miércoles, 21 de octubre de 2020

Testimonios. Hnª. Carmen María de Jesús (II)


 Víctor con familiares a la entrada del monasterio de Sabarís.

…También que la fisio viniera al Monasterio lo tengo por gracia de Víctor, y aquí es donde entra lo que servidora dice que es un milagro. El dedo, de repente dejó de evolucionar favorablemente. No podía doblar la punta, lo tenía insensible, tanto, que no había posibilidad de que mejorara. La doctora de rehabilitación me había dicho que estaba “tórpido y con hipoestesia”.

Al pasar revisión con la doctora González Porto, que me operó, quedó extrañada de verlo sin mejoría cuando antes podía mover la punta del dedo. Me habló de pasar por quirófano una segunda vez para despegar la cicatriz adherida al ligamento. 

Empezamos la novena al Hermano Víctor y ¡milagro! El dedo comenzó a espabilarse mientras continuábamos con las sesiones de fisio que me había prescrito. Eran dolorosas, pero ya valía la pena. Empecé a estirar el dedo, a poder cerrar el puño completo. 

El nervio iba creciendo con normalidad y cuando volví a la revisión el 29 de octubre con la doctora González Porto, se llevó una gran alegría. Juntando las manos nos dijo: ¿A qué santo se encomendó usted? Le conté que al Hermano Víctor. Examinó el dedo, le sacó no sé si una foto o lo grabó con el móvil y me dijo que pidiese cita para abril de este año, si veía que no la necesitaba que la anulara, cosa que hicimos. Las sesiones de fisio las terminé el 25 de febrero.

 Víctor con familiares a la entrada del monasterio de Sabarís.

El dedo lo tengo estirado, puedo cerrar el puño completo y parece que quiere empezar a doblarse la punta como los demás dedos. Soy consciente que si el Hermano Víctor no actuara me quedaría el dedo medio inútil. Gracias, Hermano Víctor. Tuve la inmensa suerte de conocerte en vida, teniéndote siempre por un alma de Dios, y ahora te invoco en mis pequeñas cosas de cada día. Te tengo encomendado mis ojos pues padezco de miopía muy avanzada y estoy segura que me los cuidarás como hasta ahora. 

Espero padre, que esta gracia que me ha sido concedida ayude para que muchas personas acudan a la intercesión de este siervo de Dios.

De V.R. humilde hija.

Carmen María de Jesús de la Santa Faz o.c.d.


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