Víctor con José Francisco y su hija Begoña. |
¡Hola Víctor!
Todos somos hermanos en Cristo, por eso te tuteo. A través de tu hermano José Francisco, (a quien conozco desde hace 55 años) he podido leer los dos libros que de ti y de tu vida han editado, como así estoy al corriente del proceso de canonización que tanto empeño ha puesto. Estoy de acuerdo con él y es lógico que aquí en la tierra se te haga justicia.
Fuiste un cristiano que siempre has hecho la voluntad de Dios
en cada momento de tu vida, tal y como Él dejó dicho: “Amarás al prójimo como a
ti mismo”. En los buenos y malos momentos, nunca has dudado del Padre. No
todos hemos tenido la suerte de recibir el Espíritu Santo que a ti te fue
otorgado. Tu ejemplo de vida me da fuerzas para seguir esforzándome en ser cada
día mejor.
Has tenido la gran suerte de tener, aquí en la tierra, a tu
lado un compañero que no sólo te ha querido, sino que respetó y aceptó tu
manera de pensar y hacer con los demás. Has tenido también la gran alegría de
ver a dos de tus hijas y una nieta dedicarse por entero a Dios. Yo también soy
esposa, madre y abuela y siento un poco de “envidia sana”.
Víctor y José Francisco con su padre Daniel. |
Según tú, no has sido escritor, pero a petición de tu hija
Begoña has sabido explicar lo que ella te pedía, de tal manera, que al leerlo
nos has dado una clase magistral de catequesis.
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