sábado, 30 de abril de 2022

Habla Víctor Caridad (III)

San Juan de la Cruz, el gran maestro de Víctor.


Puedo hacer obras inmensas de misericordia, incluso dar mi vida, si no tengo caridad nada soy. Los actos ocultos de amor son muy preciosos. Si comprendo esta verdad, me fijaré siempre en la caridad. No es necesario que el amor sea sensible, antes bien, solamente con la voluntad puedes amar a Dios, esta te obligará a ejercitarte más cuando falta la sensibilidad. Solamente en servir al Amado desea el alma que ama con voluntad. Dice San Juan de la Cruz: La voluntad por la operación se une a Dios, y termina en Él y no por el sentimiento que se sienta como fin y remate, por este el alma se puede sentir abajada y ser causa de hacer más intensa la operación de la voluntad. Por eso Dios pone al alma en aridez y sequedad para que vaya a Él solamente por la voluntad. El hambre y sed de solamente Dios, es verdaderamente unitivo. Esta forma de amar te hará salir de lo más hondo en tu yo, para arrojarte enteramente en Dios. (Víctor)

 

Comienza Víctor recordando, con palabras de San Pablo, que sin amor, las demás obras, por muy heroicas que sean, no sirven de nada, para inmediatamente añadir que el amor, no solamente es lo único que agrada a Dios y que permanecerá siempre, aun en el cielo, sino que además, (siguiendo la doctrina de San Juan de la Cruz), nos puede llevar a la unión con Dios aun en esta vida, de tal manera, que “el alma más parece Dios que alma, y aun es Dios por participación” (2 Subida 5, 7).

 

 Pero a esta unión, añade San Juan de la Cruz, no se llega sino después de largas purificaciones: “En acabándose de aniquilarse y sosegar sus potencias, pasiones, apetitos y aficiones de mi alma, con que bajamente sentía y gustaba de Dios, salí del trato y operación humana mía a operación y trato con Dios…Y mi voluntad salió de sí, haciéndose divina, porque, unida en el divino amor, ya no ama bajamente con su fuerza natural, sino con fuerza y pureza de Espíritu Santo, y así la voluntad  ya acerca de Dios no obra humanamente… pues  todas las fuerzas y afectos del alma, por medio de esta noche y purgación del viejo hombre, todas se renuevan con temples y deleites divinos” (2 Noche, 4, 2)



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