miércoles, 29 de marzo de 2023

Habla Víctor Unión con Dios (IV)

San Bernardo, Abad de Claraval y Doctor de la Iglesia.


La prudencia espiritual es la virtud que regula las relaciones con Dios, esta nos sugiere lo que debemos hacer, lo que tenemos que imitar para llegar a la meta. Si quieres ser alma de oración, cultiva el recogimiento tanto como te sea posible huyendo de las charlas inútiles, mortifica la curiosidad, esta corroe el alma, por ella cayeron nuestros primeros padres y está cayendo toda persona que se deja llevar por ella.

La parábola de las vírgenes nos muestra cuan necesaria es la prudencia (Mt 25, 13). El alma enamorada de Dios no escucha las razones que da la prudencia humana, sólo el amor y la fe obran en ella, por eso estima en tan poco las cosas de la tierra como ellas son, llenas de vanidad. El futuro está en las manos de Dios. La verdadera prudencia espiritual, es el valorar al máximo el instante que huye. La prudencia de la carne es enemiga de Dios, por no estar sujeta a la ley divina. Exige total conformidad de nuestra voluntad con la de Dios. No se realiza tanto en la dulzura de la oración, cuanto en abrazar con perfección su voluntad. El estado de unión embiste en el alma según la voluntad del todo transformada en la de Dios. En este estado ambas voluntades son una, esta se mide en la conformidad.

 

A estas palabras de Víctor basta con añadir unas de San Bernardo para discernir si procedemos con prudencia cristiana en nuestra vida: “En estas tres cosas se conocerá que tu boca está llena en abundancia de sabiduría o de prudencia: Si confiesas de palabra tu propia iniquidad, si de tu boca sale la acción de gracias y la alabanza, y si de ella salen también palabras de edificación. En efecto, por la fe del corazón llegamos a la justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Y además, lo primero que hace el justo al hablar, es acusarse a sí mismo, y así, lo que debe hacer en segundo lugar, es ensalzar a Dios, y en tercer lugar (si a tanto llega la abundancia de su prudencia y sabiduría) edificar al prójimo”. (Sermón 15).



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