sábado, 15 de junio de 2019

Habla Víctor Inexperto me encontraba.

 Desierto de las Batuecas: "Al desierto llegué para buscar la paz".


Una losa sobre mí cayó. Inexperto me encontraba, a la oración no llegaba, ansias de irme tenía, porque aguantar no podía. Luché contra mí y seguí.

¿Con que se encontró Víctor en el desierto? Iba buscando disfrutar de la oración en un clima de silencio, pero se encontró con algo muy distinto que le desconcertó y le hizo exclamar: “Una losa sobre mí cayó”. El Señor le quería santo, no sólo devoto, y el camino de la santidad es muy exigente según dice su maestro San Juan de la Cruz y no se consigue sólo con la oración, aunque sea muy importante, sino con la práctica de las virtudes:

“Querría yo persuadir a los espirituales cómo este camino de Dios no consiste en multiplicidad de consideraciones, ni modos, ni maneras, ni gustos...sino en una cosa sola necesaria, que es saberse negar de veras, según lo exterior e interior, dándose al padecer por Cristo y aniquilarse en todo… El aprovechar no se halla sino imitando a Cristo, que es el camino y la verdad y la vida, y ninguno viene al Padre sino por Él, según Él mismo dice por San Juan (14,6 y 10, 9)….Y porque he dicho que Cristo es el camino, y que este camino es morir a nuestra naturaleza en sensitivo y espiritual, quiero dar a entender cómo sea esto a ejemplo de Cristo, porque Él es nuestro ejemplo y luz”.

¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has desamparado?

Y el morir a lo sensitivo y a lo espiritual tuvo su punto culminante cuando Jesús crucificado “fue necesitado a clamar diciendo: ¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has desamparado? (Mt. 27. 46). Lo cual fue el mayor desamparo sensitivamente que había tenido en su vida. Y así, en él hizo la mayor obra que en toda su vida con milagros y obras había hecho, ni en la tierra ni en el cielo, que fue reconciliar y unir al género humano por gracia por Dios” (2S. 2, 8-11).

Luché contra mí y seguí.

Fue en el desierto de Las Batuecas donde Víctor cayó en la cuenta de que la santidad no se consigue sólo con prácticas piadosas por muy elevadas que sean, pues en el fondo, aunque cuesten, se hacen por la satisfacción que se siente. En Batuecas comenzó a experimentar que la santidad consiste únicamente en seguir a Cristo, y este crucificado, como dice San Pablo y tan claramente resalta San Juan de la Cruz: “Y si en este ejercicio hay falta, que es el total y la raíz de las virtudes, todas esas otras maneras es andar por las ramas y no aprovechar, aunque tengan tan altas consideraciones y comunicaciones como los ángeles”. Más claro no se puede decir, y Víctor comenzó a experimentarlo en su propia carne. De ahí su exclamación: “Aguantar no podía. Luché contra mí y seguí”.



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