Las tres virtudes teologales: fe, esperanza y caridad. |
Si San Juan de la Cruz, a quien Víctor eligió como maestro y director de su vida espiritual, le hubiera preguntado sobre qué importancia daba en su vida a las tres virtudes teologales y Víctor le hubiera dado esta respuesta: “En fe ciega caminé. En esperanza viví. La caridad me abrasó”, le hubiera calificado de “sobresaliente” sin dudarlo.
Con estas breves palabras, Víctor da a entender que había leído y comprendido muy bien la doctrina desarrollada por su maestro en los tres libros de “Subida del Monte Carmelo” y en los dos libros de “Noche oscura” para poder llegar a la cima de la perfección cristiana y a la unión con Dios en esta vida. Y porque la había entendido y se fiaba de su maestro, la había puesto en práctica.
Víctor orando en fe y esperanza. |
Es curioso, que, para entender lo que Víctor quiere decir en tan pocas palabras acerca de las tres virtudes teologales, tengamos que acudir a San Juan de la Cruz. Esto se debe a que Víctor, estos hechos de vida, no los escribió para dar testimonio de su vida ni para que otros se enteraran de las dificultades que tuvo que superar hasta conseguir la unión con Dios, sino para su propio recuerdo y así dar gracias a Dios por su misericordia. ¡Jamás pasó por su mente que un día serían publicados!
En este caso, San Juan de la Cruz nos ofrece una buena explicación en el capítulo 6 del libro primero de la Subida al Monte Carmelo titulado: “En que se trata cómo las tres virtudes teologales son las que han de poner en perfección las tres potencias del alma, y cómo en ellas hacen el vacío y tiniebla las dichas virtudes”.
La caridad es amar a Dios y a los hermanos. |
Para los no familiarizados con los escritos de San Juan de la Cruz, recordamos las palabras con que inicia ese capítulo sexto relativas a las tres virtudes teologales, en las que encontramos la mejor explicación de lo que Víctor expresa con esas breves palabras, “En fe ciega caminé. En esperanza viví. La caridad me abrasó”:
“Habiendo, pues, de tratar de inducir las tres potencias del alma, entendimiento, memoria y voluntad, en esta noche espiritual, que es el medio de la divina unión, necesario es primero dar a entender es este capítulo cómo las tres virtudes teologales, fe, esperanza y caridad –que tienen respecto a las dichas potencias como propios objetos sobrenaturales y, mediante las cuales, el alma se une con Dios según sus potencias-, hacen el mismo vacío y oscuridad cada una en su potencia: la fe en el entendimiento, la esperanza en la memoria y la caridad en la voluntad.
Y después iremos tratando cómo se han de perfeccionar el entendimiento en la tiniebla de la fe, y cómo la memoria en el vacío de la esperanza, y cómo también se ha de enterar la voluntad en la carencia y desnudez de todo afecto para ir a Dios. Lo cual hecho, se verá claro cuánta necesidad tiene el alma, para ir segura en este camino espiritual, de ir por esta noche oscura arrimada a estas tres virtudes, que la vacían de todas las cosas y oscurecen en ellas” (2S 6, 1).
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