Embotelladora de Pepsi-Cola como en la que trabajan Víctor y Daniel Colorado |
En
la fábrica, como él estaba al frente del comité de la empresa y no le pillaban
en nada, la empresa ofreció dos pisos a los trabajadores más necesitados, uno
debía ser asignado por Víctor como representante que era del comité de empresa
de la fábrica. Esto lo hacían porque sabían que Víctor vivía en un piso
alquilado y que estando más necesitado que nadie, fuera a él a quien se
asignara el piso, con lo cual, el Comité de los obreros de la empresa, que era
el que representaba Víctor, quedaba vendido a la empresa, pues entonces Víctor
se vería obligado a defender los intereses de la empresa en lugar de defender
los intereses de los trabajadores a los que él representaba y por los que él trabajaba.
Pero
Víctor no cayó en la trampa, sino que me preguntó a mí quien me parecía a mí
que debía ser la persona a la que se le podía designar el piso ofrecido por la
empresa, y al que yo le dije, a ese fue al que se le asignó.
Víctor en el hospital asistido por sus nietos Carlos y Rebeca. |
En
la fábrica hizo mucho bien a los obreros y encima se reían de él. Le llamaban
Padre Víctor. La gente se mofaba de él. Él tenía mucha paciencia y no se
enfadaba por nada. Asumía las cosas por adversas que fueran con conformidad
asombrosa.
A
causa de los grandes esfuerzos físicos en el trabajo, Víctor contrajo una
enfermedad grave en el corazón. Entonces fue al médico del corazón y éste,
después de reconocerle, le dijo que tenía que operarse, pues todos los que
estaban como él, según las estadísticas, no solían vivir más de un año. Él
dijo que él no se operaba. Que fuera lo que Dio quisiera. Por aquel entonces
tendría 62 años y murió a los 87 años. Es decir, que el médico le dio vida para
un año y Dios se la dio 25 años más.
Hospital 12 de Octubre en Madrid. |
Los
últimos años de su vida, Víctor los pasó, primero en un pueblo de Palencia
llamado Velillas del Duque, y finalmente en Medina del Campo donde murió. Tanto
desde Velillas del Duque, como desde Medina del Campo, venía periódicamente a
Madrid a consulta médica al Hospital 12 de Octubre y acostumbrábamos a vernos
cada vez que venía. La última vez que vino a revisión médica, al
despedirnos me dijo: “Hasta que nos veamos allá arriba”. Él ya está allá
arriba. Quiera Dios que se cumpla su profecía y que, cuando Dios quiera, allí
nos veamos.
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