miércoles, 23 de octubre de 2019

Testimonios. Daniel Colorado (III)

Embotelladora de Pepsi-Cola como en la que trabajan Víctor y Daniel Colorado


En la fábrica, como él estaba al frente del comité de la empresa y no le pillaban en nada, la empresa ofreció dos pisos a los trabajadores más necesitados, uno debía ser asignado por Víctor como representante que era del comité de empresa de la fábrica. Esto lo hacían porque sabían que Víctor vivía en un piso alquilado y que estando más necesitado que nadie, fuera a él a quien se asignara el piso, con lo cual, el Comité de los obreros de la empresa, que era el que representaba Víctor, quedaba vendido a la empresa, pues entonces Víctor se vería obligado a defender los intereses de la empresa en lugar de defender los intereses de los trabajadores a los que él representaba y por los que él trabajaba.

Pero Víctor no cayó en la trampa, sino que me preguntó a mí quien me parecía a mí que debía ser la persona a la que se le podía designar el piso ofrecido por la empresa, y al que yo le dije, a ese fue al que se le asignó.

Víctor en el hospital asistido por sus nietos Carlos y Rebeca.

En la fábrica hizo mucho bien a los obreros y encima se reían de él. Le llamaban Padre Víctor. La gente se mofaba de él. Él tenía mucha paciencia y no se enfadaba por nada. Asumía las cosas por adversas que fueran con conformidad asombrosa.

A causa de los grandes esfuerzos físicos en el trabajo, Víctor contrajo una enfermedad grave en el corazón. Entonces fue al médico del corazón y éste, después de reconocerle, le dijo que tenía que operarse, pues todos los que estaban como él, según las estadísticas, no solían vivir más de un año. Él dijo que él no se operaba. Que fuera lo que Dio quisiera. Por aquel entonces tendría 62 años y murió a los 87 años. Es decir, que el médico le dio vida para un año y Dios se la dio 25 años más.

Hospital 12 de Octubre en Madrid.

Los últimos años de su vida, Víctor los pasó, primero en un pueblo de Palencia llamado Velillas del Duque, y finalmente en Medina del Campo donde murió. Tanto desde Velillas del Duque, como desde Medina del Campo, venía periódicamente a Madrid a consulta médica al Hospital 12 de Octubre y acostumbrábamos a vernos cada vez que venía. La última vez que vino a revisión médica, al despedirnos me dijo: “Hasta que nos veamos allá arriba”. Él ya está allá arriba. Quiera Dios que se cumpla su profecía y que, cuando Dios quiera, allí nos veamos.

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