Eficacia del Don de Fortaleza. |
En este estado, el alma necesita de la intervención de Dios
que viene en su ayuda con este Don. Esta es tan fuerte, que el demonio ni nadie
se la puede arrebatar. Virtud y Don de fortaleza, tienen el objeto de hacer al
alma fuerte en la vida espiritual; la primera, obra según nuestros esfuerzos, y
el Don, como todos los dones del Espíritu Santo, es sobrenatural en sí mismo y
en sus obras. A los apóstoles les anunció el Señor que recibirían la fortaleza
del Espíritu Santo y le serían testigos, así se hicieron fuertes anunciando el
Evangelio, incluso confesándolo con su martirio.
En la vida espiritual hay, como muy bien señala Víctor, una
virtud de Fortaleza y un Don de Fortaleza y ambos actúan para fortalecer a la
voluntad en las dificultades, pero hay una diferencia entre ambos.
La Fortaleza es una virtud cardinal infundida con la gracia
santificante en la voluntad para que no desista de conseguir el bien difícil ni
siquiera ante el peligro de la pérdida de la vida. Se apoya en el auxilio
divino, pero se conduce en su ejercicio al modo humano, o sea, según la regla
de la razón iluminada por la fe, que no acaba de quitarle del todo el temor al
alma.
El Don de Fortaleza, sin embargo, es una disposición
permanente que robustece al alma para practicar, por inspiración del Espíritu
Santo, toda clase de virtudes heroicas con ilimitada confianza en superar los
mayores peligros o dificultades que puedan surgir. El Don de Fortaleza impulsa
a sobrellevar los mayores males y exponerse a los mayores peligros con gran
confianza y seguridad, por cuanto actúa movida directamente por el Espíritu
Santo, no mediante el dictamen de la simple prudencia, sino por razones enteramente
divinas.
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