Desierto de las Batuecas: "Al desierto llegué para buscar la paz". |
Una
losa sobre mí cayó. Inexperto me encontraba, a la oración no llegaba, ansias de
irme tenía, porque aguantar no podía. Luché contra mí y seguí.
¿Con
que se encontró Víctor en el desierto? Iba buscando disfrutar de la oración
en un clima de silencio, pero se encontró con algo muy distinto que le desconcertó
y le hizo exclamar: “Una losa sobre mí cayó”. El Señor le quería
santo, no sólo devoto, y el camino de la santidad es muy exigente según dice su
maestro San Juan de la Cruz y no se consigue sólo con la oración, aunque sea
muy importante, sino con la práctica de las virtudes:
“Querría
yo persuadir a los espirituales cómo este camino de Dios no consiste en
multiplicidad de consideraciones, ni modos, ni maneras, ni gustos...sino en una
cosa sola necesaria, que es saberse negar de veras, según lo exterior e
interior, dándose al padecer por Cristo y aniquilarse en todo… El
aprovechar no se halla sino imitando a Cristo, que es el camino y
la verdad y la vida, y ninguno viene al Padre sino por Él, según Él mismo dice
por San Juan (14,6 y 10, 9)….Y porque he dicho que Cristo es el
camino, y que este camino es morir a nuestra naturaleza en sensitivo y
espiritual, quiero dar a entender cómo sea esto a ejemplo de Cristo, porque Él
es nuestro ejemplo y luz”.
¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado? |
Y el
morir a lo sensitivo y a lo espiritual tuvo su punto culminante cuando Jesús
crucificado “fue necesitado a clamar diciendo: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por
qué me has desamparado? (Mt. 27. 46). Lo cual fue el mayor desamparo
sensitivamente que había tenido en su vida. Y así, en él hizo la mayor obra que
en toda su vida con milagros y obras había hecho, ni en la tierra ni en el
cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia por Dios” (2S. 2,
8-11).
Luché contra mí y seguí. |
Fue
en el desierto de Las Batuecas donde Víctor cayó en la cuenta de que la santidad
no se consigue sólo con prácticas piadosas por muy elevadas que sean, pues en
el fondo, aunque cuesten, se hacen por la satisfacción que se siente. En
Batuecas comenzó a experimentar que la santidad consiste únicamente en seguir a
Cristo, y este crucificado, como dice San Pablo y tan claramente resalta San
Juan de la Cruz: “Y si en este ejercicio hay falta, que es el total y la
raíz de las virtudes, todas esas otras maneras es andar por las ramas y no
aprovechar, aunque tengan tan altas consideraciones y comunicaciones como los
ángeles”. Más claro no se puede decir, y Víctor comenzó a
experimentarlo en su propia carne. De ahí su exclamación: “Aguantar no
podía. Luché contra mí y seguí”.
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