sábado, 29 de septiembre de 2018

Testimonios. José Francisco (IV)

José Francisco con sus padres y su hermano Marcos
el día de su profesión religiosa.

Después pasamos al locutorio del convento, donde nos recibió la comunidad en pleno. Él estaba emocionadísimo y en cierto momento se agarró a las rejas del locutorio y se puso a dirigir a las monjas fogosamente unas palabras del todo incoherentes, pero que sólo con la expresión, nos estaba diciendo que estaba intentando hablarlas encendidamente de Dios.

Esta fue la última vez que nos vimos en la tierra, pues al poco tiempo de regresar de Sabarís a Medina del Campo, me llamaron para comunicarme que había fallecido. Yo tomé el primer tren y cuando llegué a Medina del Campo encontré a toda la familia velándole en el tanatorio. Yo, al verle muerto, no le sentí muerto, sino más vivo que cuando estaba vivo y sentí su presencia viva y gloriosa.

José Francisco el día de su primera misa
abrazando a su padre en presencia de Víctor.

Estando en el velatorio, me entregó una de sus hijas unos escritos suyos que yo desconocía, en los que refleja la santidad de su santa vida que fueron el tema de mis meditaciones en los ejercicios espirituales que comencé en Segovia al día siguiente de su entierro. Los ejercicios espirituales eran para carmelitas descalzos de España y Portugal y los daba el cardenal Carlos Amigo. A todos nos gustaron muchísimo, pero a pesar de ser tan buenos, a mí, quien me dio los ejercicios espirituales, no fue el cardenal Carlos Amigo, sino mi hermano Víctor, pues los pasé meditando en los hechos de su vida tal como él los había dejado escritos. Tanto me impactaron, que nunca he hecho ejercicios espirituales con tanto provecho. Lo del cardenal Carlos  Amigo eran consideraciones espirituales muy bellas, lo de Víctor era vida y sólo la vida contagia vida.

Víctor con todos sus hermanos.

Al volver a mi convento después de los ejercicios espirituales llevaba tal alegría, que mis compañeros me preguntaban a qué se debía la alegría tan desbordante que tenía. Y se debía y se sigue debiendo, pues sigo con la misma alegría, a mi hermano Víctor, por el impacto tan grande que había ocasionado en mi vida la lectura y meditación de sus Hechos de vida o Autorretrato que ha dejado escritos y por sentirle como le siento, glorioso y más cerca que nunca.

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