sábado, 2 de abril de 2022

Florecillas. Antes Dios que la salud

Víctor en el hospital, pocos meses antes de fallecer,
acompañado por su hija Teresa y su nieta Sara.


En el primer período de la enfermedad, antes que supiésemos que papá tenía alzheimer, su médico le recetó una medicina para la memoria que tenía que tomar varias veces al día. Después de llevar un tiempo tomando la medicina, dejó de hacerlo, porque entre los efectos secundarios de dicha medicina, uno de ellos producía excitación sexual y prefería quedarse sin memoria antes que faltar a la pureza… pues para él era más importante vivir en gracia de Dios que quedarse sin memoria, con dolerle tanto como le dolió su pérdida de memoria (Begoña)

 

Víctor no tenía miedo a la enfermedad ni a la muerte. De hecho, cuando le diagnosticaron una enfermedad grave del corazón y el Doctor le recomendó operarse, pues de no hacerlo no viviría más de un año, decidió no operarse y se puso en manos de Dios para que se cumpliese su voluntad, que por cierto fue que viviera 25 años más.

 

Al contraer la enfermedad del alzheimer, se dio cuenta de que, poco a poco iba perdiendo la memoria y otras facultades, y de que, en lugar de ser útil, estaba dando trabajo a su esposa y al hijo que vivía con ellos. Por eso acudió a los médicos en busca de algún remedio. Pero cuando comprobó que las medicinas no daban resultado, sino por el contrario, que el único efecto que notaba era cierta excitación sexual, rompió por lo sano y se puso de nuevo en manos de Dios a quien deseaba agradar como buen hijo.

 

Sus previsiones se cumplieron, pues el avance del alzheimer fue tan notorio, que llegó el momento en que no podía hablar, y sólo por gestos podía transmitir algo de lo que sentía. Fue su kenosis total al final de su vida, que asumió con paz por el Señor.




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