3- LA NAVE DE PRODUCCIÓN
Esta nave ocupaba un gran rectángulo, con una cristalera a la
calle. Estaba presidida por una oficina en alto y acristalada, desde donde los
jefes controlaban el gran carrusel por el que circulaban las botellas sucias,
descargadas de los camiones, hasta la imponente mole de la lavadora que en
golpes de cincuenta en cincuenta las engullía durante media hora. Cuando salían
limpias pasaban por una pantalla iluminada donde un operario debía detectar las
defectuosas. Había una penalización si se te pasaba alguna y un premio al
compañero que la detectaba.
Era una de las muchas artimañas para que los obreros se
mantuviesen desunidos y en competencia unos con otros.
Después de la pantalla se iniciaba el llenado que variaba
según los distintos productos y tamaños. Había un gran depósito refrigerado
donde se mezclaban el agua tratada, el azúcar y el concentrado.
Tanto la lavadora como el llenado eran procesos mecanizados,
el resto de tareas, como meter las botellas en cajas y luego apilar las cajas
en palets que las carretillas mecánicas trasladaban al almacén, eran trabajos
hechos a mano y a pura fuerza. Si había mucha demanda, los jefes podían
aumentar la velocidad de la cadena.
Aunque el producto requería varios días de reposo en el
almacén y había un pequeño laboratorio donde un técnico controlaba la calidad,
en los momentos álgidos de la temporada, los camiones llegaban directamente de
la cadena de producción al camión.
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