sábado, 1 de junio de 2019

Florecillas. Víctor, ¿usted no toma el bocadillo?

Modelo de un bocadillo típico.


“Me cuenta Asunción en una entrevista que he tenido con ella en Medina, que un día el jefe de la empresa le dijo: “Víctor, ¿usted no toma el bocadillo?”. Y él respondió: “No, yo voy a rezar el rosario” (Vida Impactante...P. 61).

Los tiempos han cambiado mucho y hoy son pocos los que llevan el bocadillo para tomarlo durante el breve tiempo de descanso que se suele conceder a media mañana para reponer fuerzas. Más bien se sale de la fábrica o de la oficina, y en el bar más cercano se toma algo, pero cuando Víctor trabajaba en la Embotelladora de Pepsi-Cola, cada obrero iba a la fábrica con su bocadillo preparado por la esposa en el hogar para tomárselo con los compañeros. Ese momento se aprovechaba además para conocerse mejor entre ellos y entablar amistades.
 
Joven comiendo un bocadillo
Así lo hizo Víctor durante varios años en un ambiente agradable, y por su delicadeza y prudencia se fue ganando la confianza de los compañeros hasta el punto de fijarse en él para elegirle como su “representante” ante la empresa. Aprovechaba también el tiempo del bocadillo para ejercer su apostolado, invitando a los más cercanos a que hicieran los Cursillos de Cristiandad.

Pero también sabemos que, cuando los sindicatos irrumpieron con fuerza en las fábricas y aprovechaban el momento de tomar el bocadillo para criticar y organizar sus exigencias a la empresa, Víctor, discretamente dejó de tomar el bocadillo para no tener que participar en esas conversaciones. Prefirió retirarse y aprovechar ese tiempo  para rezar el Rosario y suplicar a María  que se mantuviera la paz en la fábrica.
 
Grupo de personas compartiendo y tomando bocadillos.
Es sin duda en esta etapa cuando sucedió esa escena que tanto llamó la atención al Jefe de la empresa, que llevado de la curiosidad se acercó para preguntarle: “Víctor, ¿usted no toma el bocadillo?”. Seguro que no se esperaba esa respuesta, pero probablemente caería en la cuenta de que, gracias a la oración, aunque Víctor no tomaba el bocadillo como los demás, irradiaba paz y alegría en su semblante.     

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