Misionero enseñando con cariño a un niño. |
“Recuerdo que el día del Domund, en el colegio nos daban
unas huchas para ir pidiendo a las personas en la calle. Sería a finales del
año setenta. Mi hucha tenía siempre una cantidad de dinero considerable. El mayor
donativo era el de papá, que pobres como éramos, introducía en la hucha 1.000
pesetas” (Begoña).
Desde 1926 se viene celebrando en la Iglesia un día especial
al año para recordar a los fieles, que todos, por estar bautizados, tenemos el
compromiso de difundir la fe a los no creyentes. Se celebra el penúltimo
domingo del mes de octubre con el nombre de DOMUND, que significa “domingo
mundial de las misiones”.
En ese día, toda la iglesia reza por la conversión de los que
aún no conocen la fe y se recuerda a los fieles, que el problema de la
evangelización, no es misión exclusiva del Papa, de los obispos, o de los
sacerdotes y misioneros, sino de todos los bautizados.
Misionera ejerciendo de enfermera en un país de misión.
También organiza una colecta para colaborar con la eficaz
labor de los misioneros en países muy pobres. Allí donde llegan los misioneros,
se levantan capillas para orar, escuelas para formar a los jóvenes, hospitales
para mejorar la salud, etc. obras que no serían posibles sin la cooperación de
todos los creyentes.
¿Quién no recuerda
aquellos años en que, los días que precedían a la celebración del Domund, las
calles se llenaban de niños con sus huchas en las manos pidiendo una ayuda para
las misiones? Es el caso de Begoña, hija de Víctor, que salía esos días, estimulada
por su padre, con su hucha en busca de apoyo para esas obras de los misioneros.
¡Cómo no iba a colaborar con generosidad Víctor, que todos los días rogaba al
Señor en su oración, que todos le conociesen y consiguiesen la salvación!
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