miércoles, 21 de agosto de 2019

Testimonios Sinesio Calle y Ana Montes


 D. Sinesio Calle y su esposa Dª. Ana Montes.

Le conocimos desde que venía a pasar algunas temporadas a Velillas del Duque en la casa de los padres de su esposa Asunción y luego tratamos más con él, cuando ya de mayor, vino a vivir a Velillas del Duque en casa de los padres, que le había tocado en herencia a Asunción a la muerte de su madre.

Venía a Quintanilla para oír misa cuando la había en Quintanilla y no la había en el pueblo de Velillas donde él vivía, y venía siempre andando y siempre con el rosario en la mano. Nos contaba que estaba enfermo del corazón, lo cual no le impedía venir andando a misa al pueblo y a los pueblos de alrededor cualquiera fuera la inclemencia del tiempo. Eso para él no contaba con tal de no perderse la misa y la comunión.

Una de las calles de Quintanilla de Onsoña.

Cuando hacía muy malo, nosotros, como le veíamos tan enfermo, le decíamos que cómo venía andando haciendo tan malo como hacía. Él nos decía siempre que para Dios no hay que poner ningún impedimento ni reparo para venir a misa, que él pasaba por todo para venir a misa, o a cualquier acto religioso que se celebrara en la Iglesia. No perdía ningún día la misa ni la comunión.

Como venía andando, algunas veces llegaba pasada la hora de la misa, pero como el párroco sabía que Víctor nunca faltaba, esperaba siempre a que llegara para celebrarla, aunque lo ordinario era que Víctor llegara siempre antes que el párroco. A la salida de la misa le saludábamos y él siempre era muy gustoso de dialogar con todos los que habíamos participado en la misa.

Cuando estábamos trabajando en el campo, al verle pasar por cerca de donde estábamos trabajando, siempre nos decíamos: Ahí pasa Víctor caminando como siempre para oír la misa. Era un ejemplo para todos el que no se perdiera nunca ninguna misa y que fuera siempre andando hiciera como hiciera.

Jardines junto a la parroquia de Quintanilla de Onsoña.

Nosotros le conocíamos bien de tanto venir al pueblo a oír misa y veíamos que era una persona muy piadosa y muy bondadosa, y viendo que era así, nos daba alegría verle venir al pueblo. Siempre preguntaba por todos. Si sabía que había algún enfermo, él se interesaba por él y se veía que lo sentía de corazón.

Hablando entre nosotros, nos decíamos, refiriéndonos a Víctor, que era un santo y por eso nos alegra tanto saber que está para iniciarse su proceso de beatificación, cosa que nosotros siempre pensamos que sucedería inmediatamente después de su fallecimiento, como de hecho se está intentando, lo cual nos alegra tanto y esperamos que pronto sea beatificado, y si estamos con salud, seremos muy gustosos en asistir al acto.

A ver si llegamos a verle beatificado y canonizado. Nos serviría de mucho. A seguir, pues, promoviendo su causa de beatificación hasta conseguirlo, y que sea pronto.


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