Parroquia de Santa Cristina en Sabarís. |
Víctor
Rodríguez Martínez. In memoriam.
A
finales del mes de agosto nos ha llegado una gran noticia a la parroquia de
Santa Cristina: los primeros pasos para dar a conocer el proceso de
beatificación de Víctor Rodríguez Martínez, Carmelita Descalzo Seglar,
esperando cinco años y que la Iglesia dé su visto bueno.
Iglesia y monasterio de las Carmelitas Descalzas en Sabarís. |
Me
vienen a la memoria muchas anécdotas de él y de su profunda vida espiritual.
Sus llegadas desde Madrid cuando su familia ya estaba en Sabarís, los paseos a
la playa siempre hablándonos de Dios, su misa diaria y sus largas oraciones en
la capilla del Convento Carmelita, sus visitas a las Madres Carmelitas
Descalzas, la visita que hicimos a la madre Ana que cuidaba a su madre en
Pinzás, la alegría cuando Eva, su hija menor, hizo solemne profesión definitiva
como Madre Carmelita Descalza y la comida a la que nos invitó, para celebrarlo,
en el restaurante El Mosquito de Bayona. Pero sobre todo, su vida
espiritual. Lo recuerdo sentado debajo de la terraza de casa, en silencio y
haciendo sus oraciones. En ese espacio se respiraba paz, serenidad y santidad
con su presencia.
El
pasado verano fue la última vez que nos visitó, ya con pocas facultades. Me
decía que yo “era un señor de Palencia con casa aquí en Sabarís”, seguía
yendo, con todos nosotros, a misa diariamente al convento y haciendo la Novena
a la Santísima Virgen del Carmen.
Víctor y Asunción orando en la iglesia de las Carmelitas de Sabarís |
Su
profunda religiosidad y otro de sus valores, la caridad, quedan claros en estas
pinceladas tomadas de sus vivencias, tal como las ha dejado escritas:
“En
este asunto (de noche oscura) quiero seguir. La mano de Dios me lleva, sin
sentirla ni verla, hasta la meta llegar y al mismo Dios contemplar”.
“En
la Iglesia milité. En el Carmelo moré. En fe ciega caminé. En la esperanza
viví. De Sí mismo me alimentó”.
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