sábado, 22 de octubre de 2022

Habla Víctor Don de Piedad (I)

 El Don de Piedad.


Este Don, toque del alma en dulzura y suavidad, perfecciona y simplifica nuestras relaciones con el prójimo, siendo mas justos con nuestros semejantes con sentimiento de piedad filial, que rebasa la justicia, en especial con relación al Padre Celestial que nos invita a entregarnos a su servicio, así nos son los deberes arduos fáciles y suavemente llevaderos, elevándonos a la virtud de nuestra religión. Así se transforma nuestra simple oración en trato íntimo con Dios, haciéndose más cordial y filial, atendiendo con mayor felicidad a todo culto divino, así invocamos este Don en los momentos que nos sentimos secos y fríos, y seremos ayudados en todos nuestros trabajos interiores. A falta de la devoción sensible, es esta una de las mejores disposiciones para atraer el fruto de este Don.

 

El Don de Piedad es un hábito sobrenatural infundido con la gracia santificante para excitar a la voluntad, por inspiración del Espíritu Santo, un afecto filial hacia Dios Padre y un sentimiento de fraternidad para con todos los hombres, hermanos nuestros e hijos del mismo Padre.

 

Lo fundamental de este Don es el afecto filial a Dios como padre. A través de la razón. Iluminada por la fe, llegamos al conocimiento de Dios como creador de cuanto existe y le tributamos culto y veneración, como hicieron durante siglos los israelitas, pero solamente Jesús nos dio a conocer a Dios como Padre.

 

Por el Don de Piedad, el alma experimenta con dulzura las palabras de San Pablo: “Porque no habéis recibido el espíritu de esclavitud para reincidir de nuevo en el temor, antes habéis recibido el espíritu de filiación adoptiva, por el que clamamos: ¡Abba! ¡Padre! Ese mismo Espíritu asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios! (Ro. 8, 15-16).

Así lo experimentó Santa Teresita y por eso dijo: “Mi camino es un camino completamente de confianza y de amor. No entiendo a las almas que tienen miedo de un Amigo tan tierno”.


 

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