Santa Teresa de Jesús, Maestra de los espirituales. |
“Yo, hermano Víctor, hago mi profesión y prometo a Dios, a la
Santísima Virgen María del Monte Carmelo, a nuestra Madre Santa Teresa y a los
Superiores de la Orden, obediencia y castidad, conforme a la Regla de la Orden
Tercera, la cual quiero observar con la mayor perfección posible”.
Al coincidir este día con la celebración de la fiesta de
Santa Teresa, queremos destacar la influencia que la Santa tuvo en la vida de
Víctor desde que hizo promesa a Dios, a la Virgen y a Santa Teresa de seguir
sus enseñanzas con la mayor perfección posible.
Un año antes de hacer su profesión, al iniciar el noviciado
se le preguntó: ¿Qué es lo que pide?, a lo que respondió: La
misericordia de Dios y el hábito de la Orden Tercera de la Santísima Virgen
María del Monte Carmelo y de Santa Teresa de Jesús.
Desde ese momento, su compenetración con la espiritualidad
carmelitana fue más profunda mediante el conocimiento de la vida y escritos de
Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, que fueron los que marcaron su
espiritualidad.
La lectura asidua de los
escritos de ambos doctores de la Iglesia le fue llevando a un encuentro
personal con Jesús a través de la oración. El trato de amistad con quien
sabemos que nos ama, como Santa Teresa define la oración, fue transformando
la vida de Víctor, hasta el punto de que, cuando llegó el fracaso económico, lejos
de alejarse de Dios, lo aceptó como la mayor gracia de Dios, pues le había
hecho ver que las riquezas humanas pueden desaparecer, pero no Dios, que es
siempre fiel.
En su vida podemos ver hechas realidad las palabras de Santa
Teresa:
Nada te turbe,/ nada te espante,/ todo se pasa,/ Dios no se muda,/ la
paciencia/ todo lo alcanza;/ quien a Dios tiene,/ nada le falta:/ Sólo Dios
basta.
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