Duque, reconoce que, dada su edad y sus limitaciones, en Medina del Campo tenía muchas más facilidades para ser atendido en sus enfermedades y, sobre todo, para asistir diariamente a la Eucaristía, dada la abundancia de iglesias, y de que, al menos tres de ellas estaban a menos de cuatrocientos metros de su domicilio: La Colegiata, la de los PP. Carmelitas y la del Asilo, que era la que más frecuentaba por celebrarse misa a primera hora del día.

 Víctor y Asunción dialogando amigablemente.

Ya no tenía que desplazarse a los pueblos cercanos caminando, ni dependía de que otros le pudieran llevar. Es más, ni siquiera tenía que abrigarse tanto en invierno para no congelarse, pues el clima de Medina es más benigno y todas las iglesias disponían de buena calefacción. Más facilidades, imposible.

Contaba también con la Iglesia de los Carmelitas Descalzos, a la que acudía al menos a las reuniones del Carmelo Seglar y la de las madres Carmelitas Descalzas, nada menos que la segunda fundación de Santa Teresa a la que asistía todos los domingos. No es extraño que en ese sentido se encontrase feliz y contento.

 Víctor y Asunción cuando Víctor ya padecía de alzheimer.

De lo único que se lamenta, y lo hace más en plan de guasa y con buen humor para que su hija Eva María y su nieta Raquel se rieran un poco, es de que Asunción, que siempre fue su cómplice, tanto de sus prácticas de oración como de sus sacrificios, siguiese “dándole a la lengua”, pues seguía siendo la misma de siempre y preocupándose de él más cada día, a medida que sus facultades iban disminuyendo.

Toda esa bonanza solamente se vino abajo cuando el alzheimer fue tan avanzado, que le imposibilitó el poder comunicarse y hasta tuvieron que llevarle unas horas a DIA para poder descansar y organizarse en el hogar. Pero en esas fechas ya no era consciente de lo que le estaba sucediendo, aunque no dejara de sentir cuando tenía que separarse de su esposa con la que se sentía más seguro.




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