miércoles, 4 de noviembre de 2020

Florecillas. Caja para su entierro.

Caja pobre, como deseaba Víctor para su entierro.


La caja simple y rudimentaria; nada de coronas. “Quería que no fuesen más que cuatro sencillas tablas”. Cuando me lo comentó, le indiqué que tendría que encargárselo a un carpintero ya en vida, porque los de la funeraria serían todos de mejor calidad. Me contestó: “Si hago eso, tu madre me echa fuera de casa”. También insistía en que no quería que se gastase nada en coronas. Sí que les pedía oraciones y misas a todos sus familiares y conocidos” (Eva María).

Deseaba que el final de su vida pasase totalmente desapercibido y que su entierro en nada se diferenciase del de los pobres más pobres, que ni siquiera pueden acudir a las funerarias para su entierro. Pero lo que estaba proponiendo, era natural que ni la esposa ni los hijos lo permitieran. De hecho, tanto la caja como el funeral fueron normales, sin excesos, pero dignos, como se merecía.

Caja normal, como en la que fue sepultado Víctor.

Tampoco se cumplió su deseo de que no llevaran coronas de flores. Es más, su féretro fue cubierto además con la bandera de los carmelitas descalzos seglares. Su esposa y sus hijos querían despedirle como se merecía y sus situaciones económicas les permitían darle una despedida digna. Su entierro tuvo lugar en el panteón familiar en Medina del Campo. 

Lo que no le faltaron fueron las oraciones ni las misas, aunque muchos de los que le conocían, convencidos como estaban de que no las necesitaba, más bien comenzaron a acudir a él suplicando su intercesión.





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